Por Efraín Aguilar D.

ISUM se lo ha propuesto: impartir conocimiento e infundir fervor.

¿ACERCA DE QUE pretendo escribir? ¿Sobre una pareja que se casó y fue muy feliz? ¿De dos gemelos que se hacían trampa como Jacob y Esaú? Escribiré de los apellidos legítimos del ISUM.

Cuando se piensa en un lema, por regla general se escoge el más elegante y expresivo, que diga en poco lo mucho que abarca. Pero dos palabras que no dicen mucho si se dejan tranquilas en el diccionario, ISUM las ha convertido en “dinamita” al seleccionarlas y unirlas para hacerlas sus compañeras inseparables en todos sus bendecidos seminarios: “conocimiento y fervor”.

¿Qué isumista negará la presencia de estos dos elementos en cada seminario? ¿No es cierto que nuestras mentes cada vez salen más llenas de conocimientos maravillosos y nuestro corazón se consume de santo fervor? ¿Será esto obra de la casualidad? Más bien es el fruto de dos elementos muy importantes que abrigan en sus pechos los maestros de ISUM: el deseo de ver a los siervos de Dios en el camino de la superación ministerial con el fervor que debe caracterizados al presentar la Palabra de Dios.

El divino llamamiento, la pericia, la consagración, y el amor de los maestros abren hondos surcos en la mente y el corazón de los ISUMISTAS. Allí en ese terreno, fértil a veces, árido otras, se depositan las semillas del conocimiento y el fervor que se espera muy pronto germinen y se plasmen en hechos y actitudes benéficas para la obra del Señor como también en el crecimiento del siervo de Dios.

Cada maestro con sus enseñanzas cargadas de sabiduría y valores didácticos, es como antorcha, que trasmite el fuego a otras. Permita Dios que brillemos como luminarias en este mundo de tanta oscuridad.

No es fácil cumplir con tan noble propósito sin una férrea determinación. ISUM se lo ha propuesto: impartir conocimiento e infundir fervor.