Por Christian Thorne
Es sorprendente descubrir la unidad temática que guardan Las Sagradas Escrituras, donde cada libro, cada narración, cada profecía, cada argumento, apuntan al cumplimiento del plan de redención del hombre que El Señor había preparado desde el principio de los tiempos. Dios mismo decide revelarse al hombre, no solo mostrándole la senda que ha de seguir, sino que también se hace partícipe activamente en el desarrollo y cumplimiento de su divino plan.
Al inicio de la segunda sección del Antiguo Testamento, conocida como libros históricos, Dios nos presenta la vida de un gran hombre llamado Josué, en el libro que lleva su nombre. Este siervo de Dioscumplió un papel preponderante en el establecimiento de la nación de Israel como pueblo de Dios, liderándolos a la conquista de la tierra prometida.
Josué fue preparado por Dios para la misión que habría de cumplir. Inició su ministerio sirviendo a Moisés, el gran libertador de Israel, quien, con la guía y respaldo sobrenatural de Dios, sacó al pueblo de Egipto, donde estaban esclavizados, conduciéndolos hacia la tierra prometida. Con el tiempo, Josué se constituyó en soldado, llegando a liderar el ejército. Registra la Biblia que fue uno de los doce espías que Moisés envió a reconocer la tierra de Canaán (Núm. 13:16, Dt. 1.19-33), trayendo un informe objetivo de lo que había visto, al igual que su compañero Caleb. Por este hecho, fueron las únicas dos personas, de las que salieron de Egipto, que lograron entrar a la anhelada tierra prometida.
Al morir Moisés, Dios mismo lo establece como susucesor, dándole la asignación de conquistar y repartir las tierras que les había prometido (Josué 1:1-9).
El ministerio de Josué estuvo caracterizado por la presencia milagrosa de Dios. Caminar junto a Moisés le permitió desde el principio apreciar el poder de Dios y su oportuna intervención en los acontecimientos importantes en la vida de Israel. Observóel efecto de una vida de intimidad con Dios, donde la fe viene a ser determinante para marchar hacia el cumplimiento de su asignación. Dios tiene propósitos definidos, para loscuales se ha valido históricamente de hombres capacitados y respaldados por Él para el cumplimiento de su voluntad. Es este designio divino el que conduce de forma providencial a sus siervos. Cuando Josué recibe la asignación divina de liderar la conquista de la tierra prometida, recibe también la promesa de Dios de acompañarlo en todo momento, a la vez exigiendo de él esfuerzo constante, valentía y determinación. (Josué 1:7,9).
Intervención milagrosa de Dios en la vida y obra de Josué
Para Moisés fue asombroso ver como Dios actuaba en favor de su causa una y otra vez. Josué, siendo testigo presencial de las milagrosas intervenciones en favor de Moisés y el pueblo, aprendióque donde Dios se hace presente suceden cosas sorprendentes y se cumplen sus propósitos. Su fe se fortalecía día con día, y su comunión con Dios era cada vez mayor, y fue precisamente su conocimiento íntimo de quien es Dios, lo que lo haría marchar con determinación hacia el cumplimiento de su asignación.
Cruce milagroso del Jordán (3: 7-17)
Ahora Josué ya no está a la sombra del gran cabecilla y libertador. Animado y encaminado por Dios, se dispone a llevar al pueblo al otro lado del Jordán. Comunicó con antelación al pueblo las instrucciones recibidas, teniendo la certeza que Dios intervendría a su favor. Enseguida, con gran determinación, los sacerdotes se adentran a las aguas, llevando consigo el Arca de la Alianza, señal de la presencia de Dios. Entonces, el caudal del río Jordánse detuvo de inmediato, pudiendo el pueblo cruzar en seco.
El cumplimiento de lo que Josué había anticipado aumentó la confianza del pueblo en Jehová y consolidó el liderazgo de Josué. Fue estaintervención divina, de forma precisa, lo que enseñó al pueblo que “Dios llega en el momento indicado”. Hoy día nos maravillamos al descubrir que los tiempos de Dios son perfectos. Aunque no parezca que ocurrirá algo significativo, en el momento exacto, ni antes, ni después, Dios interviene en nuestras vidas. El cambiará el curso de los acontecimientos, cumpliendo así con fidelidad sus promesas.
La fe de Josué era grande, ya que, quien ha visto partirse un mar en dos, llover alimento del cielo y agua brotar de piedras, no tiene duda alguna de que, si Dios prometió estar con Él, sería capaz de detener un caudaloso río para abrir camino a su pueblo. Dios nos recuerda que sigue siendo el mismo ayer, hoy y por siempre. No cambia y continúa interviniendo milagrosamente en la vida de sus hijos que claman a Él.
Caída del muro de Jericó (6:1-27)
Continúa Josué avanzando hasta llegar a un nuevo reto como conquistador, la ciudad de Jericó. Ésta ofrecía un gran desafío, ya que estaba protegida por un inexpugnable muro. Nuevamente Dios le indica a Josué cual sería la estrategia a seguir. Debía el pueblo marchar en silencio dando vueltas alrededor de la ciudad, por varios días, acompañados por los sacerdotes y el Arca del Pacto. Mientras, dentro de la ciudad, el pueblose preparaba para lo inminente. Sabían lo que Dios venía haciendo con Israel y cómo les había ayudado prodigiosamente a vencer a sus enemigos.La intervención de Dios no solo se aprecia en grandes y espectaculares sucesos, sino también en pequeños detalles. El Señor puso en una prostituta, Rahab, el deseo de ayudar y esconder a los espías que Josué había enviado a reconocer la ciudad. Este valiente acto de fe hizo que ella y su familia fueran protegidos de la aniquilación que vendría sobre la ciudad, siendo además recibidos e insertados en la nación de Israel, llegando a ser Rahab parte del linaje directo del Mesías. Esto es muestra de la gracia salvífica de Dios, disponible para los que confían en el Él y son objetos de su misericordia, sin importar lo oscuro de su pasado, y sin hacer distinción de sexo, raza, nacionalidad o condición social. La intervención de Dios para preservar la vida de Rahab y la casa de su padre, nos recuerda que, en medio del juicio de Dios, este preserva al remanente fiel que persevera en su fe.
Narran las escrituras que el séptimo día, Josué ordenó al pueblo dar siete vueltas, y en la última gritaron con gran estruendo y el muro de la ciudad literalmente se derrumbó delante de ellos, pudiendo entrar y conquistar la ciudad. Estaba Dios interviniendo activamente en la victoria de Josué y al mismo tiempo haciendo justicia al destruir a un pueblo idólatra y malvado. Dios ordenó que destruyeran todo y a todos, y que no tomaran nada de los tesoros que allí encontraran, ya que eran impuros. El marchar en silencio significó un acto de obediencia, donde fue probada la paciencia del pueblo y la determinación de alcanzar el propósito que Dios les había establecido sin cuestionar sus métodos. Esto nos enseña que cuando Dios nos ordena hacer algo, por muy ilógico que nos parezca, debemos obedecerle sin queja ni comentarios que puedan menoscabar la fe y el ánimo del resto del pueblo.
La lluvia de piedras de granizo (10:1-11)
Una coalición de cinco reyes se confabuló para atacar Gabaón. El rey de esta ciudad se había aliado anteriormente con Israel y por tanto, pidió suayuda. Dios le dijo a Josué que le daba la victoria sobre estos cincoreyes. De inmediato Josué se encamina ensu auxilio, marchando toda la noche para así sorprenderlos. Ya en la batalla, Israel dominaba la contienda, obligando la retirada de los enemigos. En eso, Dios interviene enviando una lluvia de grandes piedras de granizo, causando mayor número de muertes que los que murieron en la confrontación armada. Una vez más, está Dios mostrando su poder y recordándole a su pueblo que era Él quien le daba la victoria. Muchas veces estamos tan confiados en nuestras capacidades y dones que olvidamos de donde provienen. Si reconocemos nuestras limitaciones y acudimos a Él en busca de su ayuda, siempre estará dispuesto a responder a nuestra necesidad. ¡Jehová es el Dios que pelea a favor del débil!
El día más largo (10:12-15)
La lucha contra sus enemigos continuó, y Josué, en una impactante oración hace una petición inusual a Dios. Le pide que detenga el avance del sol en Gabaón y el de la luna en el valle de Ajalón, en otras palabras, que el correr del tiempo se interrumpiera para concluir con éxito la jornada de guerra. Dios escucha su oración, e interviene en el fluir del tiempo, permitiendo a Israel lograr una contundente victoria sin ninguna baja que reportar. No fue por la elocuencia de Josué, lo que hizo que Dios se sintiera obligado a acceder a sus fervientes oraciones. Fue la milagrosa intervención del Dios fiel, que cumple sus promesas y logra ejecutar sus planes. Josué comprendió con claridad su rol como instrumento de Dios para el cumplimiento de sus propósitos. El Señor realmente tiene un plan y se place en usar a sus siervos esforzados y valientes para llevarlos a cabo.
Hoy vemos con admiración a Josué, conquistador de la tierra prometida, quien fue el instrumento de Dios para entregar a Israel la tierra que le prometió a sus padres. Su caminar inquebrantable, oído atento a la voz de Dios y una determinación a cumplir su misión, lo constituyeron en héroe de la nación de Israel. Su relación con Dios nos enseña grandes principios. Dios espera obediencia de sus hijos para hacer conforme nos ordene. Él no fallará a sus promesas, llegará a la hora indicada. Esta obediencia debe ir acompañada de paciencia y confianza en el Dios de milagros. El Señor prometeacompañarnos en todo lo que emprendamos y así lo cumplirá.
Desde el principio de los tiempos, Dios elaboró un perfecto plan para la redención del hombre mediante el sacrificio de su hijo Jesús. Prepararía el camino para su llegada, proveyéndose de un pueblo, que sería el responsable de mostrar al resto de las naciones su gran misericordia y gracia salvadora. Para esto llamará, capacitará y enviará a hombres y mujeres que le amen y cumplan su asignación. Toda labor a favor del plan de Dios es importante, ya sea al frente de un gran ejercito cómo lo hizo Josué, o conversando cara a cara con un pecador en necesidad. En cualquiera de los casos, es Dios mismo respaldando a sus siervos, interviniendo milagrosamente para que sus propósitos se cumplan. Lo importante es estar atento a la voz de Dios y mantenernos en el centro de su voluntad. Nos toca a nosotros dar siempre la honra y la gloria a quien la merece por su inalterable fidelidad.