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Fundamentos en el Antiguo Testamento de la inquietud social cristiana

Por publicado originalmente en CONOZCA edición 1986.2

 Por Murray W. Dempster, Ph.D.

Traducido por Leonel A. Deras

(Segunda parte: LA CRÍTICA PROFÉTICA)

 

4. La ética social del Antiguo Testamento y la crítica profética: Las demandas por la justicia social. La ética social de la tradición profética del Antiguo Testamento 10 está más cerca de la ley y el pacto que lo que algunos suponen. El texto bíblico claramente indica que la ley moral y los principios del pacto proporcionaron a los profetas el criterio para sus juicios de algunos pecados específicos de la nación y sirvieron de base para llamar a Israel y a Judá al arrepentimiento. “La palabra del Señor”11 que vino a los profetas fue una revelación del carácter del Dios que dicta el Torah y estableció el pacto con su pueblo. El mensaje de los profetas hizo que esta divina revelación del carácter de Dios se relacionara con la conducta moral de la nación.

La “exégesis de la existencia desde una perspectiva divina”12 marca el contenido del mensaje de los profetas por lo menos en tres formas. Primero, dio al mensaje de los profetas un poderoso timbre de convicción moral en sus acusaciones en contra de las prácticas injustas de la comunidad del pacto. En segundo lugar, dio una comprensión moral de las instituciones políticas, económicas y sociales que promovían y perpetuaban las injusticias sociales dentro de la comunidad del pacto. En tercer lugar, dio un deseo apasionado de inducir al pueblo de Dios a mirar de nuevo el carácter moral de Dios. Los profetas parecían estar seguros de que si el pueblo de Dios pudiera entender la naturaleza de Dios y fuera recto en su relación con Él, podría reformar las condiciones injustas de su sociedad para tener una relación justa los unos con los otros. Esta idea está arraigada en el término berith pero alcanza un nuevo nivel de conciencia ética en el mensaje de los profetas.

La tradición profética, según la opinión de la mayoría de los eruditos bíblicos, alcanzó su nivel ético más alto en los profetas del siglo ocho a. C., los cuales son Amos, Oseas, Isaías y Miqueas.13 Se seleccionó a Amos para nuestra consideración en esta sección porque él identificó explícitamente la justicia como una cualidad moral fundamental del carácter de Dios. Aunque todos los profetas del siglo ocho a. C. hicieron llamados a la justicia social en la vida de la nación,14 Amos fue el profeta que planteó su mensaje a Israel en el concepto de la justicia de Dios. Para entender el significado e importancia de las profecías de Amos, debemos escucharlas dentro del contexto histórico y social en que ellas proclamó.15

En el corazón de la crítica profética de Amos están sus señalamientos de aquellos miembros del Israel urbano y la clase adinerada que obtuvieron sus riquezas a través de su calculada explotación del pobre, particularmente por el desplazo del pequeño agricultor, lo que convirtió a estos en una nueva clase de pobres desposeídos. Él hace sus acusaciones:

Oíd esto, los que explotáis a los menesterosos, y arruináis a los pobres de la tierra, diciendo: “¿Cuándo pasar el mes, y venderemos el trigo; y la semana, y abriremos los graneros del pan, y achicaremos la medida, y subiremos el precio, y falsearemos con engaño la balanza, para comprar los pobres por dinero, y los necesitados por un par de zapatos, y venderemos los desechos del trigo?” (Amos 8:4-6).

 

Amos identifica una doble técnica de explotación por la cual los mercaderes sistemáticamente oprimían al pobre. Primero, falsificaban sus pesas bajando los tamaños de las medidas y aumentando el precio para que el pobre comprara menos grano a mayor costo (v. 5). Y aun más el pobre pagaba precios ilícitamente altos por el “desperdicio”, el grano de trigo de menor calidad (v. 6). Muchas veces esta práctica permitía al mercader poner el mejor grano en las ventas de exportación para el mejor postor, lo que daba grandes ganancias.16

Una segunda práctica en el sistema mercantil de explotación era empujar al pequeño granjero a que contrajera grandes deudas para “arruinar al pobre de la tierra” (v. 4). Y como la ley judía permitía que el endeudado pudiese ser vendido como esclavo o sirviera como jornalero contratado, esta forma de cancelar una deuda quitándole la tierra al pequeño granjero era legal. En la cultura del Cercano Oriente, la transferencia de bienes raíces o inmuebles era simbolizada con el intercambio de calzado. Es por eso que Amos condena a los comerciantes diciendo que compraban al pobre y al menesteroso por un par de sandalias (v. 6).17

El ministerio profético de Amos se llevó a cabo bajo el rey Jeroboam II, un fuerte líder político y militar. Explotando la vulnerabilidad de sus vecinos, destruidos por la guerra, Jeroboam llevó a Israel a un período sin precedente de expansión territorial, de influencia política y de crecimiento económico. Durante su reinado Israel exitosamente ejerció control de las principales rutas de comercio del mundo del siglo ocho a.C.

Este nuevo expansionismo comercial que produjo a Israel a un Dios de justicia y que por lo tanto Israel debe dejar que “corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo” (Amos 5:24). Israel debe “aborrecer el mal, amar el bien, y establecer la justicia en juicio …quizá Jehová Dios de los ejércitos tendrá piedad del remanente de José” (Amos 5:15).

La tradición profética del Antiguo Testamento, y Amos en particular, proporciona un gran legado para construir una conciencia social que estimule la inquietud social cristiana. La tradición profética resalta como un testimonio autoritativo de que el interés social cristiano requiere un perfil profético en su trato con la sociedad. Pide un auténtico interés social arraigado en el carácter de Dios, el cual tiene suficiente valor para desenmascarar los sistemas sociales injustos que perpetúan la opresión. Siguiendo la guía de Amos, el cristiano también necesita oír la advertencia de que la fe cristiana puede ser transformada en una ideología que pueda involuntariamente servir a la causa de la opresión. Basados en la realidad de la tradición profética del Antiguo Testamento, nosotros en la iglesia cristiana debemos aprender las implicaciones de confesar a Jesús como el Profeta de Dios, quien anunció su ministerio en la tradición del Año del Jubileo (Véase Lucas 4:16-21), enseñó a sus discípulos a que perdonaran las deudas al orar, y no a que confiscaran las tierras (Mateo 6: 12).

 

 

 

10 La tradición profética consiste de los “primeros profetas” (Natán y Elías); “los profetas del siglo ocho [a.C.] (Amós, Oseas, Isaías y Miqueas)”; “los profetas de transición de los siglos siete y seis [a.C.] (Sofonías, Nahum y Habacuc)”; “los profetas del exilio (Jeremías y Ezequiel)”; “los profetas de la restauración (Hageo, Zacarías y Malaquías)”; y otros “profetas misceláneos (Daniel, Joel, Abdías y Jonás)”. Esta clasificación, con una pequeña modificación es sustraída de Maston, Biblical Ethics [Ética bíblica], páginas 35-70.

Aunque en tal clasificación, Maston advierte que se puede distorsionar el entrelazamiento de los períodos en algunos ministerios proféticos ‑Ezequiel, por ejemplo, cuyas advertencias proféticas ocurrieron antes del exilio de Judá como también después de él ‑estas agrupaciones proporcionan un marco de trabajo preliminar, en el cual se localiza históricamente la literatura profética.

 

11 Isaías 6:8; Jeremías 1:2; Ezequiel 1:3; Oséas 1:1; Joel 1:1; Amós 1:3; Jonás 1:1; Miqueas 1:1; Sofonías 1:1; Hageo 1:1; Zacarías 1:1 y Malaquías 1:1 todos incluyen la misma forma básica de literatura profética: “Vino a mí palabra de Jehová…” Otros profetas basan su autoridad profética en un “oráculo”, después de haber tenido una “visión” que les comunicó la autoridad para poder decir “Así dice el Señor”,

 

12 Abraham J. Heschel, The Prophets [Los profetas] (New York: Harper and Row, 1962), página xvii.

 

13 Vea, por ejemplo, Maston, Biblical Ethics [Ética bíblica], págs. 44-58 y White, Biblical Ethics, págs, 14,6, 22 5, así como las fuentes de información que ellos citan.

 

14 Amos 1:6-8; 4:1-3; 5:4-7, 10-15, 21-24; 8:4-10; Oseas 4:1-3; 10:11-15; 12:5-9; Isaias (de Jerusalén) 1:16-17,21-23; 4:8-15; 5:7, 18-23; 9:1-7; 10:1, 2; 11:1-9; 16:1-5; 25:1-4; 26:7-10; 28:16, 17; 30:18; 32:15-18; 6:6-8.

 

15 El material en esta sección sobre el contexto histórico y social del mensaje profético de Amos, aunque abstracto y parafraseado, ha sido tomado de Jack A. Nelson, Hunger for Justice: The Politics of Food and Faith [Hambre por la justicia: la política de comida y fe] (Maryknoll, New York: Orbis Books, 1980). Además, muchos conceptos dentro de la naturaleza de la opresión sistemática de Israel que Amos menciona fueron también obtenidos de los estudios de Nelson.

 

16 Nelson, Hunger for Justice, pág. 3.

17 Ibid.

18 Ibid. pág. 2.

19 Ibid. pág. 4.

 

La última parte, “Las enseñanzas del Jubileo”, saldrá en el próximo número.

 

El doctor Murray Dempster es ministro de las Asambleas de Dios de Estados Unidos. Es profesor de ética en la Southern California College en Costa Mesa, California, E.U.A.

 

Murray W. Dempster


 

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