Por Carmen Cordero
Hablo de la presencia descubierta
por mí ya a la mitad de mi camino,
de aquella Lumbre que a mi noche vino
de aquel Viajero que tocó a mi puerta.
La más hermosa realidad abierta
entre lo temporal y lo divino,
entre el polvo y el cielo diamantino
que dio resurrección a mi alma muerta.
No callaré de la verdad del Hijo
que el Padre me entregó siempre
prolijo de su amor hablaré,
sublime en verso.
Y aún cuando calle, testimonio diga
mi vida que por él toda es cantiga,
libro abierto de luz al universo.
Carmen Cordero