Por Pablo Kazim Gury
Desde la primera línea se nota que hay algo distinto en cuanto a la carta a los Hebreos. Revisando las demás epístolas del Nuevo Testamento, se nota que a la carta a los Hebreos le falta el saludo a la congregación. No identifica al autor ni tampoco a quienes escribía.
Compare los siguientes ejemplos:
- Gálatas 1:1 “Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos), y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia.”
- Hebreos 1:1 “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas…”
Pensando en lo que hemos aprendido de la hermenéutica, Hebreos se hace muy difícil interpretar. No es fácil identificar el autor, los primeros lectores de la carta, su ubicación y la fecha de la preparación del documento. Entre los eruditos hay fuertes debates sobre todos estos asuntos. Pero una cosa hay sobre lo cual no hay discusión: el griego de hebreos es elegante y contiene retórica avanzada y su argumentación revela la preparación previa de la persona que lo escribió.
Por eso algunos comentaristas dicen que es mejor pensar en Hebreos como un sermón y no como una epístola. Todo esto no nos deja saber mucho del autor ni de su situación social. El único versículo que menciona algo geográfico es Hebreos 13:24 “Los de Italia os saludan”. Pero tampoco es posible saber si los que están saludando son de otro lugar escribiendo a amigos que son italianos o si son de Italia y que ahora se encuentran en otro lugar y por eso envían saludos a sus paisanos que habían dejado en Italia.
También el libro incluye argumentos misteriosos, afirmaciones que han desconcertado a cristianos desde el primer siglo. Por ejemplo, la discusión del ministerio de Melquisedec ha provocado mucha especulación.
El vocabulario particular de Hebreos
Hebreos contiene 154 palabras del griego koiné que no se hallan en otras obras del Nuevo Testamento. También hay 90 palabras que solamente aparecen una otra vez en el NT y hay 10 palabras que de las cuales no hay ninguna otra cita en toda la literatura griega[1]. Para los que no leen el koiné hay varias otras “palabras” que son una cuestión de interpretación.
Por ejemplo: la aliteración de 1:1 donde hay cinco palabras en koiné que empiezan con π. Hay otros ejemplos que apunten que el texto está escrito en un griego de alta calidad con un estilo refinado y que el autor estaba bien cómodo en el mundo de la retórica griega y asumía que sus lectores también.
¿Quién escribió el sermón?
Es anónimo. Hasta el tercer siglo y principalmente en el oriente del Imperio Romano se atribuía la composición de esta carta a Pablo; pero en la actualidad esta no es la postura de la Iglesia.
¿Por qué no podemos afirmar que el autor era Pablo?
Ya observamos que la retórica de la carta a los Hebreos es de alta calidad, y es fácil reconocer que no es el estilo normal de Pablo. Él explicaba a los corintios que en su ministerio “predicaba no con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder” (1Co. 2:4). El autor de la carta a los hebreos tenía otra filosofía.
Otras observaciones que apoyan la idea que de la carta fue escrita no por Pablo, sino por otra persona.
- Hebreos 2:3 y 4 advierte: “¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.” Es decir que el autor no se presenta como testigo ocular del Señor resucitado sino como alguien evangelizado por los testigos (2:3).
- Compárese esto con Gal.1:11-17 y 1Co. 15:3-10 donde Pablo dice: “yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo”.
- El estilo del griego es más lustrado y estilístico que lo que Pablo usaba.
- Aunque hay temas en común son desarrolladas muy distintamente.
- Hay temas muy distintas y únicas – por ejemplo, Jesús como sumo sacerdote.
- No existe un manuscrito del documento que contiene el nombre de Pablo.
Usando el texto como la fuente de información ¿Qué podemos decir del autor?
Era un hombre sumamente educado. Su nivel de retórica era muy avanzado. Era experto en el Antiguo Testamento con un conocimiento profundo. Cita directamente a once libros del A.T., más varios Salmos, y puede ser que hace alusiones de otros. Su lectura del A.T. está bien pegado al estilo de la Septuaginta, (traducción del A.T. al griego). Esto señala que era de la diáspora.
Al final de cuentas y los siglos de argumentos a favor y en contra de la autoría de Pablo, la utilidad y la veracidad de lo que enseñaba la carta aseguraba su puesto en el canon de los Escrituras. Hebreos era y es testigo fiel a la veracidad de Cristo y la vida cristiana.[2]
¿Qué más podemos decir del autor?
Podría ser que era hombre (vea 11:32, participio masculino). Pero hasta eso podría ser lo que una mujer haría para evitar el problema cultural de tener un documento preparado por autor femenino. Nunca dice que tiene autoridad apostólica, pero por toda la carta argumenta a base de la autoridad de las Escrituras. Nunca reclama ser un ejemplo para la congregación. Refiere a los pastores de la congregación, pero nunca reclama ser uno de ellos (13:7), y se identifica con los lectores (6:1; 12:1; 13:3).
Para hacer la identificación del autor aún más misteriosa, el capítulo 13 está escrito al estilo de Pablo (vea 13:18, 19, 23, 24, 25). Cuando habla de la congregación usa la palabra “nosotros.” A diferencia de Pablo la autoridad del autor no es carismática sino a base de su interpretación de los textos sagrados de él y de su audiencia.
Algunos de los intérpretes antiguos sugirieron que la iglesia primitiva leía la carta para ofrecer una respuesta a los Arianos (Heb. 13:8). Pero esta no es la única posibilidad. Otros pintaban la carta como la manera de entender la vida cristiana como un peregrinaje hacía la patria celestial, que empieza con la entrada al descanso de Dios (cap. 3) caminando a la ciudad sin fundamentos (11:22), y por fin a la Jerusalén celestial (12:22). Esto entonces, en medio de la persecución romana respaldaba el compromiso de los creyentes.
¿Quiénes era los que recibían la carta?
El texto también es silencioso acerca de la localidad de la congregación. Muy distintamente de la manera con la que Pablo empezaba sus cartas, Hebreos no menciona nada acerca de la ocasión de la carta. Eso no nos permite desarrollar una reconstrucción de la situación y usar la carta misma para describir como el autor quería responder, buscando la situación y la estrategia que el autor usaba para responder. Es importante no asumir que sabemos más de lo que el texto dice.
Una de las maneras tradicionales de interpretar la carta es que fue un intento de detener el regreso a judaísmo de los judíos que habían seguido a Cristo. Sin embargo, la carta es más que un argumento en contra el regreso al judaísmo, y nada hay que indica que los cristianos judíos dejaron que participar en los cultos en el templo. En este sentido la carta no es un polémico en contra el regreso del culto antes de conocer a Cristo. Esto implica que la distinción tradicional entre los hebreos y los helenistas (vea Hechos 6) no es válida.
¿Entonces qué se puede decir acerca del documento que tradicionalmente se llama La Carta a los hebreos? Hemos visto que no es claro quién es el autor ni la “iglesia” la que fue. Tampoco poco podemos identificar la ocasión ni podemos identificar la congregación destinaria. En este sentido esta carta es mejor visto como un sermón o mejor dicho una serie de sermones que en total tratan de temas relacionados con doctrinas importantes para cristianos convertidos de judaísmo.