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Aportes de la educación profesional a los profesores de los institutos bíblicos

Por publicado originalmente en CONOZCA edición 2020.1

Por Nicolás Marcón

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Generalmente los términos ministerio y profesión suelen viajar por carriles separados, y bajo algunas percepciones, contrarios. Concebir el ministerio como una profesión suele entenderse casi como una calumnia porque se piensa que una profesión mecaniza el desarrollo de cualquier tipo de vocación, en nuestro vocabulario sería “llamado”.

Sin embargo, si repasamos las características propias de una profesión tal vez se arribe a una conclusión diferente.

En primer lugar cualquier profesión debe tener una formación específica cuya validez esté reconocida a través de un título habilitante. Cuando trasladamos dicha idea al ministerio, también se espera que los ministros hayan pasado por un tiempo de educación formal en cuanto a lo bíblico, a lo teológica y lo ministerial. Pese a que en la mayoría de nuestros países de América Latina la formación ministerial carece de un reconocimiento oficial, una vez que un candidato recibe su credencial de ministro queda acreditado como tal aún delante de requerimientos o demandas oficiales y de gobierno.

En segundo lugar una profesión responde a determinadas reglas que delimitan el desempeño eficaz de una profesión; un código ético, lo que se denomina también deontología profesional; es decir, la formación ética del profesional como persona que utiliza su formación en función del bien.

En tercer caso, el desarrollo de una profesión se relaciona con la prestación de un servicio social, y nadie más interesado en prestar un servicio social a su comunidad y su contexto que un ministro del evangelio.

Como último punto referido a la profesión se dirá que ejerce una profesión recibe a cambio una retribución económica por su servicio prestado,i lo que incluye el sustento económico (en la mayoría de los casos parcial) de quienes ejercen un ministerio a Dios y a su iglesia, y sabemos que tal aspecto cuenta con respaldo bíblico (Ga.6:6, 1 Ti.5:18).

Por lo tanto, seguir pensando que el ministerio no es una profesión dista mucho de lo que implica tanto el significado como el desarrollo de lo que se reconoce como profesión.

En el caso específico de este artículo se pretende reconocer los aportes educación profesional en los profesores de Institutos Bíblicos; pero antes se compartirá los resultados de una encuesta realizada a 300 profesores de Institutos Bíblicos de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Paraguay, Perú y Uruguay.

En cuanto a los años de ministerio el 55% de los encuestados tiene ente 1 y 10 años de ministerio como profesor de Institutos, el 21% entre los 11 y los 20 años, y el 24% restante para quienes llevan desde 21 años a más de 30 en la docencia cristiana. Lo que se observa aquí es un claro cambio generacional entre los que han comenzado y los que llevan más de 20 años de ministerio en la educación cristiana.

El 85% de los encuestados pertenece a las Asambleas de Dios mientras que el resto pertenece a otras denominaciones hermanas.

De los 300 encuestados 178, es decir el 60% posee un título profesional (que no necesariamente sea de formación docente), en tanto el 40% restante no. Dichas cifras son muy gráficas al considerar el aporte de una profesión a nuestras clases en los Institutos. De los que respondieron tener formación profesional, casi la mitad de ellos (49,8%) posee un título de formación docente.

En el punto que se pregunta cómo se considera la formación profesional docente en el ministerio de la enseñanza se obtuvieron 215 respuestas repartidas de la siguiente forma:

El 78% la reconoce como necesaria, 19% imprescindible y el 3% restante innecesaria; lo que nos lleva a observar que el 97% de 215 profesores afirma que la formación profesional docente es importante.

Para quienes poseen título de formación profesional docente, sostienen en un 94% que dicha formación incide, ayuda o influye en el desarrollo de sus clases en los Institutos Bíblicos.

En el caso de quienes no poseen formación profesional docente, el 59% estima que eso no es una limitación en su ministerio de enseñanza. Para el 41% restante, fue la pregunta siguiente acerca de cuáles pueden ser las limitaciones que reconoce en su ejercicio docente; en tal caso hubo 127 respuestas repartidas (en este caso se podía elegir más de una posibilidad) en las opciones de: 41% en estrategias didácticas, 19% en la actualización de contenidos, 12% en la conducción de grupos y un 7% en el uso de la bibliografía; el porcentaje restante eligió la opción otros.

Para el total de los encuestados se preguntó si ha procurado equiparse o mejorar en su desempeño como profesor de Institutos, a lo que el 95%, un equivalente a 295 participantes dijo que sí a través de las siguientes opciones (de las cuales podía elegirse más de una): 23% en ISUM, 12% en la Facultad de Teología, 19% en las Cumbres Educativas, 30% en Cursos de Capacitación o Formación, el porcentaje restante eligió otros.ii

La encuesta realizada entre los 300 profesores de Institutos Bíblicos nos arroja las siguientes apreciaciones:

  • Un alto porcentaje de los docentes reconoce la importancia de la formación profesional docente, tanto necesaria como imprescindible.
  • La mitad de quienes no poseen formación docente profesional reconocen limitaciones a la hora de enseñar.
  • Dichas limitaciones se relacionan con estrategias didácticas en primer lugar y actualización de contenidos en segundo lugar.
  • Casi todos los encuestados han procurado continuar su proceso de formación docente, en tal caso, un poco más de la mitad de ellos en las instancias que ofrece el Servicio de Educación Cristiana (ISUM, Facultad de Teología y Cumbres Educativas). Tal vez el desafío sería aumentar dicho porcentaje.

Vistos los resultados y el análisis de la encuesta respondida veamos qué puede aportar de la formación profesional docente a los profesores de Institutos Bíblicos.

  1. Estrategias didácticas: bajo esta denominación se hace referencia a las acciones planificadas por el docente para llevar adelante el proceso de enseñanza y aprendizaje en su clase y así cumplir con sus objetivos. Las estrategias didácticas están integradas por los métodos y técnicas de enseñanza, por los recursos audio visuales, los auxiliares para lecciones objetivas y la manera de trabajar con el grupo de los alumnos.

La formación docente profesional aporta la fundamentación para el uso de cada estrategia y su relación con los contenidos a enseñar por parte del profesor y el aprendizaje por parte del alumno.

  1. Secuenciación de contenidos: en el universo de la educación ya se ha demostrado con creces que los alumnos aprenden más y mejor si el “objeto cognoscible” se les presenta de forma ordenada en términos lógicos (cuando el conocimiento responde a un determinado criterio), psicológicos (cuando el conocimiento responde a un determinado criterio según la edad y la forma de pensar del alumno) y significativos (cuando el conocimiento se relaciona con el alumno y se hace aplicable a su vida y a su contexto). Por lo tanto, establecer un “encadenamiento” de los temas a trabajar en cada clase demanda del docente un esfuerzo de planificación que responda a un trayecto secuenciado, seguido, y ordenado tanto en los contenidos como en las estrategias didácticas.

Si bien es cierto que ciertas asignaturas son más fáciles de secuenciar por el criterio cronológico o temático, otras merecen mayor atención a la hora de planificar.

  1. Actualización de contenidos: Este punto suele ser difícil de aceptar para quienes, en los Institutos Bíblicos, enseñan sobre todo materias bíblicas ¿Qué de nuevo puede enseñarse que no esté en las Escrituras? A decir verdad mucho, ya que cada vez se cuenta con mayores descubrimientos aportados por las ciencias auxiliares como la Arqueología, la Historia, la Lingüística, entre otras, que iluminan más la comprensión de la Biblia. Asi que, si aún en los aspectos bíblicos es necesario la actualización de contenidos, cuento más en lo que respecta a lo ministerial y teológico frente a un mundo que cambia y demanda nuevas razones de fe.

En este aspecto, la formación docente profesional crea la conciencia y la competencia técnica para que el profesor se actualice constantemente lo que enseña, y sobre todo que sea aplicable en la praxis ministerial de cada obrero en su preparación.

  1. Conducción de grupos: uno de los asuntos que se suele ignorar en un aula de clases tiene que ver con que el conjunto de los alumnos se constituye en un “grupo” y desde su conformación comienza a interactuar como tal a partir de características propias e irrepetibles; pese a que se pueden establecer formas generales de comportamiento entre un grupo y otro.

La conducción del grupo – clase en las aulas vale tanto para quien enseña como el manejo del contenido, las estrategias didácticas o la actualización de sus recursos.

Pese a que en la mayoría de los Institutos Bíblicos los alumnos son jóvenes y adultos; y se supone que no habrán sobresaltos en la interacción entre ellos; en la práctica la formación docente en este punto se hace imprescindible para intervenir en la dinámica social que se produce: el descubrimiento de los tipos de grupos, la identificación de líderes negativos y positivos, las interacciones proactivas frente a conflictos, entre otras. Recordemos que enseñar actitudes también son parte fundamental del quehacer docente de un profesor de Instituto Bíblico y la conducción de grupos ayuda en ello.

  1. Teorías del aprendizaje: “Una teoría del aprendizaje es un constructo que explica y predice como aprende el ser humano, sintetizando el conocimiento elaborado por diferentes autores”.iii Cada teoría desde su perspectiva contribuyen al conocimiento y proporcionan argumentos explicativos a partir de distintos enfoques, y aspectos.

Dicha temática es imprescindible en los programas de cualquier universidad o centro de formación profesional. Se trata de estudiar desde diferentes enfoques cómo el sujeto del aprendizaje “aprende”, por lo tanto, cada teoría tendrá su propia concepción antropológica, el rol docente, el tratamiento del contenido, la forma de abordar la enseñanza e inclusive su manera de interactuar.

Entre las primeras y fundamentales teorías del aprendizaje se pueden distinguir el conductismo, el procesamiento de la información y sus líneas mediacionales, el constructivismo genético de Piaget, el aprendizaje significativo de Ausubel, la teoría socio cultural de Vygotsky y las corrientes críticas de la pedagogía y de la educación. De las teorías mencionadas se abre un sin número de subcorrientes que profundizan los detalles de cada una de ellas.

Para este tiempo, en términos generales ningún docente se identifica y aplica solo una las teoría, antes bien, se reconoce el caso, el grupo o la situación educativa en particular y se decide en función a ello; la mirada en estas teorías es más ecléctica y holística.

El conocimiento y manejo de las teorías del aprendizaje ofrece al docente, no solo una guía para actuar en el aula, sino además una explicación de las conductas, los aprendizajes y la forma de construir el conocimiento.

El gran desafío para quienes llevan adelante el ministerio en las aulas de los Institutos Bíblicos demanda una constante vigencia y los aportes de la formación profesional docente pueden ser esenciales a la hora de enseñar.

Que no perdamos la perspectiva de trascendencia que significa la formación de obreros para la obra del ministerio en esta generación y en las futuras y la responsabilidad que eso conlleva.

Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido” (1 Ti.4:6).

 

 

i Zulema Paredes de Meaños, Hacia la profesionalización docente, Buenos Aires: El Ateneo, 1997.

ii Entrevista realizada entre el 6 y 13 de agosto del 2020 a través de google forms.

iiiStockholm Challenge Award, Teorias del aprendizaje, nuevo enfoque, 2003.

 

Nicolás Marcón


 
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Comentarios: 5

  1. Nasly Martínez

    Excelente aporte

  2. lucas Careddu

    Muy útil y muy cierto

  3. Nicolas

    Muy interesante…

  4. Andrea uscategui

    Que buena investigación, deja un gran desafío a la educación cristiana actual.

  5. Ludys Morales Q.

    Este artículo establece un paralelo entre los términos ministerio o llamado y profesión, que suelen considerarse contrarios, no obstante al describir las características propias de una profesión se encuentran similitudes y se plantea que el ejercicio ministerial si puede ser considerado una profesión. De igual manera se pretende reconocer los aportes de la educación profesional en los profesores de Institutos Bíblicos.
    Interesante los resultados y análisis de las 300 encuestas realizada a maestros de seminarios bíblicos de las Asambleas de Dios de diez países.
    A lo que voy, es: que estoy totalmente de acuerdo con el planteamiento de la necesidad de que los maestros sean capacitados o actualizados en los aspectos pedagógico o considerar esto como un desafío, característica y responsabilidades del maestro bíblico. Teniendo en cuenta que la educación es dinámica, sus actores también deben serlo. Uno de los escritores que coincide con la necesidad que aquí se expresa es Hendrick,Howard (2003), el cual expresa: “Si todo cambia vertiginosamente, se requiere que el maestro asuma interés de actualización continua y de crecimiento porque de lo contrario, será mediocre, anacrónico y dejará de enseñar; y sus discípulos estarán bebiendo de un charco estancado en lugar de una fuente” (17–18,20), llevando lo anterior a la autorreflexión, surge la pregunta: qué soy o quiero ser, un charco estancado o una fuente natural? Sin duda alguna, quiero que el Señor me guíe siempre; me sacie en tierras secas, fortalezca mis huesos. En todos los aspectos, sea similar a un jardín bien regado, y como un manantial cuyas aguas no se agotan. Basado en Isaías 58:11.
    Pastor Nicolás Marcón, muchas gracias por este artículo, que me pareció interesante y pertinente. Bendiciones.

    Howard, Hendrick. 2003. Enseñando para cambiar vidas. Miami, Florida:
    Editorial Unilit.

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