Por Esteban Morales
Por medio de las siguientes palabras, quiero rendir un homenaje a un destacado siervo de Dios y padre ejemplar, - mi padre, el Pastor Anselmo Morales.
Su experiencia de conversión:
En una campaña realizada por el pastor Ernesto Coronel, Don Coro como todo el mundo lo conocía; a los 13 años de edad Anselmo le entregaría su corazón al Señor debido al sufrimiento de su hermano menor, quien padecía de constantes ataques epilépticos. Como los médicos le daban poca esperanza de vida, la familia necesitaba un milagro.
Con un padre alcohólico y violento, y una madre que escuchó la noticia del comienzo de una Cruzada de fe, se acercaron al lugar aunque Anselmo desde la distancia, y bajo la sombra de un olivo, a su manera le prometió a Dios que si su hermano era sanado lo serviría toda su vida y así fue. Su hermano Victorio que hoy tiene 68 años, ese día fue sanado. Anselmo aceptó a Cristo como su Señor y Salvador a quien sirvió como pastor desde sus días de estudiante en el Instituto Bíblico Río de la Plata, y durante 45 años, hasta el último día de su vida en agosto del 2014.
Su formación:
Como fue costumbre en esos tiempos, llegó a finalizar su enseñanza escolar primaria, todo un logro para el contexto de su infancia, debido a que desde los 10 años tuvo que trabajar en albañilería y construcción en ayuda a su padre hasta los 18 años para entonces estudiar en el Instituto Bíblico Río de la Plata y prepararse para sus años ininterrumpidos de ministerio. Allí se convirtió en un amante de la lectura, un curioso de la vida y un gran observador del comportamiento humano.
Su ministerio:
El pastor Anselmo fue un hombre de mucha fe y por su gran corazón tenía un profundo amor por las almas perdidas, muy carismático, y a pesar de su infancia tan sufrida era todo lo contrario: un hombre que amaba a la gente de verdad.
La oración y el ayuno siempre estuvieron muy presentes en su ministerio, un hombre de profunda comunión con Dios, lo notable no era solo el tiempo que oraba a diarios, sino además que sabía escuchar la voz de Dios y discernir su voluntad. Las grandes decisiones ministeriales siempre las tomó después de prolongados ayunos, de ahí salía con la respuesta que necesitaba. Acostumbraba a alquilar una casa donde se encerraba en ayuno y oración y terminados esos días llamaba a la familia que allí vivía y abría una nueva iglesia con ellos.
Después de un milagro que Dios hiciera en uno de sus hijos se encerró 21 días para ayunar y orar, de ahí Dios lo guió a volver a su tierra natal: Mendoza
De forma evidente era un evangelista por donde se lo viera. Pero también un hombre que disfrutaba y vivía el cristianismo, la repetida imagen de verlo sentado en la iglesia con sus manos alzadas de alegría por los coros que cantaba, con una predicación caracterizada por su pasión por Dios lo hacía un ministro auténtico. Con una atenta mirada sobre la gente podía identificar en cada culto no solo a los asistentes sino también a los hermanos que habían faltado, la conversación de todos los lunes con su equipo de obreros: quiénes había faltado el domingo a la reunión.
Su ministerio pastoral se inició aún siendo estudiante del Instituto Bíblico, en Buenos Aires, pero dedicó la mayor parte de su servicio a la congregación Ministerio El Camino hacia Dios, que se encuentra en la ciudad de Maipú, provincia de Mendoza. Fundó más de 15 iglesias y tuvo con una impronta participación en refundación, fortalecimiento y crecimiento en más de 35 iglesias.
Su metodología ministerial:
Como buen evangelista hizo numerosas campañas, una de ellas duró 7 meses donde Dios realizó milagros, sanidades, liberaciones de endemoniados y adictos recuperados. Dichas actividades al aire libre las intercalaba con su pasión por hacer Radio y por su pasión por estar con la gente.
Más allá de su ministerio pastoral, siempre le gustó rodearse de evangelistas, además siempre buscó mantener comunión con su propio pastor y recomendaba no alejarse nunca de quien fuera un padre espiritual por considerar la figura del pastor como un regalo de Dios para la gente.
En la fundación de la iglesia en Mendoza recibió apoyo de su propio pastor a través de algunos obreros que al comienzo colaboraron con él, entre ellos su propio hermano. Lo mismo ocurrió con el misionero Ricardo Ellis con quien compartieron numerosas reuniones y cenas de trabajo y planificación.
El pastor Anselmo nunca dejó su trabajo en la carpintería hasta que la obra no se comenzó a autosostenerse. La ayuda que siempre buscó no fue económica sino espiritual, por eso es que entendía el valor de pertenecer a una denominación como las Asambleas de Dios (Unión de las Asambleas de Dios en Argentina) de la cual siempre aconsejaba permanecer, rendir cuentas y estar bajo autoridad. Hasta el día de su partida fue un Ministro Ordenado de la Unión de las Asambleas de Dios.
Entregado totalmente, apasionado, alegre de lo que hacía, disfrutaba estar con el gente, era su costumbre demorarse donde fuera porque siempre entablaba una conversación para presentar a Jesús como Salvador en una plaza, una estación de servicio, un restaurant en la ruta, un comercio; nunca tuvo vergüenza de ser pastor.
Su mensaje:
El centro de su mensaje derivó en la frase lema “amor con amor se paga”; si Dios amó y pagó por amor con su vida, los cristianos deberíamos devolver con amor y entrega la vida por Jesús. Como todo evangelista sus mensajes eran totalmente Cristocéntricos, por su formación no utilizaba palabras sofisticadas, pero abundaba en obras que hablaban del amor de Dios. En los cultos siempre con el altar abierto invitaba a las personas a recibir a Jesús y esa era la prioridad que ningún alma se fuera sin haber aceptado a Jesucristo como su Salvador.
- Las palabras más recurrentes de su mensaje fueron amor y perdón, lo que demuestra la mayor necesidad de Dios en el ser humano y esa realidad el pastor Anselmo la conocía muy bien.
- En cuanto al discipulado, siempre generaba estudios de temas actuales y doctrinales.
- No seguía un modelo, sino armaba su propio programa y aprovechaba el aporte de los jóvenes graduados del instituto para enseñar y fortalecer a los creyentes, lo que también significaba toda una oportunidad para quienes comenzaban en el ministerio.
- Su relación con los obreros que formó:
- Siempre tenía en el mes muchas reuniones de obreros; almuerzos, retiros, vigilias.
- Nunca andaba solo, con su esposa o alguno de sus hijos llevaba a algún obreros para conversar, conocerlo, animarlo y enseñarle cómo era él en otros lugares fuera de la iglesia, todo un mentor, más que un ayo, un padre espiritual para muchos hombres y mujeres, sus hijos espirituales, que hoy son ministros en distintos lugares donde Dios los ha enviado, que bajo su dirección y ejemplo están dedicados al servicio en la obra con un compromiso vigente no solo con la obra local sino además con funciones dentro de las Asambleas de Dios.
Sus palabras serán recordadas: “abrimos una obra o perdemos un obrero”, por lo tanto jamás dejó de plantar iglesias y darle oportunidad a quienes desearan predicar el evangelio.
Su legado:
Su partida fue repentina, sorprendente, casi como era el pastor Anselmo. La incertidumbre del momento fue asoladora y el vacío que dejó incomprensible, sin embargo la brevedad del tiempo fue suficiente para descubrir la calidad de familia, congregación, hijos espirituales y obreros que a través de los años aprendieron el cristianismo de verdad. A diferencia de otras realidades de iglesias, la muerte prematura del pastor Anselmo hizo que algunos creyentes alejados volvieran a la iglesia, que ésta se uniera y que el trabajo de la extensión de Reino de Dios continue hasta hoy.
Siempre será una persona más q importante en nuestra familia porque sus consejos estaban a flor de labios como Papá Espiritual sobre nuestras vidas.
Gracias Papá por haber sido parte de nuestras vidas.