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Cómo se forma un mentor

Por publicado originalmente en CONOZCA edición 2024.2

Por Jorge Canto

La mentoría es una actividad que hoy se enaltece por las grandes virtudes que ofrece a quienes la practican, es decir, de quien las recibe y de quien la imparte; de hecho, en 1990 la United Way of America (Camino Unido de América) convocó un panel de expertos en mentoría para producir, según sus metas, el primer conjunto de pautas rigurosas de mentoría del país, la primera edición de lo que ellos llamaron Elements of Effective Practice (Elementos de una práctica eficaz). Esos Elementos sirvieron como estándar de oro (según sus propias palabras) para una tutoría de calidad.[i] Sin embargo, el mentor siempre ha existido, aunque, quizá, sin el perfil que hoy se le atañe, pero han estado siempre en toda la historia de la humanidad con diferentes nombres: tutor, consejero, anciano, estratega, capitán.

El término mentoría tiene que ver con la mitología griega, cuando Ulises tiene que

ausentarse para atender la guerra de Troya y encarga a su amigo Mentor la educación y el cuidado de su hijo Telémaco. Mentor era un consejero sabio y experimentado. La mentoría nace en La Odisea; en ella se aprecia cómo Mentor no usurpa el papel de Ulises como padre, sino que se convierte en el tutor, orientador y guía de Telémaco para que crezca y se desarrolle y potencie sus habilidades no solo como persona, sino como líder, todo enmarcado en un ambiente de respeto, confianza, lealtad, fidelidad y cariño. El mentor es eso, una persona experimentada que deja a un lado su propia agenda para ofrecer parte de su tiempo y atención a una persona en desarrollo (protegido), lo escucha y acompaña.[ii]

Algunos definen “mentoría” como la formación del carácter en la vida de otros,[iii] es decir, es una especie de discipulado que, el mentor, traslada a su mentoreado, en el cual, el que instruye pretende enseñar, no sólo habilidades técnicas, sino fuerza de carácter, principios éticos y una actitud de servicio hacia los demás.

Un mentor cristiano es, en realidad, un regalo de Dios, puesto que, a diferencia del mundo secular, los mentores cristianos hacen el trabajo de modelaje de almas de manera gratuita, no buscando más retribución que ver a su pupilo madurar y servir a los demás. En el mundo secular se busca una remuneración, ya sea económica como de influencias.

En mentor cristiano tiene una vocación profunda, es un llamado a la entrega, la mayoría de las veces tras bambalinas, con la mejor intención y con el profundo altruismo de ver triunfar a otros y no a uno mismo. Es así, que vemos que los que busca mentorear son personas de grandes cualidades dignas de emulación y respeto.

El mentor se va formando de varias maneras, la primera es la de un auténtico llamado de Dios, como fue el caso de Jetro, el suegro de Moisés, quien le dio excelentes consejos a su yerno que le permitió ser eficiente en su trabajo. Moisés con Josué manifestó un trabajo de gran calidad. Otro gran mentor en el Antiguo Testamento fue Elías con Eliseo. Elías no tenía un carácter muy afable (Stgo.5:17-18), pero pudo formar a un estupendo profeta como lo fue Eliseo; Jesús con sus discípulos a quienes moldeó con amor y al final Pablo con Timoteo, su hijo espiritual (1 Ti.1:2).

La otra manera de formar a un mentor es que la misma necesidad demanda tutores y mentores para dar formación rápida a los que van surgiendo en el liderazgo, es voluntaria y trata de subsanar una necesidad, la ocasión hacer que surjan mentores. La manera más triste, es aquella que viendo las posibilidades económicas o de influencia el individuo se postula a sí mismo con el título de mentor y busca su propio beneficio y acomodo. De esta última clase son los que ahora surgen en todo el mundo y su influencia depende también de su promoción por las redes sociales o por algún pupilo famoso que le de publicidad.

En el Antiguo Testamento se da una ejemplar enseñanza del poder de un buen mentor. Es el caso del sacerdote Joiada (2 Cro.24), quien, tomando bajo su tutela a niño rey Joás lo impulsó correctamente para servir a Jehová; el texto es claro, el rey sirvió en los caminos de Jehová mientras tuvo a su mentor con él (2 Cro.24:2), pero muerto este, el rey se descarrió (2 Cro. 24:22). El poder de un buen mentor no se puede dejar de valorar.

Entonces: ¿Qué se requiere para ser mentor cristiano?, ¿Cómo se forma uno? Aunque existen en realidad en todo lugar escuela de mentores (donde se pueden dar cursos y abrir aulas), sin menospreciar estos excelentes esfuerzos, la integridad y cualidad de un mentor va más allá de ello. Se requieren siempre mentores que deseen proporcionar ayuda y crecimiento a otros, que se moldeen mejores líderes según el modelo bíblico, que lleven bien sus decisiones para que la obra de Dios siga creciendo en cantidad y calidad.

Si una persona quiere incursionar en este noble desempeño, no se olvide que para los que aman al Señor debe existir antes que cualesquiera otras cosas un verdadero llamado de Dios para servir en su obra, de otro modo todo se verá empañado en una confusión de metas y valores. ¿Qué se necesita para ser un buen mentor?

1. Un llamado

Hay gente que no predica ante multitudes ni es popular, pero tiene en su alma el deseo de servir y puede ver mejor que otros cómo ayudar a los demás para su desempeño óptimo. Dios llama al que él quiere, y un hombre de Dios, una mujer santa, pueden ser los llamados a este hermoso trabajo. Perfilar a otros requiere mucha paciencia y un carácter de gran madurez espiritual, a diferencia del mundo, no es un oficio para ganar dinero o fama, sino para servir a la grey. Así que, en primera instancia, el que es llamado a la mentoría debe entender que obedece a una vocación que irá más allá de sí mismo, a un trabajo precioso que dará gozo a su corazón.

2. La necesidad

La necesidad siempre está presente, el que quiere ser mentor encontrará siempre un lugar. En general, es usual que el mentor es quien escoge a su mentoreado y no al revés, (Elías con Eliseo, Pablo con Timoteo, Jesús con sus discípulos) aunque puede suceder en ambas direcciones en más de una ocasión. El futuro mentor ve a alguno de los que ama, conoce o le rodean y que comienza en la carrera de liderazgo o dirección. Casi siempre, aunque no necesariamente, el mentor es del círculo de confianza del pupilo, pero también existen aquellos que antes no se conocían, como Eliseo con Elías. Hay mucha necesidad de que gente con sabiduría e integridad pueda ayudar a los nuevos líderes a crecer.

3. La oportunidad

Entonces, si siempre ha existido la necesidad, ¿la oportunidad también? No es lo usual puesto que el mentoreado quizá no crea necesario algún tipo de consejero, tal como Roboam (1 Re.12:6-20), quien prefirió seguir los consejos de sus jóvenes coetáneos y no de los sabios quienes dirigieron a su padre Salomón; aquí había gran necesidad, pero no se dio la oportunidad por la arrogancia del pupilo. Si uno quiere mentorear a alguien debe buscar la oportunidad y aprovecharla, puesto que un buen tutor permitirá el crecimiento del líder mentoreado y de la alegría de los liderados. En el caso de Joiada (2 Cro.24:1-4) se dio la necesidad y la oportunidad con el rey Joás.

El mentoreado y mentor deben estar en la misma sintonía para encontrarse en la ruta de la colaboración (2 Ti.2:2), este feliz encuentro es maravilloso y alumbrará a las generaciones venideras sin ninguna duda.

4. La voluntad

El líder necesita mentores buenos, pero el que es mentor, ¿quiere ayudar? Han surgido en la historia de la humanidad grandes mentores, los reyes exitosos y emperadores hicieron legendaria la memoria de sus mentores, tal como Alejandro el Grande y Aristóteles,[iv] pero en muchas otras lo mentores fueron simplemente anónimos. Aristóteles hizo un paréntesis para ayudar a Alejandro el Grande y luego siguió con su academia, dispuso su tiempo para ayudar a otro. El Maestro Jesús le dedicó tres años para entrenar a sus apóstoles, hubo mucha entrega del Señor. El mentor debe tener ese compromiso de entregarse voluntariamente a esta tarea, no por el dinero ni por el prestigio, sino por su llamado, por su deber.

5. Sabiduría

Un mentor debe ser sabio. Si bien la sabiduría se asocia a los logros académicos no siempre es así. Por todos lados se ve a profesionistas que no manifiestan mucha sabiduría, pero un hombre sabio puede tener letras abundantes, pero, sobre todo, es así mismo, un buscador de conocimiento, especialmente, el que proviene de Dios. Un buen mentor se ve relacionado a la Biblia y a la comunión con el Espíritu Santo, de otro modo solo será un hombre inteligente, pero sin la verdadera dirección del cielo. Cuando un líder tiene a su lado un consejero dirigido por el Espíritu tiene a un hombre sabio y debe sentirse bendecido por Dios.

6. Generosidad

El mentor debe entender y saber que el trabajo de su vida podrá pasar desapercibido para todo el mundo y que nadie le dará el reconocimiento que el mundo ofrece. El mentor cristiano no buscará que su imagen quede en un simple protagonismo, siempre estará tras bambalinas con el corazón lleno de alegría al ver a su pupilo o pupila crecer, eso es ser generoso, darse por otros y alegrarse por sus triunfos, de otro modo, si existiera un interés personal en este tipo de actividad el efecto se verá dañado al final, pues el interés personal causará zancadillas que dañen el trabajo final.

7. Paciencia

La paciencia es una gran virtud, se requiere tanto para el mentoreado como para el mentor.  Los frutos no siempre se dan tan rápido, se debe saber esperar. A veces el alumno no actúa conforme al consejo y el mentor podría desesperarse. A veces puede haber frustración por la falta de buenos resultados y el que se desespera es el pupilo, pero moldear almas no es fácil, sin la ayuda de Dios todo se reducirá a un simple esfuerzo humano, noble, pero escaso. El fruto verdadero lo da el Señor.

8. La ayuda del Señor

Ya lo dijo Pablo en una ocasión, “el crecimiento lo ha dado el Señor” (1 Co.3:6). El mentor debe estar en oración buscando siempre la dirección de Dios, del Espíritu Santo en el desempeño de su mentoría. Nada priorizar lo que escribieron los gurús de la mentoría del mundo, o qué dice tal o cual influencer de las redes sociales, o creer que los viajes a diversos países para encontrar rutas de consejería actualizadas serán la solución (esto último, no tiene nada de malo, pero no debe priorizarse como indispensable). Las rodillas dobladas ante el Trono de la Gracia es lo que hace a un mentor de verdad exitoso, pues podría ir en contra de la corriente en su consejo, incluso en contra de lo popular, en contra de la presión socio-religiosa del momento, tal como le pasó a Saúl cuando sucumbió ante el estrés del pueblo y fue reprendido por Samuel cuando mirando su proceder dijo: “locamente has hecho” (1 Sa.13:13).

El mentor va a favor de la intuición del Espíritu y en contra de la corriente del mundo, pues busca la patria celestial y no la riqueza que perece. Esto se llama integridad, y la encuentra bajo la dirección de Dios, cuando está en comunión. Cuando el mentor está sujeto al Señor será firme y tendrá autoridad espiritual, convirtiendo así, al final, su mentoría en mentoría espiritual, verdaderamente única, singular y efectiva.


Bibliografía

[i] How To Built A Successful Mentoring  Program Using The Elements Of Effective Practice, (Alexandria, VA.: MENTOR/National Mentoring Partnership, 2005), 7.

[ii] Quintero Hernández, La mentoria en el proceso de enseñanza-aprendizaje. (Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2016).

[iii] Tony Dungy, El líder mentor, (Carol Stream, IL.: Tyndale House Publisher), 17.

[iv] Robert Green, La 48 leyes del poder (Barcelona: Océano, 2018 ), 234.

Jorge Canto


 

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