Por Edgardo Muñoz
Con la adquisición de un proyector de multimedia se alcanza un universo de posibilidades, especialmente para la educación cristiana. De hecho, las iglesias dejaron arrumbado y en desuso al retroproyector y, tal vez junto a él unos cuantos celuloides vírgenes sin experimentar el mínimo remordimiento por ello.
Sin embargo, el buen empleo de este recurso didáctico requiere un intenso entrenamiento para evitar tanta inversión en vano. Los programas de presentaciones poseen las funciones suficientes como para lograr la meta de nuestra enseñanza. El problema se advierte cuando al abrir dicho programa por primera vez no sabemos cómo empezar en la tarea de confeccionar diapositivas digitales.
Antes de instruirnos acerca del empleo del auxiliar, nos vendrá muy bien repasar las ventajas y limitaciones de las presentaciones digitales, para que su uso cumpla con el propósito.
En primer lugar, cualquier plano de mayor brillo y diferentes motivos sobre una pared, logra concentrar la atención. Obligadamente los espectadores fijan su mirada hacia donde hallan la acción. La tenue luminosidad del ambiente desalienta cualquier vistazo lateral.
Los programas de diapositivas digitales cuentan con la capacidad de mostrar, tanto texto como imagen fija, movible, sonido y hasta animación de textos y objetos.
Los diagramas, gráficos de estadísticas, secuencias lógicas y bosquejos hallan la posibilidad de grabar en las mentes de los estudiantes todo tipo de conceptos, relaciones y dinámicas.
Además, el educador no necesita rayar una pizarra cada vez que enseña el mismo tema, sino que, elabora una vez y para siempre lo que antes debía repetir cada año. Y, como si esto fuera poco, los mismos puntos que van apareciendo en pantalla sirven de guía al docente para desarrollar su clase.
Finalmente, los límites que pongamos a nuestra imaginación serán los únicos capaces de reducir los efectos de lo que compongamos. Por ejemplo, una combinación muy práctica se logra cuando se proyectan mapas sobre una pizarra de fondo blanco, de las que se emplean para escribir con plumones de tinta seca. Con un croquis o mapa de ciertas características, se puede escribir sobre la pizarra lo que se desee añadir. Se invita a los estudiantes a señalar ciudades y poner sus nombres o trazar rutas.
La misma técnica sirve para todo tipo de gráficas e imágenes a las que buscamos dar un toque de espontaneidad. Hablando de espontaneidad, algunos programas cuentan con fondos blancos y/o negros que hacen desaparecer cualquier proyección para dar lugar al repaso o enumeración de lo aprendido.
ERRORES A EVITAR
El mal uso de las diapositivas digitales podría enlistarse en los siguientes errores:
La letra pequeña y el texto abundante caracterizan a los inexpertos en el uso de estos programas (y a veces en el arte de enseñar). Los que se hallan lejos de la pantalla deberán luchar con la lectura, la totalidad de los presentes demorará muchísimo con cada cuadro y perderá la comprensión de lo expresado. Los textos de pocas líneas y en tamaño grande contribuyen a fijar en la mente la esencia de lo explicado.
Cuando el maestro repite textualmente lo que cada línea dice, no sólo insulta al intelecto de los asistentes, sino que se convierte en un mero locutor que no añade nada nuevo y que tendrá dudas sobre la asimilación de lo que presenta. Lo más triste viene cuando el profesor cae en cuentas que podría poner a ejecutar la presentación al peor de sus discípulos, sin que cambie en nada el efecto final. En estos casos se puede afirmar que la máquina sustituyó al maquinista. Sumerge en la enseñanza a los presentes, cuando se dan explicaciones más extensas, debidamente ilustradas que solamente se sintetizan en una línea durante la proyección y algún que otro gráfico que refuerce el concepto.
Los accesorios que los programas de diapositivas añaden resultan sumamente atractivos. La tentación a emplear cada efecto persigue al operador, pero caer en esta significa lograr todo lo contrario al aprendizaje. La atención se concentra en un foco, y alrededor de éste se halla el entorno. Una ley de la psicología reza que atender algo significa distraerse de lo otro. Consideremos que los conceptos a verter representan el foco deseable. Si el estímulo que produce el entorno es más fuerte, el foco se desplazará al entorno. Lo que no se atiende se olvida, y lo que se olvida no se aprendió. Proyectar diapositivas con figuras complejas, con efectos de movimiento en el texto o las imágenes y hasta algún sonido, hará que los estudiantes no aprendan absolutamente nada de lo que se esperaba.
En conclusión, los efectos deben utilizarse discreta e inteligentemente para que se aprenda el contenido de una clase sin obstáculos.
HACIA UNA BUENA PRESENTACIÓN
Al momento de la composición podemos pasar largos minutos preguntándonos cómo comenzar. Si bien, no hay nada escrito acerca de cómo arrancar con la composición, la selección de una buena metodología evitará tiempos muertos en nuestra creatividad. Aquí se propone un orden bastante práctico para fluir en el arte de combinar diapositivas para la educación cristiana.
Al igual que para la redacción, necesitamos tener en claro el tema, los destinatarios y el propósito. También debemos discriminar si nuestra presentación será de conceptos, relación de ideas, dinámicas, geografía, estadísticas o exégesis.
Acto seguido, con un buen procesador de texto intentaremos registrar las ideas que deseamos destacar, las frases relevantes y los elementos que integraremos. También podemos escribir en ese procesador de texto si nos agradaría insertar algún diagrama animado que permita comprender mejor una dinámica.
Una vez decidido y escrito todo lo que se utilizará en la composición se distribuirá en cada cuadro o diapositiva el texto, fotografía o gráfica que se desee. Recordemos que no se debe cambiar de tema en un mismo cuadro, que las frases deben ser breves y sintetizar de la manera más completa en una oración la idea que se desea resaltar.
Algunos conceptos escritos merecerán un cuadro exclusivo como así también los nuevos temas que se tratarán. Recordemos siempre el corolario: Pocas palabras… letras grandes.
Luego de haber distribuido los puntos, frases, temas y gráficos en todos los cuadros, llega el momento de reforzar las ideas con un dibujo o fotografía. Los periódicos y semanarios suelen colocar una fotografía relacionada con el artículo que se escribió. Antes de buscar una imagen debemos preguntarnos si es necesario su empleo. Una manera de clasificar a las personas de acuerdo a su manera de percibir el universo, las divide en tres grupos: los visuales, los auditivos y los kinestésicos. Para captar la atención de todos ellos, y no dejar a nadie afuera, algunas imágenes integrarán lo que se busca decir a todos. Basta con recurrir a un buscador de Internet como Google, para escribir una frase relacionada con el texto que colocamos en el cuadro, y al salir los resultados dirigirnos a “imágenes”. Allí hallaremos un surtido de recursos capaces de abrir la mente de los más variados espectadores.
Cuidado con el uso de las fotografías, su publicación debe restringirse a un grupo reducido. Los que obtuvieron la fotografía ejercen derechos sobre ella, y esto es cosa seria. Con sólo recordar al chimpancé que robó una cámara a un transeúnte y se sacó una “selfie”, nos daremos cuenta de lo grave del tema. Se desarrolló todo un juicio en el que se debió establecer si la fotografía sería de dominio público, si se le otorgaban los derechos al chimpancé o si se beneficiaba al descuidado turista. Parece que el chimpancé ganó lo suficiente como para comer bananas de buena calidad por el resto de sus días.
Una vez distribuidos los textos y elegidas las imágenes, es menester trabajar en los diagramas. Con la herramienta de dibujo se pueden combinar figuras geométricas, líneas rectas, curvas zigzagueantes, o sinuosas que sumadas a diferentes animaciones dan vida a las gráficas.
Ya tenemos casi lista la presentación. Llega la parte estética. En ella se elegirá el fondo adecuado y el color que mejor combine. No es hora de cambiar de fondo con cada cuadro. No debemos mostrar todos los cuadros disponibles en nuestro archivo. Simplemente necesitamos dar un poco de arte sutil, agradable a la vista y en armonía con contenido que escogimos.
Entre los fondos hallamos motivos infantiles, académicos, literarios, relacionados con las ciencias, la teología, y cuanto se nos pueda ocurrir. Al seleccionar el fondo, automáticamente cambiará el estilo de letra y el tamaño. En este caso debemos reconsiderar la distribución de los contenidos o el cambio de tamaño de letra. Para lograr mayor contundencia en los cambios de tema, se puede variar la combinación de colores de fondo. En este caso, resulta útil una secuencia que va de los colores más fríos a los más cálidos o de los claros a los oscuros y viceversa. También se pueden seleccionar los cambios de color o tonalidad de acuerdo al tono del tema.
Es un buen momento para probar con el modo presentación, cómo luce la diapositiva e imaginarla proyectada sobre la pantalla. ¿Será necesario modificar algo?
Llegó la oportunidad de animar los contenidos. Se percibe aburrido que con cada cuadro aparezcan de una vez todos los ítems. Mientras el educador explica uno de los puntos, los más ansiosos copiarán todos los posteriores y perderán la clase. Las animaciones cuentan con efectos de entrada o aparición del elemento a presentar, efectos de salida o desaparición del mencionado elemento, efectos de movimiento o desplazamiento y finalmente efectos de resalte o énfasis. Escojamos lo más apropiado. Si en uno de los cuadros sólo hay un texto o párrafo, evitemos añadirle un efecto de aparición, que sólo es pérdida de tiempo en la composición y en la presentación también.
La mayoría de estos programas incluye la opción de animar los objetos por palabras, frases, párrafos, viñetas o grupos. Asimismo se puede combinar la secuencia automática de animaciones sucesivas, fijando la demora y la velocidad de la acción. De la misma manera se puede optar por iniciar la acción de manera automática o manual.
Nuevamente debemos hacer la prueba con el modo de presentación para ver el comportamiento de la animación en tiempo real. No olvidemos corroborar el orden de apariciones, salidas, énfasis y demás.
La transición entre cuadros o diapositivas como paso final, nos servirá para evitar la aparición abrupta de una nueva imagen. Otra vez se requiere guardar una correcta proporción en los tipos de transición. No se recomienda realizar toda una presentación con un solo tipo, pero tampoco cambiarlo con cada cuadro. El equilibrio podría darse con el cambio de transición cada vez que se cambia de tema.
Aunque el grabado riguroso del archivo debería tener lugar con frecuencia, no está de más realizarlo al finalizar. Pero lo bueno de algunos programas es que se puede grabar directamente como una presentación, de tal manera que al abrir el ícono del archivo, aparece la diapositiva, tal como se la debe mostrar en pantalla, sin la vista de menús ni de herramientas.
EL BUEN USO DE LA PRESENTACIÓN
Al mostrar la presentación, podemos cambiar de cuadro o elemento presionando la barra espaciadora del computador o las flechas del cursor. De esta manera se puede avanzar o retroceder. Si necesitamos saltear varias diapositivas, con solamente marcar el número de diapositiva que buscamos y la tecla “Enter” aparecerá lo esperado.
Para alternar la presentación con dinámica de clase, algunos programas cuentan con la posibilidad de poner una pantalla en color negro (invisible en el plano de proyección) o blanco. Si el computador cuenta con el teclado de español, la tecla “B” tornará la proyección en blanco y la “N” en negro. Si el teclado se halla en inglés, la “W” será el blanco y la “B” el negro.
Las cosas se complican cuando trabajamos con un presentador remoto. Por lo general los presentadores están fabricados para el público de habla inglesa. Al apretar la tecla que torna en negro la pantalla, envía una señal de radiofrecuencia que ordena al computador comportarse como si se presionara la tecla “B” (Black), pero si el teclado está configurado en español, la pantalla se pondrá en blanco.
Hablando de presentadores remotos, los tales constan de dos partes: El presentador propiamente dicho, que emite la señal según lo que pulse el operador, y el receptor que se introduce en el puerto USB del computador. Los presentadores remotos más completos cuentan con los siguientes beneficios: Puntero láser, para señalar algunos puntos sobre la pantalla; tecla de avance y de retroceso, para el proceso de presentación; cambio de pantalla, semejante a lo que se logra apretando la tecla “Alt” + “Tab”; y finalmente, pantalla en negro. Los mejores añaden un selector para convertir al presentador en un mouse remoto.
LOS PROGRAMAS
Antes de concluir, vale la pena repasar los programas más conocidos que hallamos en el mercado con sus ventajas y desventajas.
Dentro de la línea Apple, el Keynote funciona muy bien. Entre sus capacidades se destaca la facilidad de su uso, tanto para componer como para presentar. Cuando uno graba el archivo, si lo abre nuevamente, lo hace en modo presentación, cosa muy interesante. Quizás lo más útil del Keynote se encuentra al presentar las diapositivas. Los fanáticos de Apple, que poseen más de un dispositivo de esta marca (teléfono celular, tablet y/o computador), pueden utilizar uno de los dispositivos para conectar al proyector y el otro como control remoto del primero. Lo bueno que el aparato que sirve de control remoto permite ver el cuadro siguiente y las anotaciones. Además se puede marcar con un punto luminoso estilo láser, o dibujar en la pantalla con varios colores, simplemente desplazando el dedo y… todo aparece en la pared.
Entre los puntos en contra, comprobaremos que el Keynote ofrece facilidad de uso al precio de pocos efectos y muchas limitaciones a la hora de ser creativo.
El PowerPoint es el programa de presentaciones más popular, y se lo suele adquirir en un paquete, junto a una hoja de cálculo y un procesador de palabras. Microsoft, en las diferentes ediciones del programa logró una incalculable riqueza de herramientas. No hay límites en lo que se desea, y también es compatible con el sistema operativo de Apple. El PowerPoint ofrece el surtido que no pudo Keynote, pero al momento, el único accesorio que puede utilizar es el presentador remoto.
En la línea gratuita de programas de presentación de diapositivas se puede obtener el OpenOffice Impress. Su uso se asemeja al PowerPoint pero con mucha más sencillez, sin embargo no tanta como la del Keynote. Como sea, se logran buenas presentaciones.
El Prezi es un programa totalmente innovador. Sus presentaciones se asemejan a líneas del tiempo interconectadas al estilo de bases de béisbol. Se viaja de un punto al otro, de un concepto al siguiente. Es sumamente útil para materias relacionadas con la historia o los argumentos lógicos. Aunque ofrece muchísimas variantes, no se le pueden pegar objetos. Otra limitación se da al momento de hacer la presentación. Únicamente funciona conectado a Internet o pagando un abono mensual o anual. No se puede comprar, por lo que una interrupción en el pago significará depender del wifi o perder el programa.
Queda mucho por decir, pero de mayor utilidad será poner las manos a la obra y descubrir el fascinante mundo de la tecnología puesta a los pies de Jesucristo.