Por Susana Encalada
La historia de la cristiandad en las comunidades eclesiales ha manifestado el papel preponderante que ocupa la mujer en el desempeño de muchas labores del reino de Dios, incluso a nivel de liderazgo. Los ministerios femeniles, sin menoscabar los desempeñados por los grandes siervos de Dios, han resultado grandemente eficaces no solo en el establecimiento de la obra del Señor y en su avance, sino además en su crecimiento.
Al Señor le ha placido usar mujeres apasionadas y valientes que toman posiciones de liderazgo, conduciendo a las empresas divinas al éxito y al cumplimiento de los propósitos de Dios para su reino.
El llamado al liderazgo femenino no es de autoría personal y a capricho de una mujer que quiso por cuenta propia, ponerse el atuendo del servicio en esta posición, sino un llamado real, singular, único y especial como ocurre cuando el Creador designa al que desee, no es voluntad humana, sino un decreto del cielo.
En cierta ocasión criticaban el liderazgo de una mujer, aduciendo que no era bíblico, entonces tal mujer pronunció las siguientes palabras: es necesario preguntarle a Dios el por qué llama a una mujer que nunca buscó posición alguna, pero que fue llamada por Aquel que gobierna.
Si algo desarrolla una mujer ante el desafío de un liderazgo por su misma naturaleza es tener ese liderazgo en alta estima, con niveles de compromiso serios y estándares altos, observando detalles y con el deseo de desempeñarlo irreprensiblemente con la ayuda de Dios.
Una mujer no se enamora del cargo, sino que valora, atesora y aprecia la posición de servicio que se le asigna y se compromete a llevarlo a cabo a un gran nivel de responsabilidad, no persigue más allá de agradar al Señor que la llama como militante en su obra, mira el desempeño de esta comisión como una oportunidad para glorificar al Señor, sin perseguir otros intereses que pudieran adulterar la entrega al servicio santo a su Señor.
No hay ser en el universo que tenga tantos compromisos como una mujer; su nivel relacional la hace estar ligada a muchos frentes: madre, esposa, administradora del hogar y a parte servidora del reino. La mujer en casa es el mástil del barco alrededor de lo cual ocurre todo, por lo tanto, tiene muchos roles que cubrir, lo que la lleva a ser una mujer que planea, que organiza, que administra recursos; es capaz de organizarse y sacar tiempo para todo; es una maestra para redimir el tiempo y rescatarlo del desperdicio. Una sierva de Dios es capaz, sin reparo de ordenar sus prioridades, colocar al Señor en el pináculo de la pirámide en los intereses que giran alrededor de ella.
Tanto la Palabra como el registro de la historia de la iglesia están cargados de ejemplos de mujeres que fueron designadas por Dios a cumplir posiciones de liderazgo, misión desempeñada con honra y resultados favorables, otorgando éstas buenas cuentas en el desarrollo de tal responsabilidad.
Precursora y líder eclesial: Lidia
Hablar de líderes eclesiales es hablar de Lidia, aquella vendedora de púrpura, mujer de Tiatira, empresaria, la cual comenzó adorando a Dios junto al río, una prosélita, (pagana, convertida al judaísmo), pero que ordenó sus prioridades y se enamoró de Dios. ¿Quién daría algo por esta mujer pagana que se movía en los frívolos círculos de la crema y nata romana la cual vendía sus productos?, pero el Señor tenía planes excelsos para ella.
El ambiente y entorno en los que esta mujer se movía no serían suficientes para eclipsar el plan de Dios para su vida. Lidia fue una mujer muy sabia y enfocada, sabía a donde apuntar y dirigir lo más importante de su vida, al Señor. Estaba en el lugar exacto cuando Pablo predicaba el evangelio (en el derrotero de su primer viaje misionero en Filipos) a un grupo de mujeres reunidas junto al río para orar (Hch.16:13-18). El Señor atravesó el corazón de Lidia al escuchar el mensaje de salvación. Acto seguido, ofreció su casa como sitio de hospedaje para los enviados del cielo, pero luego ese lugar se convirtió el centro de reunión de la incipiente iglesia filipense.
La mujer de la historia asumió un papel preponderante en el liderazgo de esta pequeña congregación, la que se reunía en su casa (Hch.16:14-15, 40), a la cual permeó su carácter generoso y su pasión por Cristo (la iglesia de Filipos es loada por su generosidad), lo que aprendió seguramente de su precursora.
Es impactante la manera en la que Dios puede levantar a una mujer del anonimato y convertirla en una gran líder de influencia no solo para la iglesia de su tiempo, sino como un paradigma para las generaciones venideras. El proceso de transformación que el Dios procuró en Lidia es una muestra que una gran líder no se forja de la noche a la mañana, sino que es gradual de acuerdo al tiempo y los propósitos divinos.
Lidia no es la única mencionada en su carácter de líder de iglesia local, la Escritura menciona el nombre de otras mujeres que desempeñaron con alto honor una encomienda similar: Ninfa y a la iglesia en su casa (Col.4:15), Chloé, quien posiblemente fuera anfitriona de una casa – iglesia (1 Co.1:11), de la misma forma Pablo saluda a otras mujeres que posiblemente caigan en este rango de responsabilidad (Ro.16).
Liderazgo espiritual en casa: Eunice y Loida
En el momento de que se habla de grandes líderes eclesiales es propio mencionar a aquellas mujeres que se movieron alrededor de sus vidas y dieron enfoque en medio del entorno que les tocó vivir. Se hace referencia a aquellas mujeres que tomaron las riendas del liderazgo de su casa en cuanto a la educación y formación espiritual de sus hijos, obra por la cual son también aclamadas ya que su dedicación, esfuerzo y sabiduría conducidas bajo la dirección del Espíritu dieron fruto en la formación de grandes hombres de Dios.
Eunice y Loida, madre y abuela Timoteo respectivamente, hicieron una obra maestra en ese gran varón de Dios. En la historia de esta familia no se aprecia la figura del padre, pero ellas entendieron su responsabilidad de tomar el liderazgo en la educación sacra de su muchacho.
La Escritura no es exhaustiva en hablar de la manera en la que este par de siervas obraron, únicamente se menciona la fe de ambas y a pesar de esto, la cuestión puede englobar una serie de acciones enfocadas, dedicadas, esmeradas, a través de las cuales Timoteo aprendió a amar a Dios, temerle y estar dispuesto a atender al llamado de manera positiva y convertirse en un baluarte en el liderazgo eclesiástico de su época. Fue tan notable el carácter de Timoteo que Pablo lo llama colaborador a pesar de su corta edad. Sin duda, el trabajo efectuado por sus progenitoras estaba impregnado en su mente y corazón, y ahora daría fruto de bendición.
Por la magnitud de la encomienda que Pablo le confiere a Timoteo en el liderazgo de Éfeso (1 Ti.1:3). En cuanto a la corrección de las falsas enseñanzas es notable que el apóstol haya visto en ese muchacho cualidades excepcionales idóneas para tal misión: gran preparación teológica, capacidad apologética, una gran fe en su doctrina, pero también valentía; cualidades impregnadas por Dios en su corazón, a través de todos los años su formación bajo el liderazgo de su madre y abuela.
Susanna Wesley
Juan Wesley es también una clara muestra y motivo para alabar el trabajo de una madre enfocada en su familia que de igual manera tomó el papel de padre y madre en la encomienda de dar forma al carácter de sus hijos, de acuerdo con la voluntad divina. Susanna Wesley, una gran sierva del Señor, es la llamada “madre del Metodismo”; aunque su hijo Juan desarrolló posteriormente este sistema religioso del cual es el autor, es innegable que la forma de trabajo que fincó las bases de su movimiento fue la educación que heredó de su madre y la manera como ella actuaba. Es notorio que el estilo de vida de Susanna se impregnó en el corazón de Juan Wesley y su obrar fue motivo de inspiración para dar forma al modelo de trabajo eclesial que este gran exponente de la Palabra desarrolló.
Como estas dos mujeres, hay muchas más que impactaron el corazón de sus hijos en su función como las líderes de su hogar en cuanto a la enseñanza espiritual de su familia. Común denominador: entrega, dedicación, enfoque, pero sobre todo una gran fe, conocimiento de la Escritura, coronado con una vida de ejemplo irreprensible.
Apóstoles: Junia
El ejemplo de Junia es excepcional, ya que es mencionada por el apóstol Pablo como una de las mujeres apóstol de la iglesia del primer siglo (Ro.16:7). Esta mujer junto con su esposo Andrónico ejercían este ministerio, muy probablemente en Roma. La Escritura menciona también que ella y su esposo fueron encarcelados junto con Pablo por la causa de Jesucristo.
Este matrimonio ejerció un papel muy importante como proclamadores del evangelio de Cristo; su cartera de trabajo era amplia ya que sembraban obras nuevas, pero también las supervisaban. El hecho de que Junia haya sido encarcelada junto con su esposo se deduce que tuvieran un ministerio de alcance trascendente que llamó la atención de los detractores de la fe y los consideraron como peligrosos para Roma.
El liderazgo apostólico de Junia era muy estimado entre los apóstoles, se reconocía su labor en el Reino de Dios, a tal grado que los mismos apóstoles reconocían y admiraban su desempeño; la iglesia romana de igual manera los reconocía y honraba.
Al reflexionar sobre el excelente apostolado de ella, Juan Crisóstomo —líder eclesiástico del siglo IV— dijo lo siguiente sobre Junia: «Y ciertamente es cosa grande ser apóstoles. Pero estar a la par con los tales es un gran tributo. Ellos se destacaban por sus obras y sus logros. ¡Oh, cuán grande es la sabiduría de esta mujer para que se le tuviera por digna del título de apóstol!.[i]
Realmente pudo haber sido formidable observar en acción a esta mujer valiente, plantadora de iglesias, con un gran liderazgo en sus venas, abriendo brecha para el evangelio de Cristo, hablando con denuedo sin temor a represalias, sino enfocada en su encomienda.
Maestras – mentoras: Priscila
El papel desempeñado en la faceta de la mentoría también es notable en los liderazgos de mujeres piadosas de la iglesia. Ser mentor no es cualquier cosa, es necesaria la conjunción de muchos factores en una sola persona para que sea idónea para la labor del mentoreo.
Muchos factores incluyen el equipamiento de un mentor ya que su papel fundamental es de guiar, de conducir, ver cualidades de su pupilo y explotarlas al máximo, con miras en procurar que su discípulo sea equipado para llevar a cabo la encomienda o función asignada.
Una de las más grandes mentoras mencionadas en la Escritura es Priscila, un heraldo del evangelio; una mujer que junto con su esposo se enfocaron en el estudio de la Palabra y en su enseñanza (Hch.18:24-26). El desarrollo de una vida dirigida en la sabiduría. No era necesario que fueran gente opulente, ya que en realidad eran gente sencilla que se ganaba el pan confeccionando tiendas al igual que Pablo (Hch.18:3). Pablo se refiere a ellos como sus colaboradores en la iglesia (Ro.16:3-4).
Apolos, el varón elocuente y apasionado por la exposición de la Palabra, un joven con muchas ganas de ejercer su llamado, pero al cual le faltaba formación, un vaso hermoso, pero que tenía que pulirse para que cumpliera su cometido a la perfección. Es aquí donde se presenta Priscila, junto con su esposo Aquila. Por el contexto y la forma de nombrarlos, y sin afán demeritar la función del esposo, Priscila es la que llevaba a cabo la labor principal en el liderazgo de la tarea del mentoreo en la vida de Apolos.
Las enseñanzas de esta mujer en este varón cumplieron sus propósitos. Priscila estuvo dispuesta a invertir tiempo, esfuerzo y dedicación en preparar a este ferviente predicador y hacerlo idóneo para la obra de Dios. Este matrimonio ofrendó a la obra todo su arsenal, invirtiéndolo en la vida de su discípulo con el afán de equiparlo. El trabajo dio buen resultado ya que Apolos llegó a ser uno de los más grandes predicadores de su tiempo, a tal grado que se le cataloga como uno de los posibles hagiógrafos de la carta a los Hebreos “no fue Pablo. Aunque se han sugerido numerosos candidatos para la autoría, por ejemplo: Bernabé, Apolos, o Silvano.[ii]
Donna Carol Bustos
En la vida contemporánea muchos han tenido grandes mentoras. En nuestra época cabe mencionar al papel de liderazgo de la hermana Donna Bustos, misionera americana, pero como ella menciona, “mexicana por la gracia de Dios”. Nadie mejor que ella, escogida como un instrumento divino enfocado en la preparación de eruditos latinos, siendo éste el principal objetivo de su encomienda. Su ejemplo, motivación, impuso, enseñanzas, procuración que da a sus mentores ha dado fruto en un gran número de varones y mujeres líderes de influencia que han tenido la bendición de toparse con esta gran sierva de Dios con un liderazgo educativo a nivel internacional, pero con el corazón de una humilde sierva.
Diaconisa: Febe
El único lugar en la Biblia donde se menciona a Febe es en Romanos 16:1-2. Pablo hace referencia a ella como diaconisa de la iglesia de Cencrea. La descripción del apóstol en su recomendación hacia esta mujer enfatiza la grandeza de su oficio y carácter, él mismo da testimonio de ella y da a conocer sus credenciales como una diaconisa, gr. διάκονον[iii] (diakonon), se recalca la virtud de esta comisión llevada a cabo por aquellas personas que estaban involucradas en alguna actividad sagrada, es decir que desempeñaban un servicio de liderazgo en la iglesia, nombrado de manera oficial.
Una cualidad de aquellos designados como diáconos era que deberían ser personas llenas del Espíritu Santo y de sabiduría (Hch.6), es en el nivel de estos atributos que esta mujer servía, cualidades que le permitieron llevar a cabo una labor de tal excelencia para el Señor que el mismo apóstol a los gentiles la recomienda como una digna servidora del evangelio de Jesucristo.
En la descripción del carácter de Febe como líder, desempeña el oficio conferido por la iglesia, es posible descubrir una mujer diligente con grandes responsabilidades a cuestas, dando además buenas cuentas en cada una de ellas; ser una líder dirigida por el Espíritu Santo tiene buenos resultados en beneficio de la obra.
Esta mujer grandiosa, además, demuestra un carácter íntegro y honesto, a la cual Pablo recomienda sin reparos, haciéndose a sí mismo fiador de ella, alguien que debería ser recibida por la iglesia de Cencrea sin reparo a alguno; el gran varón del Señor como lo era el apóstol daba fe de su persona.
Una característica más de esta insigne mujer ensalza una de las principales virtudes que deben coronar a los líderes cristianos; la misericordia y la generosidad. Romanos 16:2, menciona que ella había ayudado a muchos, incluso a Pablo. Apreciar esta faceta en Febe es algo realmente impactante y digno de imitar, quien en su sencillez y posición de servicio no se sirvió nunca de la gente, sino que les sirvió desde su trinchera.
La vida y carácter de esta mujer retrata perfectamente el cuadro de una verdadera líder sierva, cualidad que imita la actitud que toma como ejemplo el carácter de Cristo y es la que él mismo desea desarrollar en cada uno de sus servidores.
El significado del nombre de Febe es “brillante”[iv], no cabe duda de que esta gran mujer y líder de su tiempo, hace honor a tal significado.
Profetas: Las cuatro hijas de Felipe
Por último, se acudirá a hablar un poco del liderazgo profético encomendado por Dios a mujeres notables de la historia, como lo fueron las cuatro hijas de Felipe (Hch.21:9).
Estas mujeres llenas del Espíritu Santo, recibido seguramente en Pentecostés, se convirtieron en portavoces del Dios Altísimo, las cuales anunciaban la palabra divina de manera continua.
Las cuatro hijas de Felipe apenas se mencionan en el Nuevo Testamento, pero se hace alusión a ellas varias veces en otros escritos de la iglesia primitiva. Eusebio, historiador de la iglesia describe a estas mujeres como “poderosas luminarias y las clasificó entre la primera etapa en la sucesión apostólica. Consideradas además como punto de referencia para el ministerio profético en la iglesia primitiva”.[v]
Para concluir, la historia eclesiástica muestra la inclusión de mujeres que ocuparon y desarrollaron las encomiendas de liderazgo asignadas por el Señor. El trabajo desempeñado no significa que Dios no encontró a varones para otorgar dichas tareas, sino que él ya tenía contemplado a estas piadosas mujeres para hacerlas sus colaboradoras quienes, en todos los casos, cumplieron la encomienda con alto sentido de responsabilidad, amor al Altísimo y a su obra, los resultados se ven reflejados en la historia, son claros e innegables.
Bibliografía
[i] Scot McKnight, Junia is Not Alone: Breaking Our Silence About Women in the Bible and the Church Today (Englewood, Colorado: Patheos Press, 2011), 272.
[ii] James W. Thompson, Hebreos, epístola a, Diccionario bíblico Eerdmans (Miami: Editorial Patmos, 2016), 799.
[iii] Barbara Aland, The Greek New Testament with Apparatus (s/L: Deutsche Bibelgesellschaft, 2000), 396.
[iv] James Dixon, Merril, Diconario bíblico Mundo Hispano (El Paso Texas: Mundo Hispano, 2003), 295.
[v] Eusebio, Eusebio, Historia de la iglesia (Grand Rapids: Editorial Portavoz, 1999), 117.
Es una Bendición saber el trabajo y esfuerzo de todos en nuestra doctrina.,con la ayuda, autorización de parte de Dios, por que si Dios es un Dios de orden tenemos que obedecer. Muchas gracias por todo y que Dios les siga Bendiciendo y dando sabiduría de lo alto en Cristo Jesús.
Excelente artículo.
Me ayudó en mis reflexiones personales respecto a mi llamado y dudas que por mucho tiempo traté de desentrañar sobre Junia.