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El maestro es un aviso

Por publicado originalmente en CONOZCA edición 1976.Vol.2, No.3

Se ven en diferentes partes de la ciudad de Bogotá el afiche que acompaña este artículo. ¿Qué significará? ¿Qué evento señala? Es un 76 estilizado que anuncia la Feria Internacional de Bogotá que se ha de celebrar en el mes de julio de l976. Es supremamente sencillo este aviso; sin embargo, anuncia y orienta sobre un acontecimiento muy importante para el continente, y por qué no decirlo, para el mundo de la ciencia y del comercio.

Los diferentes avisos que se ven por las avenidas, en el cruce de dos caminos, por las colinas de nuestras ciudades tienen no poca importancia, pues enseñan sobre una cosa o acontecimiento. Las gentes descifran las pocas letras, signos, o caracteres con verdadera rapidez. De esta manera el aviso conservado en su puesto ORIENTA, PREVIENE y CONDUCE a una meta o propósito.

Un maestro no es más que un aviso, y aunque silencioso, tiene que ORIENTAR, PREVENIR y CONDUCIR o llevar a término los propósitos, metas -y decisiones plenas en la vida del alumno. El maestro no es el que grita, impone u ordena. Es el aviso silencioso que aclara, comparte, indica.

La orientación es una de las cosas más indispensables en este tiempo, ya que la gente está muy, muy desorientada. El maestro, por lo tanto, debe tomar la responsabilidad de ORIENTAR como lo hizo Cristo cuando dijo con claridad que él era el Camino, la Verdad y la Vida. El maestro debe tener el propósito de aclarar, por todos los medios, cuales son las verdaderas metas o finalidades que se propone. El alumno necesita la orientación que lo lleve al éxito. Esto no quiere decir que el maestro debe enseñar cada detalle a seguir, pues Cristo tampoco lo hizo. Pero el Orientador de vidas sí presentaba sus pedagógicas parábolas, indicando así el derrotero a seguir.

Cuando una persona se encuentra desorientada frente a muchos caminos, necesita urgentemente una guía. Qué alivio cuando puede fijarse en algún aviso que silenciosamente, al lado del camino, le haga ver cuál ruta debe tomar.

La segunda tarea del maestro es la de PREVENIR. En estos tiempos en que la gente es liberada, no quiere recibir las prevenciones que ya por la experiencia o por la observación del maestro le pueden evitar muchos problemas. Pero a pesar de ello, muchos quieren escuchar y estar prevenidos para asegurarse de llegar al final sin equivocaciones o desvíos. El maestro, por lo tanto, debe prevenir a sus alumnos acerca de los peligros que esperan adelante en el camino. El maestro, como el aviso parado en un sólo lugar, tiene el deber, la obligación, la responsabilidad de prevenir la pérdida, el desvío o el accidente que puede ser fatal. Así como el aviso de Circulación y Tránsito que indica “Puente angosto”, “Curva a la derecha”, “Curva a la izquierda”, de la manera, el maestro, con su fe y su experiencia, prevendrá con autoridad muchas desgracias al alumno.

El aviso a lo largo del camino no grita, no salta, no se excita, pero pobre el que lo desconoce, el que no lo mira, el que no frena su vehículo para fijarse en sus observaciones o indicaciones. Y pobre también el que no oye las prevenciones de su maestro.

La tercera responsabilidad del maestro es CONDUCIR. El conductor espiritual debe mantenerse al nivel de estabilidad y madurez en las cosas de Dios. No puede defraudar con cambios.

El aviso que se destine, que lo corroe el moho o que el viento lo derriba no puede dar la orientación, ni la prevención ni puede indicar el camino a seguir. De la misma manera, el maestro que no tiene una formación genuina ni se mantiene estable, no podrá ser el guía para la humanidad necesitada de estos tiempos que apremian. El maestro fiel ante la lluvia y ante el sol de los problemas y luchas se mantendrá en pie, y ese es el que recibirá la recompensa de la satisfacción de haber enseñado bien, además del galardón de Dios. Grande será llamado en el reino de los cielos el que es fiel en la enseñanza.

El Maestro de maestros nos ha dicho: “Id, y haced discípulos a todas las naciones…ENSEÑÁNDOLES que guarden todas las cosas que os he mandado.” Mateo 28:20.

Aristóbulo Garzón A.


 

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