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La cena pascual y el Evangelio

Por publicado originalmente en CONOZCA edición 2021.1

Por Saúl Zafra

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Para el judaísmo la pascua o cena pascual es una de las ceremonias más solemnes hasta el día de hoy; conocida en la Iglesia evangélica pentecostal como cena del Señor o Santa Cena. En todos los tiempos la Iglesia y los hermanos nos gozamos al participar de esta comunión recordando la muerte de Jesús y anunciando su venida. Sin embargo; es sabido por todos, que, en las últimas décadas, se han levantado corrientes heréticas que han tratado de confundir nuestra fe cristiana, entre ellos; el llamado “movimiento raíces hebreas”.

A menudo, he visto cristianos practicar la adopción de costumbres judías o herramientas rituales en su adoración evangélica, como: usar la kipá (pequeña cubierta redonda para el tope de la cabeza), poner tefilín (tiras de cuero que amarran algunos versos bíblicos al brazo durante la oración), o cubrirse con el talit (manto de oración). Algunos han aprendido a hablar hebreo, y aún han adoptado nombres hebreos. Otros guardan el shabat (sábado).

Otro grupo extremista dice que Jesús (Yeshúa o Mashiaj), no era Hijo de Dios, negando su deidad y declarando que era humano como cualquier otro. Que conste que no se trata de personas judías, sino gentiles, que piensan que al adoptar estas costumbres judías se convertirán en cristianos más bíblicos.

Esta falsa corriente ataca a los evangélicos, enseñando que es abominación la Santa Cena que celebramos los domingos. Enseñan que es un error celebrarla cada domingo, o cada mes, solo se debe hacer una vez al año como enseña la Torá en éxodo 12. Declaran que esta fiesta es exclusivamente para el pueblo de Judá e Israel, no para los cristianos de hoy. Para participar del Pesaj, se debe participar de los pactos, eso quiere decir; estar circuncidado. Dios demandará la participación de los pactos.i Este falso movimiento condena tajantemente a los cristianos al celebrar la cena pascual en día domingo, según ellos es la adoración al sol. En su teología Jesús murió un miércoles y resucito en sábado. Lo que nosotros celebramos los domingos y en semana mayor es una ofensa para Dios: “Para separar el sacrificio de Yahshua de Pascua y vincular con la semana santa es un sacrilegio de inmensa proporción y un insulto a Yahshua”ii, según el concepto de este movimiento practicamos un paganismo cristiano.

Por lo tanto; ellos lo celebran anualmente el día 14 del mes de Nisán o Abid, usando pan sin levadura, hierbas amargas y vino de uva; después de ese día no comen levadura física por siete días.

Cabe entonces las preguntas: ¿Estamos celebrando correctamente la cena del Señor? ¿Es necesario realizarla como en el Antiguo Testamento? ¿Con que frecuencia debemos celebrarla? ¿Debemos realizarla en día domingo?

En las siguientes líneas procurare dar respuesta a estas preguntas a la luz de la Palabra de Dios:

ANTECEDENTE HISTÓRICO DEL ANTIGUO TESTAMENTO

El Libro del Éxodo, no solo cuenta la historia de lo que sucedió en la noche de Pascua; sino que deja claro que los mecanismos de la historia Divina, se habían puesto en marcha para sacar un pueblo esclavizado en Egipto y convertirlo en el Pueblo escogido por Dios. No sería sólo un momento de liberación; sino el comienzo de la redención.

El término en arameo es pásja, y en hebreo pesach, “pasar de”, “pasar por alto”. La pascua era una de las fiestas más solemnes del calendario hebreo, fue instituida en Egipto con el fin de conmemorar el acontecimiento fundamental de la liberación de los israelitas. (Éxodo. 12; Deuteronomio. 16:1-2). En aquella noche histórica, el ángel de la muerte había destruido a los primogénitos de todas las familias egipcias sin tocar ni un hogar israelita, porque el dintel de sus puertas estaba salpicado con la sangre de los corderos sacrificados en la tarde. Debían comerla apresuradamente, con el bastón en la mano, y con la actitud de personas dispuestas a partir en la liberación prometida por Dios.

INSTITUCIÓN DE LA CENA DEL SEÑOR

Los cuatro evangelios narran como Cristo instituyo la cena del Señor manifestando que el significado original de la pascua adquiría una nueva dimensión y cumplía con el simbolismo profético de la liberación de los israelitas en Egipto.

Todo varón judío, de doce años de edad en adelante, debía asistir a la Pascua en Jerusalén, El día diez del mes de Abib o Nisán (que en general corresponde a nuestro mes de marzo, aunque a veces sus últimos días entran en abril) se apartaba un cordero macho de un año, sin defecto; y el día catorce, entre las tres y las seis de la tarde, lo mataban. En los días de nuestro Señor la celebración de esta fiesta incluía los siguientes elementos:

a. Una oración de acción de gracias a cargo del jefe de familia; a continuación, se bebía la primera copa de vino; posteriormente se seguía bebiendo durante toda la fiesta.

b. Como recuerdo de la amarga esclavitud en Egipto, se comían las hierbas amargas.

c. Estaba el tazón de agua salada, con la finalidad de recordarles las lágrimas que habían derramado en Egipto y las aguas del mar Rojo por las que habían salido milagrosamente a la libertad.

d. Estaba una pasta llamada jaróshet, que era una mezcla de manzanas, dátiles, granadas y almendras, que les recordaba la arcilla de la que tenían que hacer los ladrillos en Egipto. Le ponían unos palitos de canela para recordarles la paja que contenían los ladrillos.

e. La pregunta del hijo: “¿Por qué es esta noche distinta de las demás?” era seguida de la respuesta correspondiente del padre, que podía ser leída o narrada.

f. Canto de la primera parte del Hallel (Sal. 113, 114) y lavamiento de manos.

g. Se empezaba a comer el cordero junto con el pan sin levadura. El cordero se

comía en conmemoración de lo que se les había mandado hacer a sus antepasados la noche en que el Señor hirió a los primogénitos de Egipto y liberó a su pueblo.

El pan sin levadura, era un recordatorio de los primeros días del viaje en que comieron este pan de prisa. Era también; un símbolo de pureza.

h. A continuación la comida en la que cada uno podía comer lo que deseara, siempre que hubiera comido primero el cordero.

i. Canto de la última parte del Hallel (Sal. 115–118).

Durante los quince siglos que pasaron entre el éxodo de Egipto y la época de Jesús, la celebración de la pascua judía mudo en varios aspectos. Samuel Vila aporta: “Después de la destrucción del Templo de Jerusalén por las tropas de Tito, desapareció la posibilidad de inmolar el cordero en el Templo, por lo que el judaísmo celebra desde entonces la pascua sin la víctima, sin su componente central, que era precisamente el tipo de Aquel a quienes ellos rechazaron, y a quien reconocerán cuando venga en Gloria. (Zacarías. 12:9-14)”iii En la actualidad, para los judíos la comida ritual de la Pascua se llama Seder y la mayoría de tradiciones fueron fijadas después de la destrucción del Templo en el 70 d.C.

TIPOS PROFÉTICOS ACERCA DE JESUCRISTO

La cena del Señor es una parábola de la fe cristiana. De ella se desprenden algunos conceptos de profundo significado:

a) Redención y expiación. En la expresión de Cristo: “Mi sangre…que por muchos es derramada para remisión de pecados”. (Mateo. 26:28), señala claramente el carácter expiatorio de la muerte de Jesús (Éxodo. 24:6-8; Levítico. 16) “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”. (Isaías. 53:12) La sangre era símbolo de la vida, pues se concebía que la vida estaba en la sangre (Lev. 17:11). Se derramaba la sangre de los animales sin defecto en lugar de los pecados de los hombres, pues sin derramamiento de sangre no hay perdón (Hebreos. 9:22). La sangre de nuestro Señor, logra el perdón perfecto, o remisión, de los pecados. ¡Que don inmerecido hemos recibido!

b) Nuevo pacto. “Es mi sangre del nuevo pacto” (Mateo. 26:28) El antiguo pacto había provisto un sistema de sacrificios que eran solamente sombras; símbolos proféticos del verdadero sacrificio. La sangre de esos sacrificios no había podido quitar los pecados (Hebreos. 10:4), de manera que Dios había prometido un nuevo pacto con su pueblo: “He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá… Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo… porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado“. (Jeremías. 31:31-34). Ahora, todo el sistema antiguo se pone a un lado para que el nuevo pacto entre Dios y su pueblo sea ratificado y sellado por la sangre de Cristo. El antiguo pacto era un fracaso (Miqueas. 6:6-8). Por esto se hizo necesario el mensaje de Jeremías respecto al nuevo pacto. Con una sola ofrenda, Jesús hizo perfecto para siempre a los santificados (Hebreos. 10:14).

c) Comunión con Cristo.

La Ultima Cena proporcionó la oportunidad necesaria para que el Señor tuviera comunión íntima con los suyos. En aquellos tiempos, comer juntos era ocasión de comunión. En el presente, la Santa Cena nos proporciona la oportunidad de tener comunión con nuestro Salvador. Él es el Anfitrión invisible del banquete, y nosotros los invitados. Al mismo tiempo, es el Cordero pascual: “Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (1 Corintios. 5:7), inmolado una vez para siempre (Hebreos. 9:26). Que maravilloso es saber que Cristo es nuestra Pascua. Él fue sin tacha alguna como el cordero pascual; ninguno de sus huesos fue quebrantado (Éxodo. 12:46; Juan. 19:36) La comunión con Él, nos nutre y da fuerza para el peregrinaje hacia el cielo, nuestra tierra prometida.

d) Unión de los creyentes con Cristo y entre sí. Participar en los emblemas del cuerpo y la sangre del Señor simboliza permanecer el Él (Juan. 6:56). Participamos espiritualmente, de manera que moramos en Él, y Él en nosotros.

De igual manera, el apóstol Pablo señala: “Siendo un solo pan” (Cristo), “Con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan” (1 Corintios. 5:17). A pesar de las posibles diferencias que puedan existir en la Iglesia, somos uno ante los ojos de Dios, puesto que todos los creyentes participamos del mismo Cristo.

e) Conmemoración. El Altísimo menciono: “Haced esto en memoria de mí”, (Lucas. 22:19; 1 Corintios 11:24). “Haced. Es decir, continuad haciéndolo, el verbo es presente continuo”iv como diciéndonos “Recuerden mi muerte”. Esto nos enseña que el aspecto más importante de su misión fue su muerte, en cual dio su vida en rescate por muchos. Debemos participar pensando en lo que hizo y por qué lo hizo. Si la Cena del Señor sólo se convierte en un ritual nada más o en un hábito piadoso, ha dejado de recordarnos a Cristo y perdió su significado.

f) Esperanza. La Cena del Señor es un acto escatológico, pues mira anticipadamente el regreso del Señor: “Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga” (1 Corintios. 11:26) Cristo indicó que la Santa Cena era un anticipo del banquete mesiánico del cielo, donde bebería nuevamente de aquella copa con los suyos (Mateo. 26:29).

CONCLUSIONES:

1. Tanto judíos y gentiles podemos participar de la cena del Señor porque estamos en el nuevo pacto. Los santos requisitos de Dios y del antiguo pacto ya fueron satisfechos para siempre. Una nueva y viviente manera de entrar en la presencia y la provisión de Dios ya fue preparada a través de Cristo, el Cordero de Dios. Se estableció un nuevo y eterno vínculo por medio de la sangre de Cristo Jesús. Dios ha inaugurado soberanamente el nuevo y definitivo pacto. No renunciemos a participar de la cena del Señor, dejemos que nos recuerde lo que Cristo hizo por nosotros. Jamás Jesús o su apóstoles prohibieron a los no judíos participar de la Santa Cena, el pueblo de Dios está conformado por personas redimidas de todo pueblo, linaje o nación. ¡Gloria a Dios por ello!

2. Cada Iglesia puede decidir en qué día y tiempo participar de la Cena del Señor. Aunque lo más recomendable y, de hecho; la mayoría de países en América Latina celebramos esta maravillosa ordenanza cada primer domingo de mes. No debemos condenar, ni satanizar a aquellas congregaciones que lo realizan cada domingo, o incluso, algún otro día de la semana. Sea por la mañana o por la noche, se puede celebrar con toda libertad. En todo el Nuevo Testamento no encontramos el mandato de Jesús o la enseñanza de los apóstoles de hacerlo cada año, y quienes enseñan esta práctica carecen de fundamento hermenéutico y exegético de la Palabra. Lo que si encontramos en varios pasajes del Nuevo Testamento son instrucciones detalladas acerca de la cena del Señor en la iglesia de Cristo (1 Corintios 11:23-34; 10:16,17). También encontramos ejemplos bíblicos de la celebración de la cena en el primer día de la semana (Hechos 2:42; 20:7). A la luz de las Escrituras la primera Cena del Señor fue en día jueves, Cristo la instituyo y participo con sus discípulos. Al respecto William Hendriksen aporta: “Resulta claro, por Lucas. 22:7 que esta cena se comió a la hora indicada, es decir, durante la noche que seguía a la tarde en la que, según la ley de Moisés, los corderos habían sido sacrificados”v Jesús fue crucificado en día viernes, el día antes del sábado, se afirma expresamente en (Marcos.15:42; Lucas. 23:54). “Fue el Día de Preparación (παρασκυή), que ha sido por mucho tiempo el término usual para viernes en el griego. Ahora bien, Juan está en completa armonía con esto. También relata que Jesús murió en viernes (Juan. 19:14; 19:31; 19:42)”vi La Resurrección de nuestro Salvador sucedió en Domingo, el primer día de la semana como se narra en (Mateo 28:1; Marcos. 16:2; Lucas. 24:1) “Según el cuarto Evangelio Jesús resucitó el primer día de la semana; o sea, el domingo (20:1, 19). Comenzando a partir de ahí y siguiendo en retroceso por el Nuevo Testamento, la cronología de Juan resulta clara. El día antes de este domingo el cuerpo de Jesús descansaba en la tumba (19:31)”vii No hay contradicción en los cuatro evangelios como lo señalan las sectas heréticas, respecto a la última semana de la pasión del Señor. No idolatremos el día o tiempo para celebrar la cena del Señor, mantengámonos firmes en el enfoque que este representa.

3. Lo más importante son los símbolos proféticos acerca de Jesucristo que estos encierran. Así como el acto del bautismo en agua declara o confiesa exteriormente una experiencia interior de salvación por medio de la sangre del Señor Jesús, cada vez que se celebra la Cena del Señor es una poderosa ocasión para confesar la fe. En esta ordenanza, el cristiano confiesa ante todos que no solamente ha creído, sino que no ha olvidado el sacrificio perfecto.

Hay cristianos que interpretan literalmente las expresiones “Este es mi cuerpo” y “Esta es mi sangre”, por lo que creen que el pan y el vino, al ser consagrados en el nombre del Señor, se convierten en su cuerpo y en su sangre respectivamente. No olvidemos que Jesús se refería a sí mismo con frecuencia utilizando metáforas: “Yo la luz del mundo”, “Yo soy la puerta”. Por lo tanto, debemos interpretar el pan y el vino como símbolos de su cuerpo y de su sangre. Ya no son necesarios otros sacrificios que se realizaban en el Antiguo Pacto, ahora vivimos en el Nuevo Pacto. Así que, como ya lo mencionamos anteriormente, nuestro Cordero Pascual, se presenta como el Salvador; vino a salvar a la humanidad de nuestros pecados y de las consecuencias de estos. Sigue ofreciendo salvación en la tierra y en el cielo, salvación en el tiempo y en la eternidad.

Al celebrar la cena del Señor recordamos su muerte y anunciamos su venida. No se debe tener la actitud de un funeral, si no se debe celebrar con alegría. Cristo está vivo y no muerto. La Cena testifica de una muerte cruel y en sacrificio, pero termina con una nota triunfante; con una promesa de victoria sobre la muerte, victoria para su reino en el fin de los siglos.

NOTAS.

i Shemuel Mejías ¿Santa Cena o Pesaj? En internet, https://emunahhebrea.wordpress.com/2018/10/14/santa-cena-o-pesaj/ Accesado el 07 de Marzo, 2021.

ii Eliyahu Shmuel Ben Yah. Raicés Hebreas y estilo de vida. Tomo III. 2017, Pág. 38

iii Samuel Vila. Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado. Editorial Clie. Pág. 894.

iv Francisco Lacueva. Nuevo Testamento Interlineal Griego – Español. Editorial Clie. Pág. 687.

v William Hendriksen. Comentario al Nuevo Testamento Evangelio Según San Juan. Libros desafío, 1981. Pág. 377.

vi Idem

vii Idem

Saul Zafra Flores


 
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Comentarios: 4

  1. Dina

    Interesante y de mucha bendición este cometario
    Dios bendiga y siga dando sabiduria a su siervo

  2. Dina

    De mucha bendición
    Dios siga dando sabiduria a su siervo para que nos sean aclarados con mejor claridad temas como estos , que desde ya tiempos atrás a generado controversia entre diferentes denominanaciones , religiones incluso culturas

  3. Tania de Ayala

    Muy exhaustiva la investigación sobre la cena del Señor, aprendí mucho.
    Que bendición poder participar de la cena del Señor y recordar la promesa futura.
    Gloria a Dios!

  4. Kelly Palomo

    El artículo presenta la información de forma ordenada y lógica sobre la Cena del Señor.
    Ha sido sumamente enriquecedor leer nuevamente al pastor Zafra. Dios siga bendiciendo este ministerio para la gloria de Su nombre.

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