Por Leticia Álvarez Franco
“Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”: Martin Luther King.[i]
La Teología y todos los cristianos no pueden estar alejados de uno de los problemas más apremiante a nivel global; me refiero a la destrucción del medio ambiente.
Nadie podría negar el hecho que Dios nos ha encomendado el cuidado de su creación. En el principio, antes que el pecado corrompiera todo, la orden de Dios para los seres humanos fue administrar lo creado. Adán y Eva recibieron su primera responsabilidad: cultivar y cuidar de la tierra. La palabra hebrea para “cuidar” implica prestar atención y proteger; estas acciones están directamente relacionadas con nuestro papel de mayordomos. “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Gn.2:15).
Dios creó este mundo como un hogar para nosotros, para los animales y también para las plantas, por eso debemos cuidarlo. Dios siempre se ha preocupado por la preservación de su creación.
En Génesis 7:1-3 Dios otra vez demuestra su interés por toda la vida al instruir a Noé para que lleve a su familia y a los animales al arca para conservar viva la especie sobre la faz de la tierra “durante una catástrofe mundial”. El momento decisivo de la narración del diluvio es (Gn.8:1) “Y se acordó Dios de Noé, y de todos los animales, y de todas las bestias que estaban con él en el arca”.
Después del diluvio Dios, explícitamente, incluye a los animales en un pacto: “Y habló Dios a Noé y a sus hijos con él, diciendo: He aquí que yo establezco un pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de vosotros; y con todo ser viviente que está con vosotros; aves, animales y toda bestia de la tierra que está con vosotros, desde todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra. Estableceré mi pacto con vosotros” (Gn.9:8-13). Nuevamente se infiere la responsabilidad humana sobre la protección de su creación. Sin embargo, por el descuido y la crueldad humana muchas diferentes especies de animales se extinguen. ¡Disminuimos muchas de las voces que alaban a Dios!
Creemos que la razón por la cual el Señor mandó a Israel a Babilonia fue por el descuido de 490 años en el cultivo de la tierra: “Seis años sembrarás tu tierra, y seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos. Pero el séptimo año la tierra tendrá descanso, reposo para Jehová; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu viña” (Lv.25:3-4); para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías: “hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos” (2 Cr.36:21).
Los científicos dicen que la madera es un elemento que no se halla en ninguna otra parte del universo, más que en la tierra. El universo está lleno de metales y piedras preciosas. El oro, los diamantes, el platino, y cualquier otro metal valioso abundan en el universo, pero se cree que los árboles son un elemento exclusivo del planeta Tierra.[ii]
El equilibrio perfecto que Dios creó en la tierra era tal que ahora los científicos saben que la tierra se desgasta. Los minerales y componentes químicos de la tierra son necesarios para darle a los árboles, granos, frutos y todo lo que se plante se van perdieron con el abuso de la siembra. Dios dijo que cada setenta años dejarían de sembrar. Israel no lo hizo, no le dieron reposo a la tierra y continuaron con sus cultivos.
Los árboles han sido parte fundamental de las enseñanzas que Dios ha querido darle al hombre. Fueron justamente dos árboles, el de la ciencia del bien y del mal y el árbol de la vida que probarían al hombre en el huerto. Tras la caída del hombre fue necesario que dos querubines custodiaran el acceso al árbol de la vida.
La vara de Aarón, que reverdeció en Levíticos 17, mostraría el favor de Dios sobre el hombre al que él escogiere. La vida del hombre justo se compara metafóricamente con un árbol. La Biblia dice en Salmos 1:3 y en Jeremías 17:8 que el hombre que se deleita en la ley del Señor “será como árbol plantado junto a corrientes de agua que da fruto”. En Salmos 92:12-14 se declara: “el justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes”.
La parábola que Jesús contó de un hombre que tenía una higuera plantada en su viña y que no había dado fruto por tres años nos ilustra la intercesión del jardinero por el árbol. Recibe la orden del dueño de la viña: córtala para que no inutilice la tierra “Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone” (Lc.13:8). Este es sin duda uno de los pasajes más usados los fines de años en las iglesias que ejemplifican el amor de Dios por los creyentes.
El cuidado de la naturaleza es de vital importancia para nosotros, la iglesia de Jesucristo. Nuestro bienestar y supervivencia dependen en gran medida de un medio ambiente saludable. Cuando cuidamos la naturaleza, también nos cuidamos entre nosotros y a las generaciones futuras.
La iglesia puede convertirse en un elemento contaminante cuando celebra reuniones magnas cada semana y en ella se sirven alimentos a cientos de miles de personas en todo el mundo en platos desechables. Los encargados de hacer el aseo de los templos son testigos de las bolsas de basura que sacan cada lunes para ser recolectadas.
Cuando se contamina con vasos y platos fabricados en polietileno en cada celebración extraordinaria como fiestas de bodas, fiestas de quinciañeras, confraternidades, convenciones o campañas que reúnen cientos de personas.
Además de los productos que usamos en el aseo de nuestros pisos y baños que contaminan con químicos a través de los drenajes. El uso de los climas y desodorantes que emiten gases contaminantes que dañan la capa de ozono.
Cuidar la naturaleza es una forma de mostrar nuestro amor y gratitud hacia Dios. Él nos ha dado la responsabilidad de ser mayordomos de su creación y debemos cumplir con este deber de manera responsable.
Greta Thunberg llamó la atención del mundo cuando a sus 15 años se convirtió en una de las activistas más jóvenes en protestar en contra del calentamiento global. A Greta se le permitió hablar en la ONU el 23 de septiembre del 2019.[iii]
La vida de la Tierra terminará alrededor del 2050, debido a la extinción de la capa de hielo del Ártico, y a que los desiertos se harán más extensos y a que la muerte de la humanidad será incontrolable por la mala calidad del aire. De acuerdo con la ONU, para dar ese veredicto fueron consultados 250 especialistas en diferentes ramos de la ciencia y el conocimiento.[iv]
Por tal razón se proponen las siguientes tareas para contribuir con el cuidar del planeta:
La familia cristiana de la iglesia local plante un árbol, ya sea en su propio jardín o lugares públicos permitidos por el ayuntamiento o municipio de su localidad.
La iglesia compre y utilice vasos, platos, tazas de materiales más duraderos para no contaminar.
Los productos que se usan para el aseo y limpieza del templo tales como cloro, aromatizantes, jabones o detergentes sean biodegradables.
Colaboración con el reciclado, lo que contribuye a la lucha contra el calentamiento global. Puede parece un gran cambio para alguien que no está acostumbrado a reciclar, pero realmente es más sencillo de lo que parece. Con separar los papeles y los cartones de los plásticos, los envases de vidrio o la comida, ya comenzamos a colaborar en un bien común.
Apagar las luces cuando no se usan. Aunque no lo parezca, dejar la luz encendida es una mala costumbre que puede ser difícil de quitar pero no imposible, ya que en muchas ocasiones desperdiciamos electricidad sin darnos cuenta. Además es recomendable utilizar focos de bajo consumo y luces led.
Ahorrar agua, ya que es el elemento más necesario para nuestra vida. Si para los seres humanos el agua es importante, también lo es para el resto de los seres vivos. Las plantas necesitan agua para hacer la fotosíntesis y los animales necesitan beber agua al igual que nosotros para hidratarnos, lo que hará que nuetros cuerpos funcionen.
Cuidar de la creación lo mejor que podamos puede ser una tarea abrumadora y desgastante, pero el Señor puede guiarnos y darnos la sensibilidad para que nos muestre las áreas en las que debemos ser más cuidadosos.
Los cristianos somos llamados a la acción. Sabemos plenamente que la nueva creación sólo se consumará cuando Cristo vuelva, pero así también, sabemos que nosotros ya somos nueva creación y, por lo tanto, debemos vivir conforme a los parámetros de ella en este mundo.
Mientras Cristo no vuelva habrá pecado, injusticia y abusos contra la naturaleza; la responsabilidad humana afectada por el pecado, el pacto de administrar la creación, y la viva fe y esperanza en el poder de Cristo como el redentor del cosmos, no sólo son el marco teórico y teológico para una acción ecológica coherente; sino también un vivo estímulo que debe entusiasmarnos y llenarnos de pasión por ver la gloria del Señor inundando el orden creado como era en un principio y como será cuando Cristo regrese.
Bibliografía
[i] Jaime Colom Valiente, Reflexiones y utopías de un humano (Ed. Puntos Rojos, 2022), 235.
[ii] José Manuel Archuleta, ¿Qué tan común es la madera en el universo?, 3 de octubre 2023, https://www.clubmitsubishiasx.com/faq/que-tan-comun-es-la-madera-en-el-universo, última recuperación, 12 de agosto 2024.
[iii] https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-49804774
[iv] Informe presentado durante la 4ª Asamblea del Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas.