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El consejo de Jetro y la juventud

Por publicado originalmente en CONOZCA edición 1982.3

Julio César Pérez M.

 

Puesto que América Latina es un continente relativamente joven, la iglesia debe actuar y organizar la juventud. Muchos tienen el espíritu de líder, pero es lástima grande que algunas iglesias no utilicen este elemento joven debido a la forma tradicional de organizar los grupos de manera que el presidente lo hace todo.

Moisés evidenciaba tremendo potencial de líder, pero trabajaba desmedidamente. Creía que era el único que podía hacer las cosas. Al visitarle el suegro, se asombró.  –¿Qué es esto que haces tú con el pueblo?–le preguntó.

–¿Por qué te sientas tu sólo y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde? Éxodo 18:5-27.

¿Se imagina cómo le cayeron estas preguntas al brillante dirigente, especialmente cuando las hizo el suegro? A todos nos cuesta oír cuando se nos dice: “No está bien lo que haces.” Pero gracias al consejo acertado del suegro, que ni siquiera pertenecía al pueblo de Dios, cambió Moisés su táctica. Delegó responsabilidad a muchos otros.

Hoy día, muchos dirigentes caen en la misma idea de que no hay otro que pueda hacer las cosas como ellos. Esto es una causa por la cual la congregación llega a una desocupación. Nos cuesta oír que se nos diga: “No está bien lo que haces,” pero vale la pena hacer caso a la voz de Jetro.

Un buen número de jóvenes que llegan a la iglesia han buscado la solución a su problema en las drogas, en revoluciones políticas, en amistades, pero sin encontrar medicina para su mal. Al hacer su decisión por Cristo, sienten un deseo ardiente de participar en algo. Algunos son líderes en perspectiva.

La iglesia debe organizarlos y hacerlos partícipes de las actividades de la congregación. Si esto no ocurre, el joven puede volver a su antigua vida y se formará el concepto de una iglesia que tampoco satisface sus necesidades.

El joven que queda en la iglesia se volverá estático, un “ocupa puesto”. Sentirá que la congregación no le ha hecho acreedor de ningún título honorable. Y todo por la incapacidad de la iglesia misma de organizar a la juventud. Lo que queremos es tener creyentes participantes, hermanos que tienen responsabilidad y la cumplen.

La mayoría de las congregaciones llevan a cabo cultos tradicionales. Se hace participar a un reducido número de personas en la dirección de los cantos, lectura bíblica, consagración de ofrenda, himno especial y el mensaje. En estos ministerios participa algún joven una vez al mes cuando la congregación es pequeña, pero cuando es relativamente numerosa, pasa mucho tiempo hasta que un miembro pueda participar de algún privilegio.

¿Cómo solucionar este problema? Se sugiere organizar el grupo por secciones compuestas de seis a diez jóvenes de ambos sexos. Cada grupo llevará el nombre de algún personaje bíblico. Se distribuyen tareas a las secciones cada ocho días. Si el culto de jóvenes se celebra el sabido, una sección puede tener a su cargo la reunión en el templo. Por la tarde otro grupo puede realizar un plan de visitación. El tercer grupo celebra un culto al aire libre. Otro puede reunirse en un lugar para orar. Otro se reúne para un estudio bíblico.

Por la noche asisten todos al templo para adorar a Dios, darle gracias por su ayuda y presenciar el programa que la sección en turno desarrolla. En estos grupos pueden incluirse recién convertidos los cuales deben tener alguna tarea, también. Por ejemplo, podrían distribuir porciones bíblicas o acompañar a algún miembro de más madurez cristiana a compartir en el evangelismo personal. Esto les ayudará a sentirse satisfechos por haber servido a Dios a pesar de su falta de preparación.

Cuando el Dirigente Modelo alimentó a los cinco mil hombres, ordenó que los discípulos organizaran a la gente en grupos. Cada discípulo distribuyó entre ellos la provisión hasta que se saciaron. Esos millares de personas, con necesidad cada una, constituían un problema que espantó a los discípulos. La única solución que veían ellos era despedir a la multitud. Pero el Señor tenía otra solución. Él haría un milagro de provisión, y los discípulos harían un buen trabajo de organización para repartir esa provisión. Así puede suceder hoy en la iglesia. Las multitudes acuden por sus necesidades. Y la única manera de ayudarles es atendiéndolos a todos.

Con lo que he dicho, no quiero dejar la impresión de que el trabajo en grupos nunca traerá problemas. Tenemos que mantener los ojos abiertos para evitar ciertos peligros. Cabe la posibilidad de que alguien acuse a una sección de partidismo. El egoísmo puede apoderarse de otro grupo. Siendo seres humanos, algunos podrían decir que ellos son la mejor sección porque son los más activos. Estos problemas y otros semejantes pueden minar la armonía que debe existir con el resultado de que se estanca el avance de la obra.

¿Qué hizo el Señor cuando surgió un espíritu personalista entre su pequeño grupo? Como buen líder que era, reconoció el problema y exhortó a los miembros del grupo: “El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, el que quiera ser primero entre vosotros será vuestro siervo.” Mateo 20:26,27.

Los jóvenes en El Salvador han tenido un crecimiento en estos últimos años hasta llegar a un número cerca de los veinte y un mil. Las iglesias han dividido a los jóvenes en pequeños grupos. En algunas iglesias a estas secciones se les llama grupos de crecimiento, renuevos, células de oración o grupos de evangelismo. Las secciones han participado en convenciones, retiros campestres, seminarios y actividades masivas.

En el año 1981 se celebró un Congreso Juvenil en el mes de noviembre en el que participaron siete mil jóvenes desfilando por una de las principales arterías de San Salvador. La marcha finalizó en el Estadio Nacional con un culto de inspiración. En esta forma la juventud se ha visto motivada. Ha construido una casa para residencia del Presidente Nacional. En 1982 comprará un vehículo para el uso del mismo.

Es muy común ver grupos de jóvenes en El Salvador predicando en las plazas, parques, autobuses, terminales y en todo lugar público. Tienen ellos el potencial de predicadores, sería ilógico taparles la boca. Hay una iglesia que tiene más de diez de estos grupos, entre los cuales se halla el que se denomina el T.L.P.T., siglas para “Tenemos Lugar Para Ti”. Se encarga esta sección de la evangelización dentro de los drogadictos y desechados de la sociedad. A este grupo se están añadiendo aun más. Algunos de los rescatados se han unido para trabajar a favor de los que no tienen abogado.

El mundo que nos ha tocado vivir está lleno de atracciones que al aparecer dan placer, pero las consecuencias son graves. Se mina nuestra juventud con toda índole de artefactos del enemigo. ¿Cómo lograremos que Jesucristo revolucione su espíritu? ¿Con mensajes polémicos tras el púlpito? ¿Con nuestros cultos tradicionales?

Cristo dirigió un pequeño grupo. Le fue fácil acercarse a ellos, conocer sus ideas, sus inquietudes, sus necesidades y su potencia de dirigente. Ellos salieron para realizar diversas actividades. Formaron a su vez pequeños grupos. Y este sistema se proyectó a otros. ¿Por qué no seguimos el mismo proceso para alcanzar al mundo nuestro? Tomemos en serio el consejo de Jetro.

 

Julio César Pérez


 

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