Por Jaime Mazurek
Creo que jamás olvidaremos el momento y el lugar precisos dónde nos encontrábamos en la mañana del 11 de septiembre del 2001, cuando fuimos impactados con la noticia del ataque terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York. Esa imagen de un avión de pasajeros estrellándose en llamas contra un gran rascacielos ha quedado grabada de forma imborrable en nuestras memorias. A pesar del avance del tiempo desde entonces, no deja de asombrar y entristecer la absoluta y fría brutalidad de semejante acto.
Ahora todo el mundo se encuentra enfrascado en el análisis de las motivaciones, lo mecanismos y las consecuencias de esos eventos. El Islam ha captado la atención de multitudes quienes quizás antes prestaban poca atención al tema, incluyendo sin duda a muchos de nosotros, los evangélicos de América Latina.
¿Cuál debe ser la apreciación del creyente evangélico de estos eventos? ¿Qué exactamente es el islamismo, y por qué existen estos graves conflictos? ¿Cómo se puede comunicar el evangelio de Cristo a un musulmán? Estas y otras importantes preguntas son el tema de esta edición de revista CONOZCA.
Pienso que debemos tomar estos eventos recientes como un llamado de despertar a la iglesia de Jesucristo. Los musulmanes son una gran parte del mundo, más de mil millones de personas, que viven sin la luz de Cristo. Lamentablemente, durante los seis siglos de existencia del Islam, la Iglesia de Jesucristo no ha hecho lo suficiente para evangelizar a este gran pueblo. Al contrario, la historia nos habla de reiterados conflictos y combates entre cristianos y los seguidores de Mahoma.
Pero aunque rechacemos a las creencias religiosas islámicas y deploremos actos de terrorismo cometidos en su nombre, debemos amar al musulmán. Debemos amarle, porque Dios le amó tanto que envió a su Hijo Jesús para dar su vida por su salvación. A pesar de la vasta complejidad de la situación actual, tan destacada por los medios de comunicación, sabemos que hay un respuesta muy sencilla, que es, el evangelio de Cristo.
Que el Señor nos llame a la oración intercesora a favor del mundo musulmán, y que levante a misioneros latinoamericanos, grandes en fe y fervor, para penetrar el mundo islámico con el mensaje de “nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.”