Por Marcelo Marcón
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¿Y si mejor nos quedamos aquí?
Esta es una pregunta que nadie se haría en medio de una mudanza… Porque a pesar del trabajo que esto significa, se entiende que el cambio será para mejor. Sin embargo, esa es la pregunta que, pareciera ser, se hace la iglesia de estos tiempos.
Nos encontramos con un escenario en donde muy poco se predica desde nuestros púlpitos sobre “La Segunda Venida de Cristo”. Escuchamos todo tipo de mensajes que intentan cubrir todas las necesidades de los oyentes, pero las predicaciones “Escatológicas” resultan ser las más escasas.
En Las Asambleas de Dios a nivel mundial hemos proclamado por mas de cien años nuestras cuatro doctrinas cardinales: “La salvación por fe, la sanidad divina, el bautismo en el Espíritu Santo y la segunda venida de Cristo.”
A pesar de esto, esta última es la menos tenida en cuenta a la hora de preparar un sermón para la iglesia. ¿Por qué pasa esto? ¿Por qué no queremos mudarnos si el lugar que se nos prometió es mucho mejor? A través de estas líneas intentaremos identificar algunas causas de tal fenómeno.
1. Comencemos con la Teología de la prosperidad, como intento de “ponerle un precio” al evangelio y una meta a nuestra relación con Dios; en la cual debiéramos alcanzar el mejor “estatus” económico y la menor cantidad de sobresaltos posibles ya que somos hijos del Rey de Reyes y nuestro linaje no concuerda con el sufrimiento. Los mensajes de prosperidad en esta época son muy bien recibidos y aplaudidos por los fieles ya que todos están en su búsqueda implacable por vivir mejor y por padecer lo menos posible.
En realidad, el concepto de “Teología de la prosperidad”, es una máscara muy bien pensada del materialismo. Consiste en asignar un valor monetario a todo lo que el hombre pueda valorar. Los predicadores han viajado del pensamiento que “el obrero es digno de su salario” a transformarse en “verdaderos asalariados”. Están muy enamorados del éxito, de sus confortables estados, y con la cosecha de lo que ha sembrado; que no hay interés respecto en predicar que esa hermosa realidad se vaya a interrumpir con la segunda venida.
Por consiguiente, tratarán de predicar un mensaje que siga asegurando lo superficial por sobre lo eterno, lo terrenal por sobre lo celestial.
2. Otro causa que va de la mano con lo anterior descansa en la frase tan de moda: “el cielo aquí”; por mal interpretarse las palabras de Jesús en la oración del Padre Nuestro de Mateo 6:10. Predicadores que fuerzan las Escrituras para moldear este argumento de que podemos vivir el cielo en la tierra y que tenemos la ventaja que por su voluntad nos vaya bien en todo y que no tengamos ninguna situación que genere tristeza.
En realidad, lo que Jesús dijo fue: “hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”, lo que tiene que ver con lo que siempre ha si el deseo de Dios: que las personas puedan conocerle y ser salvos. Esto se relaciona con la expresión anterior: “venga tu reino”. En otras palabras, la manifestación del cielo en la tierra tiene que ver con almas convertidas a Cristo y no con la invención de un “cielo terrenal” que asegure una vida sin problemas.
Por lo tanto, el concepto del “cielo aquí” disminuye la esperanza en su venida. Se supone que como predicadores compartimos el mensaje del “cielo allá”, con una iglesia arrebatada, y con Cristo reinando por la eternidad..
3. También “el secularismo”; que para muchos es el principal problema del cristianismo actual; ofrece la idea de convertir a la iglesia como un organismo que más que amoroso sea “hipertolerante”. Se trata de no confrontar a nadie con un mensaje que contradiga sus hábitos.
El secularismo establece la noción de “está prohibido prohibir” y entonces, el mundo introduce sus buenas nuevas en la iglesia con un fuerte énfasis antropocéntrico más que Cristocéntrico. Por lo tanto, los predicadores enfatizan esa atrayente libertad y apertura, por encima de la preparación constante para una segunda venida que le pondría fin a una vida tan libre.
4. No puede quedar afuera “el racionalismo”, que busca filtrar todas las doctrinas, por mas sobrenaturales que sean, por el razonamiento humano. Muchas de nuestras doctrinas de alguna manera pueden explicarse de manera bastante lógica y razonada. Pera la enseñanza acerca de la Segunda Venida de Cristo es algo que más que explicarlo solo puede decidir creer o no creer. Es un acto solo de fe.
Los racionalistas siempre basan sus creencias en los argumentos derivados de experiencias. Por ejemplo, si hablamos de nuestras doctrinas principales; podemos creer y asegurar que alguien ha sido salvo por los cambios evidentes de su vida; tampoco nos complica creer en la sanidad divina porque de la misma forma, hasta tenemos exámenes médicos que evidenciaban una enfermedad que desapareció.
5. Y que decir del bautismo en el Espíritu Santo cuando oímos a un creyente hablar en nuevas lenguas… ¿Cómo no creerlo? Pero, ¿Qué Cristo vuelva por su Iglesia? ¿Un rapto de los cristianos? Esto es algo más difícil de racionalizar porque no tenemos una evidencia constante y sostenida en el tiempo como en las otras doctrinas.
Por lo tanto, se cree por fe y se debe predicar por la misma fe. Aunque muchos miren al predicador como un loco, la Segunda Venida de Cristo debe anunciarse por fe y por convicción, no por razonamientos ni evidencias.
6. Otra razón, es que muchos predicadores conservan el recuerdo heredado de tiempos antiguos, ya que, cada vez que se les predicó de este tema fue de “una manera atemorizante”.Quien compartía la Palabra desde ese púlpito, parecía más un juez dictando sentencia a los pecadores, que un predicador de buenas noticias. A diferencia del apóstol Pablo, quién termina sus palabras enseñando sobre el rapto de los cristianos diciendo: “por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”(1 Te.4:13-18).
¿Por qué será que siempre tenemos la osadía de cambiarle el tono a las Escrituras? Anunciar la segunda venida, también pertenece al gran mensaje del Evangelio, son “buenas noticias” también.
7. Una causa más, por la que muchos predicadores omiten entregar mensajes sobre el retorno del Señor, es la “falta de un criterio unificado” en la forma y en el orden de los sucesos de tal doctrina. Hacer exégesis escatológica(apocalíptica) es mucho más complicado que la interpretación de cualquier otro género literario de la Biblia. Merece más tiempo y esfuerzo debido a tanto leguaje figurado, simbología y comentaristas que tienen conceptos tan dispares en sus ideas.
Además, cuando el predicador logra llegar a sus propias conclusiones, aún así habrá gente que pensará de manera distinta a la suya. Por lo tanto, se decide no meterse en problemas respecto de la vida futura, si hay tantos temas para abordar de la vida presente.
La lista de causas podría seguir. Lo cierto es que la predicación de un Evangelio sin está doctrina resulta en un Evangelio incompleto. Hubo una iglesia en el Nuevo Testamento que al parecer estaba pasando por la misma situación: los filipenses. Un pueblo que, por el lugar donde vivían, como “colonia romana”, gozaban de beneficios como la exención de impuestos; se estaban acomodando muy bien a esa vida si demasiados sobresaltos. Sin embargo, Pablo les advierte desde la cárcel les escribe: “mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Fil.3:20). Qué revelador que el apóstol, desde la incomodidad de un cárcel romana, tuviese tan presente la realidad de una ciudadanía celestial versus una iglesia tan cómoda y con tantas regalías que se olvidó de la espera de su Señor.
¿Y si mejor nos quedamos aquí? Se pregunta la iglesia contemporánea. ¿Y si mejor nos dedicamos a disfrutar la vida actual en vez de mudarnos a nuestro nuevo domicilio en el cielo? ¡Es tiempo de que los predicadores respondamos a la misma interrogante con un rotundo No! Prediquemos un mensaje completo, Cristo salva, sana, bautiza con su Espíritu, y como desenlace final, viene por su iglesia.
Volvamos a darle un lugar en nuestros púlpitos a tan importante y trascendental doctrina. Aún estamos a tiempo. Tal vez, por sobre todas causa que se opone y por sobre todo lo que este mundo nos ofrecer, podemos decir “vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron” (Ap. 21:1). Preparémonos para nuestra mudanza.
Excelente… si, es poco lo que he escuchado de SU venida y de, como usted dice, Nuestra mudanza a nuestro nuevo hogar. Me encantaría escuchar sobre ello. Gracias pastor Marcelo.. Dios le dé cada día la sabiduría que necesita para guiar en el camino correcto a los hijos de Dios!