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La nueva creación como algo antiguo

Por publicado originalmente en CONOZCA edición 2017.3

Por: Paul Kazim

 

 

Cuando Tom Cruise entró al cuarto desesperadamente buscando a Renee Zellweger en la película ‘Jerry Maguire’, la conquistó con la frase “tú me completas”. Esta idea es antigua. Puede encontrarla en el Simposio de Platón. Durante una conversación entre filósofos borrachos, Aristófanes describe la condición original de una porción de la raza humana. En el principio eran hermafroditas pero ahora se han dividido y la gente bifurcada pasa el resto de su vida buscando la otra parte de su corazón, o mejor dicho, “su media naranja”. Actualmente es común escuchar este sentimiento durante los votos de bodas. Podría ser consecuencia de la seriedad que las iglesias cristianas le otorgan al matrimonio, y esto es aún más común para los cristianos.

Pero, la Biblia ofrece otra imagen del estado original de los seres humanos:   Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. (Gn 1:27) Tengo que confesar que por muchos años enseñaba estos versículos de una manera que indicaba que era necesario tener a los dos géneros para reflejar la imagen de Dios. Pensaba que mi enseñanza corregía un error grave de la teología; es decir, que Dios era masculino. Mi idea original intentaba corregir el concepto erróneo de que Dios es alguien como nuestro abuelo anciano; es decir, como el papá de Ariel, la sirenita. Pero la verdad consiste en que Dios es espíritu y los espíritus no tienen cuerpo físico, ni género; y que, tanto la hembra (la mujer) como el varón, están hechos a imagen de Dios. Es decir, Él nos hizo a cada uno individualmente a Su imagen sin la necesidad de juntar o combinar.

Regresando al texto de Génesis 1, más vale recordar que Moisés no discutía con los maestros modernos de la evolución. Sus vecinos creían en un panteón de dioses y en muchos casos su rey masculino y terrenal era uno de ellos. Mientras tanto, el Dios de la Biblia dijo: “hagamos al hombre a nuestra imagen, varón y hembra” (1:26). Algo que provoca la confusión en el lector moderno es el uso de la palabra hebrea adam, que significa “hombre” en su sentido inclusivo, pero a la vez es el nombre del primer varón.

Dios usó el mismo patrón para hacer a cada miembro de la pareja. Él los hizo según su imagen y semejanza. Sin embargo, es por eso, que el texto amplía lo que significa hombre diciendo “varón y hembra los creó” (1:27). Ellos son producto del mismo Creador y tienen la misma relación con Él. El versículo termina explicando la relación del hombre con todas las demás criaturas. Antes de mencionar sus nombres, es decir Adán y Eva, Dios les había dado señorío sobre todo lo que Él había creado durante los días uno a cinco. Dios el Creador les había otorgado la autoridad de ser Sus representantes en Su creación. Esto los distingue de lo que Dios formó durante los días cuatro y cinco. Pero, hasta este momento, no hay nada que distinga entre los dos, más que su sexo biológico.

En el Medio Oriente antiguo, solamente el rey o algún oficial de alta posición se llamaba la imagen de Dios. Era un título reservado para la realeza y nunca se aplicaba a la gente pobre. Podría ser que Moisés, bien instruido en el pensamiento de los egipcios, aquí usaba lenguaje real para describir a el hombre, varón y hembra. La Biblia, en contra de las creencias de todas las naciones vecinas, dice que toda la humanidad, no solamente el Rey ni solamente el varón, es emparentada con Dios.

En sus dos formas varón y hembra, la humanidad está conectada con Dios en cuya imagen todos están formados. Repito que la imagen de Dios no es una representación física de la naturaleza de Dios. Representar a Dios en cualquier forma física es idolatría. En este sentido, decir que la física humana es lo que significa ser creado a la imagen de Dios, es la peor forma de la idolatría. Hay algo en el ser humano que se puede decir que refleja la imagen de Dios. Lo que es, es cuestión de debate entre los teólogos. Entre la variedad de opiniones están: la vida espiritual, la vida moral, o la habilidad de usar lenguaje; pero de una cosa no cabe duda, no es la fisonomía humana.

Como consecuencia de ser criaturas de Dios, hechas a su imagen, el ser humano tiene el privilegio de procrear[1], llenar la tierra, sujetarla, y señorear sobre toda la creación. Aquí el texto se refiere a todos los seres humanos y en este sentido adam sirve como el arquetipo para toda la raza humana. Este sentido no era solamente para la primera pareja, sino que describe la vida, el privilegio, y la responsabilidad de todos los seres humanos, varón y hembra. Hasta este punto en Génesis todo era bueno. Y repito que no hay nada en el texto que distinga entre el varón y la hembra.

 

Lo que sucedió en el Huerto de Edén

Con Génesis 1 parece que todo el proceso de la creación había terminado. Fueron hechos los cielos y la tierra y todo el ejército de ellos. Terminó Dios en el día séptimo toda la obra que hizo. Esto incluyó la creación de la raza humana, y todo era bueno. El Creador del universo se sentó sobre su trono cósmico y reposó de toda la obra que había hecho.

Hasta este momento el texto no menciona el nombre de ninguno de los personajes. No menciona que Dios creó al hombre primero. El texto no distingue entre las responsabilidades del hombre y de la mujer. El caso es que lo que Dios pidió de ellos hubiera sido imposible si cualquiera de los dos estuviera solo. Para cumplir el mandamiento “fructificad” se requiere una pareja. A menos que Dios le pidiera al hombre que llenara la tierra solo, la única conclusión a que podemos llegar es que todo lo que Dios les dio de trabajo, responsabilidad y autoridad existía para la mujer y el hombre. El texto tampoco ha mencionado el Huerto de Edén.

Los orígenes de los cielos y la tierra (Gn 2:4) introduce la formación del huerto, su ubicación, las plantas, las hierbas y árboles de la tierra (incluyendo el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal).

Cuando todo se había preparado, el texto dice que Dios puso a adam en el huerto (Gn 2:15):

  1. para que lo labrara,
  2. para que lo guardase,
  3. para que comiera de todo, menos el árbol de la ciencia del bien y del mal.

Los primeros dos puntos no son nuevos. Dios les había dado las mismas instrucciones antes (Gn 1). La ciencia del bien y del mal es una instrucción adicional. Lo que significa no es inmediatamente claro. Lo que no puede significar es que a la pareja le faltaba la habilidad de entender la diferencia entre el bien y el mal. Si fuera así el mandamiento no tendría sentido. Para que un mandamiento tenga sentido es necesario que se pueda entender que ciertas acciones son buenas y otras no. ¿Qué significaría la obediencia si no pudiéramos distinguir entre lo malo y lo bueno? Si el hombre no entendía la diferencia, ¿cómo hubiera podido decidir lo que se permitía comer y lo que Dios restringía? Dios le había dicho, “no comerás”. Él hombre era capaz de guardar el mandamiento y a la vez también capaz de desobedecer.  Si no fuera así, el mandamiento no tendría significado ni importancia.

Pero el hombre andaba solo y, por la primera vez, Dios vio que algo no era bueno. Dios dijo que no era bueno que el hombre estuviera solo. Necesitaba a alguien para quitar la soledad y para compartir la responsabilidad de cuidar el huerto. Dios trajo toda bestia de la tierra, y toda ave de los cielos a Adán (RV 1960, primera vez que el hombre tiene nombre. Note que es la misma palabra que antes se traduce “hombre”). De entre los animales, Adán no encontró ayuda idónea. “Ayuda” es la traducción de la palabra hebrea ezer que se refiere a la mujer en Génesis 2 y significa ayuda. A veces ezer se refiere a los que ayudan a los enemigos de Dios, pero la única otra persona a la que se refiere es a Dios en Sal 30:10; 54:4. Él es nuestra ayuda, pero no es está sujeto a nosotros. “Idónea” es la traducción de la palabra hebrea ngd. En este caso incluye el prefijo k. Kngd, según Brown Driver and Briggs, significa “según lo que está ante de”, en otras palabras “lo que corresponde a”, es decir, “igual y adecuado”. Adán tenía la responsabilidad de cuidar todo el huerto. Dios formó a una mujer, la cual era igual y adecuada a Adán, para suplir su necesidad y las necesidades del huerto.

Es muy importante notar que, aunque lo que Moisés quería comunicar no es el concepto moderno de matrimonio, hasta este punto en Génesis no hay nada que diga que Adán era el gerente del huerto y la mujer era su empleada. Ella era socia, igual y adecuada, comisionada por Dios para trabajar con el hombre y cuidar el huerto. Aunque lo busque, no encontrará una división de labor en Génesis 2.

Ninguno de los animales era la ayuda que Adán buscaba. Pero llegó el animal más astuto para tentar a la mujer. Un problema surgió inmediatamente. La mujer estaba mal informada. Dios hizo crecer todo árbol delicioso, con su fruto bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal (Gn 2:9). Más adelante el texto añade: “de todo árbol de huerto podrás comer, más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás”. (Gn 2:16, 17a) Dios solamente les había prohibido comer de un solo árbol y Eva le dijo a la serpiente que Dios les había dicho que ellos no podían tocar el fruto del ese árbol (Gn 2:17 y 3:3). Hay solamente dos opciones como fuente de esta mala información. O ella la inventó, o el hombre le se la había comunicado incorrectamente; pero, cabe recalcar que Dios le había dado la instrucción al varón antes de formar a la mujer (Gn 2:21).

La serpiente era animal, aunque animal extraño, porque hablaba, caminaba y razonaba. Todos los animales y seres humanos tienen instintos. Pero el ser humano no es solamente animal; no tiene que obrar solo por instinto. La serpiente tentó a la mujer con el fruto delicioso, bueno, y codiciable, para alcanzar la sabiduría. La tentación era: “¿Cuál voz obedecerás? ¿Te sometes a la voz interna del instinto, es decir, a la voz animal, o, a la voz que viene de afuera; es decir, a la voz de Dios, la revelación?” Como seres humanos, aunque tenemos el efecto del pecado en nuestra vida, tenemos la habilidad de negar nuestros instintos. El caballo, en un establo ardiendo, sale si fuera posible porque su instinto de sobrevivir controla sus acciones. El bombero en la misma situación entra al edificio. Él o ella no están sujetos a sus instintos, pero pueden dominarlos si hay necesidad.

Podría ser que la serpiente tentaba a Eva con tal de que ella se identificara con los animales y no con Adán. Por lo tanto, la serpiente le hizo la pregunta: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” La mujer tocó el fruto y no murió. A final de todo, la pareja obedeció sus instintos animales, rechazaron el mandamiento revelado, y comieron. Claro que en ese momento rompieron el mandamiento, pero su rebelión había empezado anteriormente con lo que le habían añadido a lo que Dios les había dicho.

Después de que la pareja comió, Dios entró a la escena. Sabiéndolo todo, hizo una serie de preguntas, para obligarlos a confesar su culpabilidad. Adán respondió dando pretexto por haberse escondido de Dios, y también echándole la culpa a la mujer y a Dios por su desobediencia. La mujer culpó a la serpiente engañosa. Dios respondió con juicio contra el hombre, la mujer y la serpiente. Más importante para este estudio es: “A la mujer dijo: multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti”  (Gn 3:16).

Es importante notar que Dios les había dado a los seres humanos la responsabilidad de señorear … en toda la tierra y en todo animal (Gn 1:26b); pero, ahora dice que el hombre se enseñoreará de la mujer. La mujer no es animal, pero lo que Dios quiso que hicieran con los animales, ahora el hombre lo hará con la mujer. Lo que antes era la responsabilidad de ser los gerentes de la creación de Dios, ahora es aplicada a otro ser humano.   La dominación de otro ser humano es consecuencia de no obedecer el mandamiento. Antes eran co-gerentes. Antes no había una pista de jerarquía. La distinción entre ellos se estableció como consecuencia de su rebelión contra Dios.

Empezando con Génesis 3, la Biblia ilustra las consecuencias de la relación quebrantada entre hombre y mujer.   Unos pocos ejemplos:

  1. Cuando Abram y Sarai llegaron a Egipto (Gn 12) él se la regaló a Faraón porque sabía que los egipcios evitarían tomar una mujer casada pero no tardarían en matarlo. Él la trataba como su propiedad, algo muy distinto de lo que Dios estableció en el Huerto de Edén.
  2. Caleb ofreció a su hija, Acsa, al hombre que conquistara Quiriat-sefer (Jue 1:11). De nuevo el hombre, en este caso su papá, consideraba a su hija como un premio del cual él tenía control y que el destino de ella estaba en sus manos. Para el lector moderno lo que Caleb hizo parece injusto, que ella fuese botín de guerra. En el mundo bíblico era lo de siempre. Era el derecho del papá dar a su hija al que él quisiera.
  3. Los temas de violación, violencia contra mujeres, mujeres como propiedad y guerra para tomar mujeres vírgenes llenan los últimos capítulos del Libro de los Jueces.
  4. También está, la violación de Tamar por su hermano Amnón y el último rechazo: “Levántate y vete” (2 S 13:15). Ella dijo que “mayor mal es este de arrojarme, que el que me has hecho” (13:16). Ella se dio cuenta de que la violación era acto de subyugación y enviándola afuera él podía mantener su control sobre ella. Él no le hizo caso y respondió: “échame a esta fuera de aquí” (13:17). Vea 13:20 para notar la reacción de Absalón y de Tamar.

 

La Redención puesta en práctica

La enseñanza de Jesús nos guía cómo vivir. Su vida nos demuestra cómo ponerla en práctica, pero el propósito de su obra expiatoria es la redención; es decir, regresar los creyentes a las condiciones originales. Dios quiere redimir individuos para que formen comunidades que pongan en práctica la vida que Él había preparado para la pareja original. Comparado con los valores de este mundo, la comunidad cristiana debe ofrecer un contraste marcado. Claro que en esta vida nunca lograremos vivir la vida de Edén en su forma completa, pero por lo general solamente ofrecemos una versión un poco cristianizada de lo que el mundo cree.

Un ejemplo para ilustrar:

En los tiempos del imperio romano la estructura de la familia era una pirámide.

Padre (pater familias)

Su hijos e hijas

Sus hombres liberados (ex-esclavos)

Sus esclavos

Surge una pregunta, ¿dónde está la esposa? Ella pertenecía a la pirámide de su padre, y nunca saldría. Los romanos querían evitar que una familia acumulara demasiado poder e influencia por medio del matrimonio.

El Apóstol Pablo usó la misma estructura familiar (Ef 5) con algunos cambios. Lo que sugiero es que los cambios reflejan los valores del Reino de Dios y Pablo ofrece una estructura en contraste a la familia romana y que es lo que Dios había establecido antes de lo que sucedió en el Huerto de Edén.

 

Contexto, contexto, contexto

Afuera de su contexto, muchos enseñan Efesios 5:22 no como una declaración radical afirmando los valores alternativos de Reino de Dios y una expresión de la vida redimida sino como una afirmación de la vida mundana que es producto del pecado.

Pablo describe la vida que él espera que la iglesia produzca. La palabra “andar” establece el esqueleto y provee la base del argumento de Pablo por lo general. Entre las citas que mencionan “andar” Pablo explicó específicamente lo que les había dicho en forma general.

Efesios 5:1-2 Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados y andad en amor, como también Cristo nos amó.

vv. 3-7 contrastes entre la vida con y sin Cristo

Efesios 5:8 Porque en otro tiempo erais tinieblas, más ahora sois luz en el Señor, andad como hijos de luz

vv. 9-14 lo que es agradable al Señor en contraste con las obras de las tinieblas

Efesios 5:15 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios

vv. 16-20 insensatos versus entendidos, lleno de vino versus lleno del Espíritu

Efesios 5:21 Someteos unos a otros en el temor de Dios

Lo que sigue aplica esta enseñanza a la familia cristiana (Ef 5:22-6:9). La sección empieza con un versículo sin verbo. “Estén sujetas” (5:22) no aparece en el texto griego. Esta forma gramatical se llama lacuna y requiere que nos refiramos al verbo antecedente. Es por eso que nuestras traducciones insertan “someteos” (Ef 5:21). Lo que no es obvio leyendo la Reina Valera es que este versículo sirve como la introducción a toda la enseñanza de Pablo acerca de la familia.

La estructura familiar según Pablo (incluye los siervos):

  • 5:22 Las casadas deben someterse a sus maridos
  • 5:25 Los maridos deben amar a sus mujeres
  • 6:1 Hijos deben obedecer a sus padres
  • 6:4 Padres no deben provocar a sus hijos a ira
  • 6:5 Siervos deben obedecer a sus amos
  • 6:9 Amos deben hacer lo mismo

En cada una de las tres relaciones hay una persona a que la cultura otorga más autoridad. En casi todas las culturas, en todos los tiempos, se espera una mujer sumisa[2] que obedezca la palabra de su marido, que haya niños obedientes, y que los siervos hagan lo que sus amos les pidan. No hay nada contra-cultural. Hasta aquí parece que Pablo respaldara la cultura romana y pagana.

En el mundo antiguo no era obligatorio que el marido amara a su esposa. Él tenía una mujer (o más) para el amor y el sexo y otra para proveer niños y establecer su familia. Los padres responsables castigaban a sus hijos fuertemente y provocarlos a ira era normal. La clave interpretativa se nota en lo que Pablo dice acerca de los amos. En las iglesias del primer siglo amos y esclavos se congregaban juntos. Después de describir cómo el siervo debería servir a sus amos (6:6), Pablo les dice a los amos: “haced con ellos (los siervos) lo mismo, dejando las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y para él no hay acepción de personas” (6:9). Pablo ofreció una definición nueva de la relación entre el empoderado y los  que no tenían poder. Nunca ha existido una cultura que haya enseñado que el amo tiene que tratar a sus esclavos, su propiedad, con el mismo respeto y la sumisión que él espera de ellos. Lo radical de la enseñanza de Pablo es que, en el Reino de Dios, los que han disfrutado de la jerarquía (que es consecuencia de la rebelión original de los seres humanos) tienen que soltarla y servir a los que les han servido, amar a los que han sido sumisos y no provocar a los más débiles de la familia.

La redención que encontramos en Cristo no es solamente un lavado en sangre que nos limpia del pecado. Limitamos a Dios cuando decimos que “nacer de nuevo” solo significa que podemos empezar nuestra vida de nuevo.  También, es poner en práctica (vivir) el orden divino delineado originalmente por Dios.  La redención nos ofrece el primer paso hacia la posibilidad de regresar al principio, a lo antiguo, a la vida de los primeros capítulos de Génesis.



      [1] Algunos protestarán diciendo que procrear específicamente no es consecuencia directa de la Imago Dei, ya que los animales también procrean. Una mirada al texto de Génesis puede ofrecer una respuesta. A los seres vivientes del mar, las aves y los grandes monstruos marinos, Dios dijo: “fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra” (1:20-22a). A los animales de la tierra Dios no les mandó nada, pero parece lógico que lo que les pidió de los del mar, también se lo pidió a las bestias de la tierra, aunque el texto no lo dice. Lo que es importante es fijarse en que toda la producción es “según su género” y “según su especie” (1:21). Adam (la raza humana) fue hecha a imagen de Dios. Recibieron la bendición de “fructificad y multiplicaos”. No parece una exageración extender la idea para incluir “según su género y su especie” al ser humano.

Note que cuando el texto da informe de la procreación realizada por Adán incluye algo que distingue entre el ser humano y los animales. El texto dice: “El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo…y vivió Adán ciento treinta años y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen” (Génesis 5:1a, 3). Mientras toda criatura procrea, solamente un ser es capaz de reproducir lo que Dios hizo cuando formó la raza humana. Adán transmitió su imagen y semejanza a su hijo y solamente el ser humano es la imagen y semejanza, es a la imagen de Dios.

[2]Me pregunto si Pablo menciona la sumisión de la mujer porque ella pertenecía a otra familia, pero lo que él les pedía es lo que el texto bíblico dice antes de Génesis 3, “por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán una sola carne” (Gn 2:24). La cultura romana pedía que ella se mantuviera como miembro de la familia de su padre. La Biblia dice que ella debería unirse con su marido y someterse a él y no a su padre. Una vez más vemos un valor del Reino en contra de los valores de la cultura.

Pablo Kazim Gury


 

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