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Llamados por el Espíritu

Por publicado originalmente en CONOZCA edición 2016.3

Por Genaro Tarquino, Superintendente Nacional de las Asambleas de Dios de Bolivia

 

 

¡Gloria a Dios! Para decirles honestamente, estoy asustado. Después de las clases que tuvimos en PROCEPA, justamente con el tema de la interpretación teológica, yo me desinflé. Hay mucha gente nueva y los pastores están sumamente preparados teológicamente.

Veamos un poquito de la historia de mi liderazgo. Yo trabajo más con la gente indígena, del Altiplano. Supongo que la preparación es en relación al requerimiento que tiene la gente, y en la tierra del Altiplano los hermanos mayormente no se fijan en los términos. Ellos solo escuchan la palabra de Dios que necesitamos de parte de Dios. Predicamos para llenar ese vacío, llenar esa necesidad de la gente. Y cuando la gente se siente satisfecha se siente que en verdad Dios está con ellos.

Eso es lo que realmente hacemos en aquel lado, pero en la ciudad hay más requerimiento, la gente es muy estudiosa, muy interesada en saber muchas cosas, entonces en la preparación uno tiene que estar a nivel de los que toda la gente requiere.

Lo que veo y nos satisface mucho a los pastores, es esa gente que ha pasado por nuestras aulas, gente que ha estado cada noche para estudiar la palabra que hoy está trabajando. Hoy son pastores, son líderes, nos hacen entender que sí los hemos bendecido.

Tanto yo como mi familia, hemos tenido accesibilidad a mucho estudios. Pero más de una vez en mi experiencia tuve que cambiar mi mensaje. Lo hicimos todo, nos preparamos, estudiamos, hicimos bosquejo y de pronto estamos en el pulpito y ya no valía nada, teníamos que predicar según lo que el Espíritu nos guiaba. De verdad Señor, tú eres el que dirige y no nosotros.

Hoy quisiera compartir algo que me tocó vivir y ciertamente quisiera que esto también sea el aporte de esta noche. Le preguntamos al Señor: ¿qué es lo que más vale? Yo se lo he preguntado muchas veces.

Gracias a Dios hoy tenemos tantas facilidades, ahora tenemos seminarios superiores, tenemos universidades y por ende tenemos egresados teólogos, doctores, licenciados, tenemos gente que está bien preparada con muchos títulos. Pero ¿cuál es el resultado que Dios quiere de nosotros? ¿Qué es lo que le interesa a Dios? me preguntaba yo.

Un día, me invitaron a predicar en una clausura y yo me preguntaba, ¿qué es lo que ahora tenemos que hablar? Y como que el Señor me habla y me dice, “Pero, ¿qué es lo que quiero yo?”

Está bien, hay muchos sacrificios de los pastores, hay mucha dedicación de los pastores, hay gente que le gusta que le escuchen decir, “Estoy en un curso de postgrado. Pastor, estoy yendo a estudiar al exterior.”

¡Qué bueno! Nos alegra mucho, decimos “Gracias a Dios. Vamos a tener gente preparada, vamos a tener gente con títulos, para mi Señor.”

Está muy bien.  Pero ¿Qué es lo que espera Dios de todo esto? ¿Solamente títulos, solamente menciones, solamente que digamos yo he pasado conceptos de estudios y ahora yo soy un hombre preparado?

Pero, ¿a cuántos hemos alcanzado para el Señor? Para mí lo que el Señor espera de nosotros es que logremos resultados, ¿qué quiero decir con todo esto? Que con todo lo que hemos invertido, con todo lo que hemos trabajado en los estudios, realizando la lectura de libros y pasando por las aulas de clase, ¿qué decimos ahora delante del Señor en cuanto a nuestros resultados?

A nivel de nuestro país, Bolivia, les tengo aquí una pequeña estadística. No hemos alcanzado lo que debíamos alcanzar. En Bolivia tenemos 10 millones de habitantes, de los cuales solo el 22% se consideran Cristianos evangélicos, por decir hay un 78% que no conoce todavía al Señor.

Año tras año hacemos una evaluación, hacemos un resumen de los informes de las iglesias de las convenciones regionales, distritales, nacionales y durante los últimos veinte años en que nos hemos superado, hemos crecido bastante. ¡Gloria a Dios! Las iglesias se han multiplicado. Decimos, “Qué bueno que Bolivia está creciendo y la palabra de Dios está siendo predicada en todas partes y a partir de ese tiempo.”

Pero en nuestras convenciones nos damos cuenta que en verdad, no hemos crecido, más bien hemos menguado. Ahora decimos que estamos con 120.000 miembros a nivel nacional. Eso representa el 1% de la población. Tenemos cerca de 2000 iglesias a nivel nacional, puntos de predicación y algo más de 3000 ministros pastores que trabajamos. Pero no hemos superado ese porcentaje de la población nacional. La población del país ha crecido rápidamente, pero el crecimiento de la iglesia no está equilibrando con ese crecimiento, y eso es lo que me preocupa.

Siento una carga en el corazón, comparto con mis colegas, pastores, ejecutivos y les digo, “Mira yo tengo más corazón para ser pastor que para ser líder, porque ahí estoy con la gente, ahí estoy cerca de la necesidad de la gente, de quienes necesitan escuchar la palabra.”

Que bueno es cuando una familia, cuando una persona se entrega de corazón llorando, derramándose de verdad delante del Señor. Cuando estamos ganando un alma más para Cristo, a eso quiero llegar con todo esto.

Dios espera resultados, el mundo todavía se está perdiendo, el mundo todavía necesita conocer a Jesús como su salvador y para esto Dios nos ha comisionado,

Queridos pastores vamos a abrir en nuestras Biblias a 1 Pedro 2. 9-10. No sé cuál es el propósito de Dios para cada uno de nosotros. Yo no sé, hermanos, en qué nivel nos encontramos. Pero en el propósito declarado en 1 Pedro 2. 9-10 es muy conocido, “Mas vosotros linajes escogidos, real sacerdocio, nación santa.”

Bendito Dios te damos gracias por ser enviados, gracias Dios por ser confiados el evangelio en nuestras manos, el privilegio a salvar al más que haya Señor oh Dios personas que se conviertan cada día, que el mundo sepa oh Dios que tu existes.

Viendo este propósito por el cual el pueblo del Señor existe no habrá otra forma, no habrá un cambio en el Señor, su misión, el anhelo de Dios de tener en este mundo que la palabra siga predicándose, que su palabra se extienda a todas las naciones.

Eso no va a cambiar. Eso va a continuar, no importa cuál sea nuestro grado de estudio, cuales sean nuestros niveles, eso se mantiene. Así como en aquellos tiempos del Antiguo Testamento, Dios estaba afanado, estaba preocupadísimo porque la gente estaba perdida.

Dice la Biblia que el primer hombre que entendió ese plan de Dios fue Abraham. Es justamente Abraham, en un tiempo donde el mundo estaba totalmente dominado por el pecado. Donde Abraham vivía no estaban ellos sanos, estaban alejados de Dios. Se habían alejado de Dios y Dios estaba preocupado. Dios tenía que buscar la manera de hacer conocer que todavía ellos tenían la esperanza de ser salvos. Entonces tiene que utilizar a este hombre Abraham. Después de la caída del hombre muy pronto la humanidad empezó a multiplicarse a llenarse la tierra. Sin embargo el pecado empezó a dominar toda la tierra y a todas las naciones y aquí Dios tuvo que poner su plan para rescatar al género humano. Se habían divido las naciones y sería necesario que a través de un pueblo especifico llegara la Palabra de Dios a todas las naciones.

La idea de Dios en este caso es que Él quería formar una nación. Dios tenía en la mente de que hubiera una nación modelo, una nación que anduviera con Dios, que mostrara a las otras naciones que el vivir con Dios es diferente a lo que estaban viviendo. Tenía que ser una nación que demostraría que el servir a Dios era mucho mejor que lo que ellos estaban sufriendo.

Por eso, entonces, Dios tenía que formar un pueblo y eso era a través de Abraham. Dios llamó a Abraham y le dijo, “En ti serán benditas todas las naciones.”

A través de esta promesa Dios estaba determinado a alcanzar a todos los pueblos de la tierra, formando de esta manera un pueblo misionero en el mundo.

Cuando Dios dijo, “Abraham sal de tu tierra, sal de tu parentela y de la casa de tu padre al lugar ve al lugar que yo te diré”, estaba diciendo, “Mira, tú tienes que ser muy apartado, separado, algo especial, porque de ti voy a formar una nación modelo, una nación que va a demostrar la diferencia que hay entre un pueblo que es mío y la palabra dice que ellos tenían ese llamado de Dios. Ellos tenían que demostrar al mundo entero que había un Dios en Israel.

La abundancia de la bendición prometida a Abraham no fue solo para el, sino también la abundancia de esta manifestación a todas las familias de la tierra. Todos aquellos que colaborasen con Abraham estarían colaborando con los propósitos de Dios, y por lo tanto recibirían la misma bendición de Dios. Por lo contrario aquellos que se opusieran a Abraham recibirían juicio.

Pero dice Dios, “A los que te bendijeren, bendeciré y los que te maldijeren, maldeciré. Bendeciré a los que te apoyen en la misión, bendeciré están contigo ellos también serán benditos, pero maldeciré a las naciones que no apoyen ese plan.”

Saben ustedes que Dios cuando envía, El espera de sus hijos primeramente la obediencia. Abraham era un hombre que eso lo entendió bien. Salió de su casa, dejó su tierra. Para mi eso es bien importante, y que los pastores no nos quejemos.

Yo estuve en estos días en una reunión de pastores. Celebramos el día del pastor y en alguna parte escuché, “¿Por qué a los que somos pastores nos olvida la gente? ¿Por qué no tenemos plata?”  Es que somos pastores. Es que nosotros no somos igual que el mundo, nosotros somos escogidos, llamados por Dios. Esta tarea es más grande que cualquier otra tarea. Yo me alegro, aunque hemos pasado por momentos difíciles, hemos tenido que dejar nuestra tierra, nuestra familia, cosas que podían valer mucho.

A mí me costó dejar una empresa donde trabajaba. Tres veces lo intenté y siempre me decían, “Pero, ¿qué pasó pastor? ¿Cómo nos va a dejar? mira ¿quién le va a dar ese dinero que usted gana ahí?

Mi familia, mi esposa, decía que teníamos a nuestros pequeñitos y “¿qué va a ser de nuestros pequeñitos? Mira, mantente allí. Dios va entender cuál es tu trabajo ahi y puedes igual ser pastor.”

Pero mi corazón tenía este sentir de decir, “Señor, yo quiero servirte en tiempo completo, quiero vivir para ti, Señor. Quiero experimentar, dejar Señor, este dominio y depender solamente de ti.”

Y ya hace más de veinticinco años que estamos trabajando para el Señor tiempo completo. Dios cumple su promesa, trabajamos para él. No tenemos seguro. A veces nos enfermamos, más que todo, mi esposa, y yo digo siempre, “Señor, yo estoy en tus manos, tú eres mi médico, tú eres mi doctor. Yo estoy en tu servicio, Señor.”

Hace un año atrás mi esposa entró al hospital y estuvo a punto de estar entrar el salón de operaciones. El doctor dijo, “Venga mañana.” Y cuando fuimos a la casa mi esposa me dijo, “Sabes, no me voy hacer nada. Nosotros tenemos una promesa del Señor y voy a cumplirla.  Si el Señor quiere que yo me vaya, me voy con él. Pero si el Señor quiere que le sirvamos aquí en la tierra, el me sanará. Me pongo en las manos de Dios.” En esta hora, ella está recuperada. Hace poco fue a su control médico y el doctor dijo, “¿Qué ha pasado contigo? Has bajado totalmente tu presión y ya está normal. Cuídate, tienes que mantenerte allí.” Y mi esposa llegó y me dijo que el doctor le dijo que ya tiene la presión normal.  ¡Un aplauso para el Señor!

Cuando Dios llama, llama para usarnos como él quiere. El amor de Dios para Israel tenía un propósito. Dios llamó a Abraham y a su pueblo con el propósito de salvar a todo el género humano, y no solamente a Israel.

Pero a veces los israelitas sentían que por ser un pueblo escogido, ellos estaban en la gracia de Dios y que las demás naciones estaban fuera de la gracia de Dios y condenadas. Los judíos tenían la costumbre de no meterse con los gentiles. No podían entrar a las casas de los gentiles. Consideraban a los gentiles como inmundos. Era una falta muy grande

Pero Dios había escogido al pueblo de Israel para alcanzar a los gentiles. El propósito de Dios al darle las leyes fue para prepararlos para esa misión, porque con esta ley ellos evitarían las prácticas paganas. Ellos serían como una luz a las naciones. Dios escogió a Israel para tener una relación especial a través de la ley. Dios quería que su pueblo fuera un ejemplo viviente del poder y de la gracia de Él para las demás naciones las cuales habían sido llamadas para la justicia.

¿Qué les parece? O sea la misión de Israel era siempre con la mira a rescatar a las naciones. No era restringirse, no era cerrarse, no era fabricar una muralla y vivir solamente como un pueblo privilegiado.

Pero cuando Israel entró a la tierra de Canaán, en vez de ser una luz, ellos fueron contaminados. En vez de convertir a la gente a ellos, ellos llegaron a ser los convertidos. No cumplieron con el llamado. Tenían que ser como una nación bendita, una nación querida por Dios, amada por Dios

Israel tenía el trabajo de cumplir esa misión de evangelizar, de rescatar esas naciones bajos sus mandamientos, consagrados a Dios y más que todo demostrando a las otras naciones como una nación vive bajo el amor de Dios.

Según Exodo 19:3-6, Dios llamó a Israel y les dio tres grandes privilegios que son:

1. Serían un especial tesoro, uno de los principales objetivos de Dios al llamar a Israel seria afirmar más su pacto. Esto haría que los israelitas fueran como joyas preciosas de Dios de un valor apreciable para poder exhibir a todos los pueblos y naciones.

2. Tenían que ser como una nación bendita, una nación querida por Dios, amada por Dios. No solamente porque Dios los había puesto como llamados sino porque ellos a través de su vivencia, a través de su conducta tenían que demostrarlo y Dios iba a amarles, iban a ser un reino ejemplar para otras naciones. Tenían que ser un reino de sacerdotes.

Esto señala que este pueblo cumpliría la misión de un sacerdote, o sea ser mediadores entre Dios y los hombres.  Esto no era una función interna, sino que Israel sería un reino de sacerdotes para las otras naciones. Israel estaba puesto para interceder por otras naciones que estaban prestos para ir al  juicio de Dios. Israel tenía el trabajo de cumplir esa mediación y decir que Dios tenga misericordia.

3. Sería una nación santa, separada, sin las prácticas paganas que hacían las otras naciones idolatras que aparte de eso eran unas naciones que estaban viviendo en una contaminación terrible. Dios había puesto a Israel como una nación santa, separada, aparte. Israel debía demostrar una vida totalmente recta y consagrada al Señor. Dios quería que la hermosura de su santidad a través de su pueblo atrajera al resto de las naciones.

Dios nunca cesó de darle la oportunidad a otras naciones. Los que querían ser parte de esa nación de Israel podían venir.

Las leyes en Levítico dicen que habían ciertos requisitos que los extranjeros debían cumplir. No eran requisitos difíciles. Los israelitas tranquilamente podían recibirles y no los tenían que rechazar, más por lo contrario, para ellos era una bendición que ellos se convirtieran. Dios nunca cerró la puerta a las naciones.

Cuando Moisés hizo conocer al pueblo todos los mandamientos ellos aceptaron y proclamaron obediencia en todo. Pero en la práctica fracasaron, las practicas paganas fueron más fuertes, el ambiente pagano de donde habían salido y las practica de aquellos pueblos paganos fueron más fuerte que el pueblo que había sido escogido,  se descalificaba continuamente, no pudieron cumplir el mandato de Dios que habían recibido. Los resultados de la desobediencia  a cambio de las bendiciones prometidas a Israel antes las naciones llegaron a ser escarnio para ellos. Y en lugar  de ser testigos justos se convirtieron en rebeldes, desobedientes y atrapados por los vicios de las naciones que ellos debían traer a la luz.

Israel nunca aprendió a obedecer a Dios y ese fue su fracaso.    Israel hubiese sido luz a las naciones si tan solo hubieran aprendido a obedecer, pero como no lo hicieron no pudieron cumplir la misión. Pero Dios no cambió. Dios nunca cambia. Dios aún persiste.

El propósito de Dios es para salvar la humanidad. Los judíos jamás se imaginaron que Dios podía extender esta bendición hacia los gentiles. Este fue el gran tropiezo que encontraron para aceptar a Jesús y sus enseñanzas, para ellos no era permitido tocar a un no judío, ni estar en una pieza sin imaginar que Dios ama a toda la creación.

Según la palabra del apóstol Pablo, el centro de la acción de Dios para mandar a predicar su palabra había sido entregado a un nuevo pueblo creado, la iglesia, la iglesia de Jesús, uniendo de esta manera tanto a judíos como a gentiles en esta misión. Así se formaba un nuevo pueblo de Dios llamado la iglesia, y en cual se cumpliría la promesa de Abraham, la bendición de todas las naciones de la tierra.

Y, ¿qué es lo que Dios espera de  la iglesia?  Es lo que esperó de su pueblo Israel al sacarla y aun formarla, luego al  llamarla hay en el desierto y luego al enviarla para que conquistara la tierra.

El plan de Dios de rescatar a la humanidad está vigente. Todavía este mundo tiene la esperanza de salvarse.  Dios espera de su pueblo resultados. Dios quiere el fruto, a Dios les interesa las almas.

A las iglesias que preparan fiestas grandes de aniversario, 20 años, 25 años y hay algunas de 50 años, les digo, “Pastor, discúlpenme, no pretendo ofenderte, no pretendo desvalorizar tu trabajo, pero lo único que quiero decirte es que a Dios lo único que le interesan son los frutos.”  Antes que un programa, ¿cuántas iglesias hemos levantado?     ¿Cuánta gente hemos preparado para que evangelicen a otros lugares donde no ha entrado el evangelio todavía? A Dios le interesan los frutos.

Dios en aquel día no nos dirá, “¿Cuánto usted ha asimilado de sus estudios? ¿Cuántos títulos ganó usted?”  No estoy en contra del estudio, de los títulos, más bien yo insto por el contrario. Yo apoyo a los jóvenes, fui maestro por más de 17 años, y director hace 10 años, pero siempre les digo lo que nosotros queremos es que usted trabaje.

Si nosotros tenemos al Espíritu Santo, él estará dando nos el impulso. Vayan, prediquen, y ganen almas para el reino de Dios.

Un tiempo atrás cuando era superintendente del Distrito 2, viajamos a la frontera con Perú a la provincia que se llama Camacho. Ahí nos encontramos en un momento con una casita derrumbada, solo con paredes.

El pastor anciano que me acompañaba me dice, “Sabe pastor Genaro, ¿ves aquellas murallas, solo murallas?”, y le dije “Sí.”

Esa era la casa de un hermano que se convirtió muchos años atrás de apellido Tuñón.  Ese hermanito se convirtió en un culto al aire libre, en una plaza. Él estaba mareadito pero se entregó al Señor. No estaba clarito en su memoria sino hasta el día siguiente que fue a buscar a los misioneros, y les dijo, “Ayer yo me convertí aunque no estaba en mi razón completa pero me acuerdo que me arrodillé.  Así que dígame, Pastor, ¿qué tengo que hacer?”

Y los misioneros le dijeron, “Nada más tienes que leer la Biblia; tienes que tener una Biblia y leerla y luego tienes que participar en las reuniones de la iglesia.”

“Bueno,” dijo el hermanito, “está bien.”

Era un hermanito del campo que no sabía leer, ni hablaba bien el español. Pasó un buen tiempo, un mes, dos meses, y el hermanito llego a la casa y le toca la puerta y le dijo, “Pastor yo quiero ir a predicar.”

Su primer sentir era ir a predicar y el misionero no sabía que hacer pero le dijo, “Bueno, está bien. Quieres ir a predicar. Espere un tiempo y ya veremos donde vas a predicar.”

Bueno, el hermano se fue y pero ya luego estuvo de regreso otra vez y estaba en la puerta del misionero, y dijo, “Pastor, yo quiero ir a predicar, ya que he venido decidido, ya que tome la decisión y estoy aquí para predicar.”

Y el misionero vio que estaba en  problemas, y le pregunto,  “¿Y cómo es que tú decidiste venir? ¿Cómo es que tú te viniste a predicar?”

El hermano respondió, “Yo vendí todas mis cosas. Ya no tengo ganado. Todas mis cosas hemos vendido y algunas cosas las hemos atizado  y estamos aquí paraditos como usted nos ve.”

“Pero no solo hizo eso, sino que al salir, puse dinamita en mi casa y los exploté todo, por si alguna quiero volver a esa casa. No teniendo casa, no voy a volver y voy a ir a predicar su palabra  a donde el Señor me lleve.”

En Corocol  había fracasado una iglesia y se la ofrecieron al Pastor con quien estuve hablando, y el pastor se lo entregó al hermanito que servía de misionero. Y el hombre estuvo allí por un mes, tres meses. Luego el hermanito llamó al pastor que viniese a verle. El pastor se asustó y se preguntaba que problema tendría, seguramente se ha desanimado y ya quiere volver a su lugar. Pero el hermanito misionero le dijo, “Tiene que venir a bautizar, ya tengo a treinta hermanos listos.”

Ese hermano fue por todos lado fundando iglesias, no sabía hablar el español, no leía correctamente. Pero el testimonio de los pastores, de esa iglesia, era que ese pastor si tenía una unción del Espíritu. Hasta las autoridades de la comunidad estaban escuchando ahí con mucho respeto. Él no era más que simplemente un campesino. Pero tenía al Espíritu Santo.

Necesitamos ser llenos del Espíritu Santo.  Que pongamos a un lado todo lo que pretendemos ser, y que le digamos al Señor, “Sin tu presencia no puedo servirte, sin tu presencia no voy a lograr resultados.” Necesitamos el fruto Señor para ver resultados, el Espíritu Santo es necesario para cada uno de nosotros.

 

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Genaro Tarquino


 
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1 Comentario  comments 

Una respuesta

  1. Alfredo Marca

    Buena reflexión de nuestro Presidente Nacional durante la realización de la Cumbre Educativa en Santa Cruz de la Sierra el año pasado.

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