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Soliloquio

Por publicado originalmente en CONOZCA edición 1988.2

 

Lidia de Masalyka

 

 

¿Por qué te abates, oh alma mía,

y te turbas dentro de mí?

¿Por qué gimes, paloma herida,

si cantabas hasta ayer?

¿Qué enemigo entró a casa

y me robó el canto y me cerró el cielo

y me enlutó el día?

¿Por qué te abates, oh alma mía,

y te turbas dentro de mí?

¿Por qué desmayas, prisionera hambrienta,

si regalabas pan hasta ayer?

¿Por qué puertas el carcelero entró

y me enterró viva y me quitó el aire

y me ocultó la luz?

 

¡Alma mía! Me respondes:

¿Esperar en Dios? ¿Alabar a Dios

mientras pasan las ondas,

mientras rugen las olas por encima de mí?

 

¡Alma mía! Aun así:

¿Debo esperar en Dios?

¿Alabar a Dios mientras estoy herida,

mientras estoy asfixiada y siento ganas de morir?

¡Alma mía! ¿Estás segura que tengo

que seguir esperando en Dios?

¿alabando a Dios

mientras me siento fracasada,

mientras me siento terminada

y crea que Él de mí se ha olvidado?

 

¡Sí! Espéralo, alábalo, adóralo.

Que a pesar de tus dudas, a tu lado está,

tu turbación pronto quitará

y como en el amanecer la luz del sol

disipará tu oscuridad.

 

Lidia Lewczuk de Masalyka


 

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