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El Fruto del Espíritu: imperante necesidad para el creyente de hoy

Por publicado originalmente en CONOZCA edición 2021.2

 

Por Silverio Manuel Bello Valenzuela

Introducción

El mundo en que vivimos está siendo azotado por diferentes crisis de principios y valores éticos, morales, sociales y aún, espirituales. Pareciera como si legiones de demonios estuvieran salieran furiosos para atormentar a los seres humanos. El cuerpo de Cristo, que es la iglesia y sus miembros, no escapan a esos azotes en su totalidad. El mismo Jesús les advirtió a sus seguidores que tendrían aflicciones en el mundo, pero les aseguró que él daría  paz a todos los que confiaran en él: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido, al mundo” (Jn.16:33).

Hay cuatro crisis que pueden afectar tanto a los miembros de la iglesia en lo particular como en lo comunitario, a saber:

  • en primer lugar las prácticas que atentan contra la ética y la moral cristiana cometidas por creyentes, líderes de iglesias locales, y hasta por ministros del altar;
  • en segundo lugar el aumento de crisis agudas en muchos núcleos de familias cristianas;
  • tercero es el aumento de crisis emocionales y depresiones en muchas personas creyentes, al extremo que algunas personas hasta se han quitado la vida,
  • y por último un índice alto de frialdad y desvíos de la fe en muchos miembros en nuestras congregaciones.

A la luz de la Biblia como Palabra de Dios, el mejor antídoto contra cualquier crisis, problema, o vicisitud que pudiera afectar a la iglesia del Señor es el fruto del Espíritu, recurso divino por excelencia provisto por Dios, para que sus hijos y sus hijas disfruten en plenitud los en la transformación de sus vidas, de ahí la importancia de reflexionar en este escrito.


El fruto del Espíritu, su mención en las Sagradas Escrituras:

El apóstol Pablo en singular menciona el “fruto” del Espíritu e inmediatamente menciona nueve “virtudes o gracias”, (como las identifica Stanley Horton):“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gá.5:22-23).

Para mayor claridad de este tema, iniciaremos con dos significados de la palabra fruto: el connotativo y denotativo:

El significado denotativo de la palabra fruto en las Sagradas Escrituras

En el significado denotativo o literal, la palabra “fruto” es muy conocida por los agricultores en sus cultivos de la tierra. El pequeño Diccionario Ilustrado Larousse nos dice que la palabra “fruto viene de la voz latina- “fructus”, que se refiere al producto de los vegetales que sigue a la flor y contiene la semilla”.[1]

Por su parte, Santiago al hablar sobre la paciencia que deben tener los cristianos  en la espera de la venida del Señor, usa el significado denotativo o literal, cuando escribe: “Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía…” (Stg.5:7).

Según el diccionario Conciso del Nuevo Testamento Griego, la palabra fruto en el idioma griego, es “καρπός” (karpos), que significa: “fruto, fruta, grano, cosecha, resultado, producto, obra, acción; beneficio, provecho, utilidad; tributo, alabanza, prole, descendencia”.[2] 

Significado connotativo para la palabra fruto del Espíritu empleada por Pablo

Francisco Lacueva, en su Traducción del Nuevo Testamento Interlineal de Gá. 5:22, usa la frase griega: “Kαρπός  του πνεύματος”, que en el leguaje metafórico significa: “Fruto del Espíritu”. Pablo es quien más tiempo y espacio dedica en sus epístolas para hablar sobre le fruto del Espíritu, metafóricamente empleó tal construcción idiomática para ayudar a los cristianos a entender en forma clara y concisa los resultados que produce en la vida del creyente vivir una vida consagrada a Dios, en obediencia a Jesús y en comunión con el Espíritu Santo. Su significado connotativo es muy profundo y didáctico a la vez.

Archivald Thomas Robertson, dice: “Pablo cambia la figura de obras (erga) en el versículo 19 a fruto, como el resultado normal del Espíritu Santo en nosotros. Es un hermoso árbol frutal el que Pablo exhibe aquí con nueve deliciosos frutos en él”.[3]  

En su comentario sobre el fruto del Espíritu, la Biblia de Estudio Pentecostal, dice: “En contraste con las obras de la carne está la manera de vivir sin dobleces, llamada el fruto del Espíritu. Este es el producto de los hijos de Dios a medida que permiten que el Espíritu Santo dirija y ejerza tal influencia en su vida destruyendo el poder del pecado, sobre todo las obras, y caminan en comunión con Dios”.[4]

La educadora Raquel Bouvet de Korniejczuk, nos dice que “una de las leyes del aprendizaje dice que los seres humanos aprendemos las cosas desconocidas a partir de las conocidas”.[5]  En la Hermenética Bíblica se encuentran referencias a esta ley del aprendizaje, ya que la Biblia esta es la principal ley que predomina cuando los escritores sagrados trataron de hacernos entender verdades espirituales y usa como ilustración cosas materiales bien conocidas por sus destinatarios. Con el término fruto se procura llevar la mente de los creyentes de la iglesia de los Gálatas “de lo conocido a lo desconocido”.

Los destinatarios de la carta a los Gálatas conocían la palabra fruto en su significado denotativo o literal, pero Pablo usa “fruto del Espíritu” como lenguaje figurado o metafórico para traer a la luz del conocimiento. Así que usó dicha metáfora para referirse a los resultados que obtiene un creyente cuando somete su voluntad a la de Dios y procura con su vida imitar a Cristo en su diario caminar y en toda su manera de vivir.

El Espíritu Santo se hace presente en la vida interior del creyente para darle la fuerza espiritual que necesita. Con su ayuda divina podemos alcanzar la victoria contra las obras de la carne y logramos vivir una vida de victoria en Cristo Jesús y llegar a ser luz del mundo y sal de la tierra.

La transformación del carácter es una obra exclusiva del Espíritu Santo quien opera en el interior la pureza y la santidad como resultados regeneradores que el poder del Espíritu Santo forja “el nuevo hombre creado según Dios”  y por lo tanto, a través de esta obra piadosa el carácter del individuo se  asemeja a Cristo en su comportamiento.

Al considerar la importancia del fruto Espíritu en la vida del creyente, el escritor y maestro David Lim, en la Teología Sistemática de Stanley Horton, escribe: “El fruto del Espíritu tiene que ver con el crecimiento y la personalidad; el estilo de vida es la prueba clave de que somos genuinos. En Gálatas 5:22-23 aparecen las nueve gracias que componen el fruto del Espíritu: El estilo de vida de aquellos en quienes habita el Espíritu y a quienes da poder. Jesús dijo: “Por sus frutos los conoceréis (Mt.7:16-20).[6]

En su comentario sobre sobre Gálatas 5:22-23, la Biblia de Estudio Diario Vivir, sobre el fruto del Espíritu, comenta: “El fruto del Espíritu es la obra espontánea del Espíritu Santo que produce en nosotros características que reflejan la naturaleza de Cristo. No podemos obtenerlas sin su ayuda; debemos unir nuestra vida a la de Cristo (Juan 15:4-5). Debemos conocerlo, amarlo, recordarlo e imitarlo. Como resultado, cumpliremos el propósito de la ley: Amaremos a Dios”.  Pablo dice que debido a que somos salvos, ¡Nuestra vida debe reflejar esa realidad!  El Espíritu Santo es la fuente de su nueva vida; por lo tanto, adecúese a su dirección. No permita que nada ni nadie más determine sus valores ni sus pautas para la vida”.[7]

Definiciones del fruto del Espíritu y otras funciones.

Sobre las nueve descripciones que hace el apóstol Pablo del fruto del Espíritu, Stanley Horton las denomina “gracia”, aquí identificadas como “virtudes”. En el idioma griego “la palabra para gracia es caris), que significa bondad, misericordia, estimación; carisma, manifestación especial de la presencia de Dios”.[8]

Es importante tener la definición clara y concisa por parte de una fuente bien acreditada sobre cada una de las virtudes o gracia, así que, de la “Dake´s Annotated Reference Bible” (Biblia de referencia anotada de Dake), se ha tomado las anotaciones que aparecen más abajo sobre el fruto del Espíritu. Están muy acorde con la obra del Espíritu Santo en el control de las emociones de la vida interior del creyente. Nada ni nadie más que el Espíritu Santo a través de su divino poder, puede ser tan eficiente para ayudar a los creyentes en Cristo a controlar sus emociones, observemos el gran tesoro que aquí se nos ofrece:

1. Amor, Gr. ágape: Amor divino. Una fuerte, ardiente y tierna compasión. Desear el

bienestar de alguien. (1 Corintios 13:4). Las diferentes características y manifestaciones de ese ágape están descritas ampliamente por el apóstol Pablo en 1 Corintios capítulo13.

2. Gozo, Gr. Chara: Excitación emocional. Alegría, deleite por las bendiciones

recibidas para uno mismo o para los demás.

3. Paz, Gr. Eirene: El estado de quietud, descanso, reposo, armonía, orden y seguridad

en medio disturbios, conflictos y tentación.

4. Paciencia, Gr. Makrothumia: La resistencia para soportar a largo plazo las

debilidades, ofensa, lesiones y provocaciones de otros sin murmurar, repugnancia o resentimiento (1 Co.1:4-7).

5. Benignidad, Gr. Chrestotes: Una disposición a ser amable, de voz suave, ecuánime,

culto y refinado en carácter y conducta (2 Ti.2:24-26).

6. Bondad, Gr. Agathosune: El estado de ser bueno, amable, virtuoso, benévolo,

generoso y semejante a Dios en la vida y conducta (Ex.33:19).

7. Fe, Gr. Pistis: El que vive enteramente según los principios creados, adquiridos e

implantados divinamente dentro de su corazón. Bíblicamente la palabra fe significa también, confianza, certeza, seguridad. (He.11:1).

8. Mansedumbre, Gr. Praotes: La disposición a ser suave, amable, indulgente, aún

equilibrado en el temperamento y las pasiones. Mantenerse paciente ante las injurias que alguien lance en contra sin sentir un espíritu de venganza.

9. Templanza, Gr. Enkrateia: Autocontrol. Una moderación en la indulgencia de los

apetitosy las pasiones (Pr.23:1-3; Fil.4:5)”.[9]

Es así, como la incidencia del fruto del Espíritu Santo afecta positivamente toda la vida del creyente. Esas virtudes lo ayudan a alcanzar la santidad, la pureza moral, la transformación del carácter y modificación del temperamento que nos ayuda a lograr que todo nuestro entero ser sea transformado para la gloria y honra de Dios el Padre.

La palabra “fruto del Espíritu” en singar empleada por el apóstol Pablo

¿Por qué el uso del singular en la frase “fruto del Espíritu” ¿Por qué el apóstol Pablo emplea la frase “obras de la carne”, en plural, mientras que para referise al “fruto” del Espíritu utiliza el singular?

El Dr. John Rea, nos ayuda encontrar la respuesta a esta interrogante. Dice él: “En el versículo 22, la palabra fruto está en singular, lo cual tiende a enfatizar la unidad y la coherencia de la personalidad de aquellos que caminan en el Espíritu. Dado que el Espíritu Santo los guía y controla, su vida es integra, sana y abundante. En contraste, la palabra “obras” o “hechos” en 5:19 están en plural para hacer resaltar la falta de organización y estabilidad de la vida regida por los dictámenes de la carne. La vida impenitente se encuentra fragmentada y en conflicto con ella misma”.[10]

Del mismo modo, Everett F. Jarrison también comenta: “La palabra fruto, en singular, como suele hallarse en los escritos de Pablo, tiende a poner de relieve la unidad y coherencia de la vida del Espíritu en cuanto a se opone a la desorganización e inestabilidad de la vida bajo los dictámenes de la carne. También es posible que el singular quiera ser una alusión a la persona de Cristo en quien también quien todas las cosas se hayan en estado perfecto”.[11]

Las nueve virtudes del fruto del Espíritu Santo en su acción conjunta obran de manera sobrenatural en la transformación del carácter y de su temperamento y la modificación al mismo tiempo de su conducta en sentido general. Es el fruto del Espíritu que, mediante su obra regeneradora de purificación y santidad, habilita a los seguidores de Cristo para que puedan alcanzar el nivel de vida espiritual según los deseos, los propósitos y la voluntad de Dios.

Un cristiano convencido en su mente y en su corazón que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que el Espíritu Santo mora dentro de él, que el Espíritu Santo es un regalo de Dios para su vida y que su cuerpo no le pertenece a él, procurará “andar en el Espíritu”, ser “guiado por el Espíritu”, y “vivir en el Espíritu”. Con las fuerzas humanas propias es imposible lograrlo, pero con la ayuda del Espíritu Santo, es posible; esas son las funciones de las nueve virtudes o gracias del fruto del Espíritu como recursos divinos.

Andar, ser guiado y vivir en el Espíritu: sus relaciones con el fruto de Espíritu.

Dichas tres acciones están unidas intrínsecamente al fruto del Espíritu. El sagrado escritor, ordena a los hermanos de aquella iglesia a “andar en Espíritu” (5:16); a ser guiados por el Espíritu”  (5:18) y a “vivir por el Espíritu” (5:25); tales acciones se logran solo cuando Cristo ocupa el primer lugar en la vida del creyente. Son las señales distintivas que marcan las diferencias entre los que “andar conforme a la carne” y los “andan conforme al Espíritu”. Así lo explica el apóstol Pablo, cuando escribe: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gá.6:16).

El escritor Herbert Lockyer, sobre la importancia del fruto del Espíritu en la transformación de la vida del creyente y en la edificación de la iglesia como cuerpo de Cristo escribe:

Sólo el Espíritu hace posible que andemos en amor y santidad. Es el Espíritu de luz, por lo que debe enfrentarse a las obras de las tinieblas. Como el Espíritu del gozo, es Él quien inflama de alegría y gratitud el corazón y la mente. Como el Espíritu de Pentecostés, prometido por el Padre y el Hijo, es quien ayuda a levantar el edificio místico que es la iglesia, y sólo él puede demostrar que son reales las verdades que proclama la iglesia.[12]

 

Para alcanzar los recursos del Espíritu Santo sólo hay que pagar el precio

Cada una de las nueve virtudes o gracia, puestas en función por el fruto del Espíritu Santo en la vida interior de los seguidores y seguidoras de Cristo, ayudan a cada uno a alcanzar la estabilidad, la seguridad el equilibrio y el confort que su vida interior, haciendo posible al mismo tiempo que en su alma y en su espíritu sobreabundante el amor, el gozo, la alegría, la paz, la felicidad y todas las demás virtudes sacras que enumera Pablo en Gálatas 5:21-22.  Todo eso sirve como testimonio y prueba tangible de las bendiciones que produce la salvación del alma de quienes han sido lavados por la sangre preciosa de Cristo derramada en la cruz del calvario.

La abundancia y la permanencia del fruto del Espíritu en la vida del creyente lo convierte en una persona: humilde, dócil, sencilla, agradable, afable, entendible, tratable, comprensible, llevadera, prudente, solidaria, cortés, tratable, sincera, íntegra, honrada, creíble, confiable, bien intencionada, honesta, seria, puntual, colaboradora, servicial, respetuosa, veraz, flexible, razonable, perdonadora, reconciliable, pacificadora; entre muchas otras virtudes más.

Vale decir que lo que acabamos es prácticamente el perfil paulino de una persona que verdaderamente, “es guiada por el Espíritu, anda por el Espíritu y vive por el Espíritu. Cristo mismo les dijo a sus seguidores: Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mt.11:29-30).

En su comentario sobre el paralelismo de contraste entre las obras de la carne y el fruto del Espíritu, que encontramos en Gálatas 5:18-25, la Biblia de Estudio Vida Plena, nos dice: “En contraste con las obras de la carne está la manera de vivir sin dobleces llamada el fruto del Espíritu. Éste se produce en los hijos de Dios a medida que permitan que el Espíritu dirija y ejerza tal influencia en su vida que destruyen el poder del pecado, sobre todo las obras de la carne, y caminan en comunión con Dios”.[13]  El apóstol Pablo va en la misma línea de pensamiento del fruto del Espíritu de Gálatas 5:8-1.

El fruto del Espíritu al obrar en las vidas de los creyentes de nuestros días, es una urgente necesidad en los tiempos de crisis por los que atraviesa la humanidad. Cuando el fruto del Espíritu opera en las vidas de cada miembro de una comunidad de creyente, en el entorno, el mismo Espíritu de Dios, de manera sobrenatural se crea y promueve un ambiente de armonía, tal y como lo describe el salmista David en su cántico gradual del Salmo 133:

Mirad cuán bueno y cuán delicioso es 

habitar los hermanos juntos en armonía!

Es como el buen óleo sobre la cabeza,

El cual desciende sobre la barba,

La barba de Aarón,

Y baja hasta el borde de sus vestiduras;

Como el rocío de Hermón,

Que desciende sobre los montes de Sion;

Porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna” (Sal.133).

 

Conclusión

Así como la manifestación de los dones del Espíritu Santo se hace necesario en la iglesia para poder llevar a cabo la Gran Comisión y que el pueblo vea el poder de Dios manifestado con señales, sanidades, maravillas y prodigios; del mismo modo se hace necesario que el fruto del Espíritu de Dios opere en la vida interior de cada creyente. Como se ha visto, es el fruto del Espíritu que ayuda al creyente que pone en su vida los recursos espirituales necesarios para que pueda ser sal de la tierra y luz del mundo; es el fruto del Espíritu el que ayuda al creyente a andar en pureza y santidad para entrar a la presencia de Dios cuando parte de esta tierra.

Fue el fruto del Espíritu  en la vida interior de los primeros miembros de la iglesia primitiva lo que produjo en ellos tanto amor, paz, unidad, comunión, armonía, tranquilidad y de sosiego como había en cada uno de ellos. El médico Lucas describe aquellas relaciones interpersonales de koinonía santa que reinaba en los creyentes de la iglesia primitiva, en Hechos 4:32, se lee: Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común”.

El desarrollo temático presentado ser un enfoque a la luz de la Palabra de Dios y con la ayuda de destacados teólogos, para que entendamos qué es el fruto del Espíritu y cómo nos ayuda a vivir una vida victoriosa en Cristo Jesús.

 


1 Pequeño Diccionario Ilustrado Larousse

[2] Tamez L. Srta. Tamez Elsa, El  Nuevo Testamento Griego (Editorial: Sociedades Bíblicas), 92.

[3] Robertson Archivald, Thomas, Imágenes Verbales en el Nuevo Testamento, (Miami: Editorial CLIE), 422.

[4] Biblia de Estudio Pentecostal: Editorial Vida, 1679.

[5]  www.Google.com/RaquelBouvetdeKorniejczuk/deloconocidoalodesconocido

6 Horton Stanley, Teología Sistemática: (Miami: Editorial Vida), 482.

[7] Biblia de Estudio Diario Vivir (Publisher: Carol Stream, Illinois), 2041

[8] Tamez, Srta Elsa,  Diccionario Conciso Griego-Español del Nuevo Testamento (Editorial Sociedad  Bíbicas), 194.

[9] Jennings Dake Finis, Dake´s Annotated Reference Bibles (Editorial Lawrenceville, Dake Bibles Sale Inc.), 206.

[10] Rea John, Espíritu Santo en la Biblia (Miami: Editorial Patmos, 2004), 411

[11] Everett, F. Jarrison,  Comentario Bíblico Moody (El Paso: Editorial Moody, pág. 349.

[12] Lockyer Herbert, Todos los Libros y Capítulos de la Biblia” (Miami: Editorial Vida, 1984), 51.

[13] Biblia de Estudio Vida Plena (Miami: Editorial Vida), 1679.

 

Silverio Manuel Bello Valenzuela


 

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