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Acab y Jezabel: el peor matrimonio imaginado

Por publicado originalmente en CONOZCA edición 2025.2

Por Jaime Mazurek

En el libro 1 Reyes se destaca de manera singular a dos personas, el rey Acab y su esposa, Jezabel. La narración sobre sus vidas va desde 1 Reyes 16:28 hasta el 22:40. Son de los protagonistas más sobresalientes del libro. En 1 Reyes se menciona a Jezabel catorce veces y a Acab, cincuenta veces. Se menciona más al rey Acab que al propio profeta Elías, quien es nombrado cuarenta y dos veces.

Sin embargo, toda esa fama no fue por causa de sus virtudes o buenas obras, sino por su gran pobreza moral y espiritual. Tal corrupción no se manifestaba únicamente hacia afuera, hacia los pobladores de Israel, o el profeta Elías, sino también internamente, en su propia relación interpersonal, matrimonial. Acab y Jezabel son, sin duda alguna, un paradigma del peor matrimonio imaginable. Veamos lo que la Biblia tiene que decir sobre estos dos, su carácter, su relación como pareja y su legado.

Sobre Acab

Acab reinó durante el período 874-853 a.C. Aunque era israelita, vino de un linaje y una cultura marcada por corrupción, idolatría, inmoralidad y violencia. Fue hijo el rey Omri, el fundador de la ciudad de Samaria (1 Re.16:22-28). Los tiempos previos al reinado de Acab se caracterizaron por violencia y paganismo constantes.

En la nación del norte, Israel, los reyes se levantaban y caían en rápida sucesión. Jeroboam I, el líder de la revuelta que produjo la división de Israel, reinó veintidós años. Durante su reino hizo todo lo posible para que el pueblo no se acercara más a Jerusalén ni a Jehová.  Hizo dos becerros de oro que instaló en el norte (Dan) y el sur (Betel), cada cual, con su templo, sus sacerdotes y fiestas. La fiesta principal de los becerros de oro se celebraba el día catorce del mes octavo – el mismo día cuando en Jerusalén se celebraba la fiesta de Tabernáculos (1 Re.12:28-33). Por esto, Dios permitió que se levantara Baasa, quien asesinó al heredero de Jeroboam, Nadab, quien apenas reinó dos años, Durante veinticuatro años Baasa llenó a Israel de idolatría e inmoralidad. Al morir él, ascendió al trono su hijo Ela, pero este reinó solamente dos años pues fue asesinado por su siervo Zimri (1 Re.16:7-10). Zimri, a la vez, alcanzó a reinar apenas siete días, ya que, al verse atacado por el general Omri, se encerró en su casa, prendió fuego, y murió calcinado.

Omri, el padre de Acab, fue un rey espantosamente malo. Según 1Reyes 16:25, “Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, e hizo peor que todos los que habían reinado antes de él”. Sin embargo, el texto bíblico nos dice que Acab logró superar aun a Omri, su padre, en su pecado y maldad (1 Re.16:30-33).

A pesar de ser de la nación de Israel, un descendiente de Abraham, Acab perdió absolutamente toda pizca de temor de Jehová, el Dios de Israel. En consecuencia, fue una persona sin valores. Fue un hombre rebelde contra Jehová, cobarde, indeciso, débil y sumamente imprudente.

A la hora de casarse, escogió una mujer, no del linaje de Israel, sino de la cultura pagana fenicia, a Jezabel, la hija del rey de Sidón, Et-baal. Al casarse con ella, en vez de ejercer influencia y liderazgo espiritual para que ella conociera a Jehová, imprudentemente se convirtió a la fe de ella, al culto de Baal, el antiguo dios de las tormentas cananeo.

Poco tiempo después de su boda, Jezabel se puso en campaña para instalar la adoración de Baal, exterminar el culto de Jehová en toda la tierra de Israel y matar a todo profeta de Jehová que pudiera encontrar (1 Re.18:4). Acab no hizo nada para impedirlo, sino que permitió que su esposa extranjera tomase el gobierno en sus manos para asesinar a personas oriundas de la nación.

Acab fue un hombre muy cobarde. En 1 Reyes 20:4, cuando el rey Benhadad de Siria lo amenazó con invasión, se rindió inmediatamente, al decir, “Yo soy tuyo señor, y todo lo que tengo”. Cuando por fin decidió defenderse de los sirios, Acab preguntó a un profeta quién iría al frente de sus tropas, esperando que fuese otro, pero la respuesta fue: “Tu” (1 Re.20:14).  

En la segunda guerra contra Siria, cuando Dios le dio la victoria, y sus tropas habían capturado al rey Benhadad, Acab imprudentemente dijo, “Si él vive aún, mi hermano es” (1 Re.20:32). En su tercera y última guerra contra Benhadad, el cobarde Acab se vistió como un soldado común, pensaba que así se salvaría del juicio divino que se había pronunciado contra él. Pero a pesar de su intento de esconderse, la mano de Dios lo alcanzó (1 Re.22:29-37).

Acab era un hombre débil, inmaduro e indeciso.  Cuando Nabot, devoto de Jehová, rehusó venderle su heredad, en vez de aceptarlo, Acab fue a su dormitorio, se acostó, lloró y rehusó comer (1 Re.21:4). Era poco hombre. Dio una pataleta, como un niño chico y esperó a que su esposa le diera una solución. Tal fue el carácter de Acab, consentido, inmaduro, cobarde, débil, imprudente e indeciso, características que para nada ayudan a formar un matrimonio exitoso y fructífero.

En las narraciones sobre Acab, hubo un solo momento cuando se humilló ante Dios. Después de la muerte de Nabot, al escuchar la sentencia de Dios contra él y su familia, Acab “rasgó sus vestidos y puso cilicio sobre su carne, ayunó, y durmió en cilicio, y anduvo humillado” (1 Re.21:27). Tristemente, este estado de humillación fue de muy corta duración, pues en el siguiente capítulo vemos a Acab encarceló al profeta Micaías y resistió a la palabra de Dios con todas sus fuerzas, cosas que lo llevaron a una muerte lenta y dolorosa.

Sobre Jezabel

Jezabel era la hija de Et-baal, (también conocido como Itabolo) rey de Sidón y sacerdote de la diosa Astarte.  Flavio Josefo, al comentar sobre los reyes de Tiro, dijo:

…después su hermano Aserim, que vivió cincuenta y cuatro y reinó nueve. Este fue asesinado por su hermano Feles, quien, apoderándose del trono, reinó ocho meses y vivió cincuenta años. A éste lo mató Itobalo, sacerdote de Astarte, el cual vivió sesenta y ocho años y reinó treinta y dos. (Flavio Josefo, Contra Apion, Libro I, 123).

Vemos entonces, que el padre de Jezabel era un sacerdote de Astarte y un homicida que asesinó al rey de turno en Sidón para usurpar el poder.

Astarte era la antigua diosa de la fertilidad cananea. Su culto involucraba la práctica de prostitución templaria. Muchos eruditos opinan que Jezabel fue criada como devota y sacerdotisa de Astarte. Algunos opinan que además de eso, Jezabel seguramente practicaba brujería y hechicería.

Lo que sí sabemos sin duda, es que tuvo una influencia muy dominante y controlador sobre Acab, desde el momento de su matrimonio con él. Leemos en 1 Reyes 16:31-32: “ tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal rey de los sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró.  E hizo altar a Baal, en el templo de Baal que él edificó en Samaria”.

Fíjese con qué rapidez se manifestó el control de Jezabel sobre Acab. Vea la sucesión de cosas que acontecieron:

  • tomó por mujer a Jezabel
  • sirvió a Baal
  • adoró a Baal
  • hizo altar a Baal
  • hizo templo de Baal

No cuesta mucho imaginar como Jezabel le fue exigiendo una cosa tras otra, tras otra, en su sed de imponer el culto de Baal.

Flavio Josefo comentó: “esta mujer era activa y audaz, y cayó en tal grado de impureza y locura, que construyó un templo al dios de los tirios, al que llaman Belo, y plantó un bosque con toda clase de árboles; también nombró sacerdotes y falsos profetas para este dios” (Antigüedades de los judíos, libro VIII, cap. 13).

El dominio de Jezabel fue tal que hizo establecer un cuerpo de cuatrocientos cincuenta profetas al servicio de su dios, Baal, mas otros cuatrocientos profetas de su diosa Astarot (1 Re. 18:19).

La gente temía a Jezabel mucho más que a Acab. Aun el profeta Elías, después de haber logrado una gran victoria sobre los profetas de Baal y Astarte en el Monte Carmelo, el día después, al saber de la amenaza de Jezabel en su contra, se llenó de miedo y huyo hacia Judá y más allá, al Monte Sinaí (1 Re.19).

Jezabel era fría, despiadada y calculadora. Cuando Acab lloró, frustrado por su incapacidad de comprar la tierra de Nabot, Jezabel no lo acompañó en el llanto, sino que inmediatamente elaboró y ejecutó un plan para acusar a Nabot falsamente y darle sentencia de muerte.

Se aprecia su empleo de la seducción y la manipulación para lograr sus fines en la narración de su muerte en 2 Reyes 9.  La situación era que Eliseo, cumpliendo la tarea que Dios había asignado a Elías (1 Re.19:16), fue a Ramot de Galaad y mandó a un profeta joven a ungir a Jehú para ser rey de Israel y para destruir la casa de Acab.

Y él se levantó, y entró en casa; y el otro derramó el aceite sobre su cabeza, y le dijo: Así dijo Jehová Dios de Israel: Yo te he ungido por rey sobre Israel, pueblo de Jehová.
Herirás la casa de Acab tu señor, para que yo vengue la sangre de mis siervos los profetas, y la sangre de todos los siervos de Jehová, de la mano de Jezabel.
Y perecerá toda la casa de Acab, y destruiré de Acab todo varón, así al siervo como al libre en Israel.
Y yo pondré la casa de Acab como la casa de Jeroboam hijo de Nabat, y como la casa de Baasa hijo de Ahías (2 Re.9:6-9).

En seguida, Jehú cumplió las órdenes dadas por el profeta. Cabalgó hacia Samaria y al encontrarse con Joram, el hijo de Acab y Jezabel, lo mató y echó su cuerpo en la heredad de Nabot, conforme a la palabra profética dada previamente por Elías (1 Re.21:19).

Al llegar Jehú a Samaria para encontrarse con Jezabel, dice el texto bíblico que “cuando Jezabel lo oyó, se pintó los ojos con antimonio, y atavió su cabeza, y se asomó a una ventana”.  A pesar de las muertes de su marido Acab y su hijo Joram, Jezabel pensaba que podría controlar la situación por medio de la seducción y la manipulación.  “Se pintó los ojos con antimonio.” En aquellos tiempos era común el uso del antimonio como un maquillaje oscuro para agrandar los ojos. “Atavió su cabeza” Se hizo un arreglo especial de su cabello, cosa que las devotas de las diosas de fertilidad comúnmente hacían, tal como Pablo advierte a las mujeres de la iglesia en Éfeso a no seguir en las prácticas que antes hacían en su devoción a la diosa Diana (la misma diosa Astarte) (1 Ti.2:9).

Y queda un detalle muy importante en esta narración de la muerte de Jezabel.

Y cuando entraba Jehú por la puerta, ella dijo: ¿Sucedió bien a Zimri, que mató a su señor?
Alzando él entonces su rostro hacia la ventana, dijo: ¿Quién está conmigo? ¿quién? Y se inclinaron hacia él dos o tres eunucos.
Y él les dijo: Echadla abajo. Y ellos la echaron; y parte de su sangre salpicó en la pared, y en los caballos; y él la atropelló (2 Re.9:31-34).

Al entrar Jehú en la habitación donde se encontraba Jezabel, ella, con su arrogancia de siempre le preguntó si recordaba lo que había pasado con Zimri, el que fue asesinado por su suegro Omri.  Jehú simplemente miró hacia la ventana abierta y preguntó quién estaba con él, y se identificaron dos o tres varones, eunucos.

En esta escena final nos damos cuenta que Jezabel era una mujer que prefería rodearse de hombres castrados, impotentes y débiles.  Era la feminista máxima imaginable, que despreciaba a los hombres verdaderos. Psicológicamente había castrado a su marido Acab, con desprecio a la cultura y la fe histórica de su pueblo. Sus constantes exigencias y manipulaciones lo redujeron a la cobardía y la indecisión. Hasta el último minuto de su vida, Jezabel seguía con sus juegos de seducción y manipulación, cuando en verdad odiaba a los hombres y los prefería castrados, hasta que esos mismos eunucos la arrojaron por la ventana y a una muerte horrible.

El nombre de Jezabel ha pasado a la historia como un símbolo de corrupción y perversión. En Apocalipsis 2:20, en el mensaje a la iglesia en Tiatira, el Señor advirtió sobre: “esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. Nadie sabe de quién, en verdad hablaba el Señor en ese mensaje, pero la asociación de ella con la Jezabel histórica ya decía bastante. Se caracterizaba por manipulación, seducción e idolatría, tal como la Jezabel original.

Conclusión

Acab y Jezabel fueron dos personas muy perversas y juntos son un paradigma terrible de como debe ser un matrimonio. Acab fue un hombre que resistió la palabra de Dios y que se dejó ser controlado por su mujer quien fue la que de veras ejercía el liderazgo en su hogar y en toda su vida. Jezabel fue una mujer entregada de corazón a Satanás y sus mentiras que usó cada astucia y crimen imaginable para promover su causa de destruir la fe en Jehová, el único Dios verdadero. Dejó su huella en sus hijos, los cuales todos perecieron bajo el castigo de Dios.

Lamentablemente, con el auge del movimiento feminista extremo de la actualidad vemos muchos paralelos a las conductas de Acab y Jezabel en el mundo de hoy – hombres indecisos y débiles que se dejan manipular fácilmente y mujeres que resisten participar de los roles que Dios les ha establecido, de ser una ayuda idónea para su marido y una fuente de amor, fuerza e inspiración para que la familia entera crezca y sea exitosa, bajo el temor de Dios.

Que Dios nos ayude a aprender las importantes lecciones que brotan de las vidas de Acab y Jezabel.

 

Jaime Mazurek B.


 
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Comentarios: 2

  1. Oscar Oses Palma

    Muy bueno, gracias profe, siempre explicando y enseñando la palabra de DIOS. Un abrazo, bendiciones.

  2. Nereida Argüelles Ferrétiz

    Este evento histórico nos enseña los resultados de las malas elecciones, la falta de caràcter y la capacidad de una persona para corromper desde una familia hasta toda una nación. ¡Excelente aportación hno. Mazurek! Saludos desde Tijuana.

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