Por el Dr. Jon M. Dahlager
El retrato que pinta el Nuevo Testamento de Timoteo es un ejemplo de la formación espiritual de un joven cristiano, quien contaba con una rica herencia espiritual y oportunidades tempranas ministeriales, y quien escogió desarrollar una fe sincera para cumplir con el ministerio divino destinado para tocar su generación. Al apóstol Pablo le tocó un papel clave en la mentoría del joven, invirtiendo personalmente en él, confiándole tareas importantes, y brindándole apoyo a largo plazo. La relación entre Pablo y Timoteo nos deja lecciones importantes de mentoría a todos los líderes cristianos que queremos invertir en la próxima generación de hombres y mujeres de Dios.
Contexto Familiar y Relacional
Timoteo se crió en Listra, un pueblo colonial romano en las planicies del distrito de Licaonia en la provincia de Galacia.1 El apóstol Pablo predicó en Listra en su primer viaje misionero, sufriendo persecución aguda al establecer una iglesia en la comunidad (Hechos 14:8-23). El hecho de que no predicara primeramente en una sinagoga podría indicar que Listra no tenía una comunidad judía formal.2 El padre de Timoteo, quien no lleva nombre en el texto, era griego, o pagano, pero su madre Eunice y abuela Loida eran judías devotas de “fe sincera” (Hechos 16:1; 2 Tim. 1:5). Como no había sinagoga, se puede suponer que fueron estas mujeres especiales quienes le enseñaron las Sagradas Escrituras “desde la niñez” (2 Tim. 3:15).
Timoteo, su madre y su abuela probablemente se convirtieron a Cristo en la primera visita de Pablo a Listra. Muy probablemente fueron testigos de su persecución y sufrimiento al ser apedreado por un motín (Hechos 14:19-20; 2 Tim. 3:10-11). Para la fecha del segundo viaje misionero de Pablo, el joven Timoteo se había ganado tanto respeto entre los creyentes en Listra e Iconio que les llamó la atención a Pablo y Silas, y decidieron recibirlo como aprendiz y asociado ministerial (Hechos 16:1-3). El Espíritu Santo habló palabras proféticas a la iglesia apartando a Timoteo para el ministerio, y Pablo le impuso manos para bendecirlo e impartir dones espirituales (1 Tim. 1:18; 4:14; 2 Tim. 1:6). Para evitar problemas con los judíos a causa del padre griego de Timoteo, Pablo lo llevó a circuncidar antes de emprender sus viajes (Hechos 16:3).3
Durante los próximos años de ministerio, Timoteo y su mentor, Pablo, desarrollaron un profundo respeto y afecto el uno por el otro. El Apóstol le confió varias tareas de alta importancia: motivar a los tesalonicenses sufriendo persecución (1 Tes. 3.2), afirmar la fe de los nuevos convertidos en Corinto (1 Cor. 4:17), y corregir errores en la iglesia en Éfeso (1 Tim. 1:3). Su nombre aparece con el de Pablo en los saludos de siete de las epístolas (Rom. 16:21; 2 Cor. 1:1; Phil. 1:1; Col. 1:1; 1 Tes. 1:1; 2 Tes. 1:1; Filem. 1:1).4 Pablo llegó a decirle su gnēsio teknō, literalmente su “hijo legítimo” en la fe (1 Tim 1:2).5 Con frecuencia Pablo elogia a Timoteo por su lealtad (1 Cor. 16:10; Phil. 2:19; 2 Tim. 3:10), y es apropiado que las últimas cartas del apóstol fueran dirigidas con tanto afecto a su piadoso pero reacio sucesor.6
Las dos cartas del apóstol Pablo al joven pastor ofrecen pistas que nos ayudan a entender la personalidad de Timoteo. Él era afectuoso y sensible (2 Tim. 1:4); posiblemente luchó con un temperamento tímido, y a veces le daba miedo asumir riesgos (1 Tim. 4:12-16; 2 Tim. 1:7-8). Pablo demuestra una preocupación paterna, advirtiéndole a no ceder ante las pasiones juveniles (2 Tim. 2:22), a cuidarse por sus frecuentes enfermedades estomacales (1 Tim. 5:23), y a no avergonzarse de Pablo y del evangelio durante tiempos difíciles (2 Tim. 1:8). El ministerio del joven Timoteo arrancó con fuerza. Gozaba de las ventajas de una herencia piadosa, un mentor apostólico de alta influencia, la confianza y la admiración unánime de los lo que lo conocían, y una influencia que se extendió a toda la iglesia.
La fe sincera de Timoteo
El joven discípulo Timoteo gozaba de una fuerte herencia espiritual y un comienzo temprano en el ministerio, pero también tomó una serie de decisiones acertadas que le permitieron cumplir con el destino de Dios en su vida. Escogió desarrollar su propia fe sincera, a manejar su vida en pureza, y a avivar el fuego de los dones de Dios con fuerte auto-disciplina.
Timoteo escogió nutrir la fe sincera que había observado en su madre y su abuela, encontrando su propio lugar dentro del pueblo de Dios. La declaración definitiva acerca del carácter de Timoteo se encuentra al principio de la segunda carta de Pablo, donde dice “trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también” (2 Tim. 1:5). La palabra griega que se traduce “no fingida” o “sincera,” anypócritos, indica lo contrario de la palabra “hipócrita,” el termino para un actor del teatro griego, “uno que interpreta un papel ajeno.”7 Jesús criticaba a algunos de los líderes religiosos quienes se comportaban como actores comunes, dando sus ofrendas, orando en público, y ayunando, pero siempre más preocupados por su imagen pública que por su fidelidad hacia Dios.8 Durante la niñez del profeta Samuel los hijos del sacerdote Eli ciertamente se habían comportado como actores de teatro, pavoneándose por el tabernáculo en Silo vestidos de sacerdotes mientras hacían planes malvados para aprovecharse de las mujeres y las ofrendas consagradas al Señor (1 Sam. 2-3). La fe de Timoteo era anypócritos, “genuina y sincera, sin fingimiento o actuación.”9
El tema de pureza de corazón llena las cartas de Pablo a Timoteo, como si fuera un valor nuclear que habían conversado muchas veces. El apóstol afirma la sinceridad de espíritu como una de las metas de la enseñanza Cristiana: “el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida” (1 Tim. 1:5). Le aconseja a su aprendiz que no permita que nadie lo desprecie por su juventud, sino que debe seguir siendo “un ejemplo en palabra, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Tim. 4:12). Pablo observa que algunos líderes, habiendo rechazado una limpia conciencia, “naufragaron en cuanto a la fe” (1 Tim. 1:19). Timoteo debe huir del amor al dinero y en su lugar seguir “la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre (1 Tim. 6:11). Su humilde sinceridad de espíritu se debía extender a la forma de tratar a otros creyentes en la iglesia, especialmente a la mujeres jóvenes, “como a hermanas, en toda pureza” (1 Tim. 5:2).
El Señor claramente había depositado dones naturales y espirituales en la vida de Timoteo, pero igual el joven tenía que esforzarse por desarrollarlos. Pablo le advirtió que no descuidara su carisma, su don (1 Tim. 4:14), y que avivara “el fuego del don de Dios que está en ti por imposición de mis manos” (2 Tim. 1:6). Aunque Pablo no identifica con precisión la naturaleza del “don” de su aprendiz, le exhorta con claridad a Timoteo a estudiar, predicar, y enseñar la palabra de Dios (1 Tim. 4:11-14; 2 Tim. 2:15, 24-25; 4:2), y a hacer “obra de evangelista” (2 Tim. 4:5). Timoteo debe entrenar su mente a evitar la distracciones inútiles, ejercitarse para la piedad (1 Tim. 4:7) y esforzarse para pelear la buena batalla de la fe (1 Tim. 6:12), ocupándose en la lectura, la exhortación y la enseñanza (1 Tim. 4:13-14). Tampoco debe intimidarse por otros, porque Dios no le había dado espíritu de cobardía, sino de poder, de amor, y de dominio propio (2 Tim. 1:7).
Consejos prácticos para los mentores
La historia del apóstol Pablo como mentor de Timoteo nos genera algunos consejos prácticos para los líderes cristianos que quieren invertir en la próxima generación de hombres y mujeres de Dios.
- Reflexione sobre su propio lugar en la cadena de la gracia. La historia del pueblo de Dios es una cadena ininterrumpida de creyentes quienes reciben la gracia de Dios como una herencia espiritual, crecen en su propia fe y obediencia, y siembran en la próxima generación. Pablo afirma que él servía al Señor “con una conciencia limpia como lo hicieron mis antepasados” (2 Tim. 1:3, NVI). Al reconocer a nuestros mentores espirituales con gratitud nos damos cuenta que tenemos una responsabilidad para hacer por la próxima generación lo que otros hicieron por nosotros. Nuestro lugar en el reino de Dios es una mayordomía temporal y nuestro éxito depende de la formación de los que vienen atrás.
- Invierta relacionalmente en unos pocos. El apóstol Pablo, como el mismo Jesús, predicó a multitudes, colaboró con un grupo más reducido de compañeros ministeriales, e invirtió su alma y corazón en unos pocos. No podemos ser el mentor personal de todo el mundo, pero sí lo debemos ser con algunos. La mentoría conlleva una relación estrecha: escuchando la historia personal de nuestros aprendices, entendiendo sus fortalezas y debilidades, apoyando sus sueños, acompañándolos en tiempos de prueba, creyendo en la obra de Dios en sus vidas, disponiendo de nuestro tiempo para apoyarles, y orando por y con ellos. La mentoría ayuda a formar el carácter y producir la integridad. Pida la dirección de Dios para encontrar algunas personas jóvenes que usted pueda acompañar al caminar por la vida de fe.
- Comprométase con el ministerio de la próxima generación. Los líderes mayores contamos con el beneficio de la experiencia, y podemos usarla para criticar y desanimar a los líderes jóvenes por sus errores, aunque los cometan en proyectos nacidos con entusiasmo y fe. Los mentores entienden que cuando abren puertas ministeriales para sus aprendices, los líderes jóvenes ciertamente van a cometer errores, y los mentores tenemos que ser valientes para apoyarlos, defenderlos ante la crítica, y ayudarles a seguir adelante. Pablo le encargó a Timoteo varias responsabilidades de alta importancia, y después lo siguió apoyando con consejos mientras enfrentaba los desafíos de los problemas ministeriales, aún cuando Timoteo ya se había establecido como un líder maduro. Los mentores siguen invirtiendo en el proceso de desarrollo de liderazgo, y pueden disfrutar del éxito de sus aprendices.
- Ofrezca apoyo a largo plazo. Los líderes de permanencia corta no conocen el gozo y el poder de las relaciones a largo plazo, pero el compromiso de un mentor produce influencia para toda la vida. Durante algunas temporadas de su vida Pablo y Timoteo disponían de muchas horas para conversar cara a cara, mientras en otros momentos su comunicación fue más esporádica y a larga distancia. Algunos ambientes ministeriales se prestan para momentos de interacción intensiva para desarrollar relaciones de mentoría, como la enseñanza en una institución de preparación ministerial o sirviendo juntos en un equipo de trabajo. La influencia de la mentoría que comienza en estos ambientes se puede multiplicar si el líder o profesor se hace disponible a largo plazo, invirtiendo en la vida espiritual, ministerial, y familiar durante el transcurso de años e inclusive décadas.
Conclusión
El ejemplo bíblico del desarrollo espiritual de Timoteo y su mentor el apóstol Pablo nos ofrece una ilustración poderosa de la cadena de relaciones que transmiten la fe de una generación a la otra en el Pueblo de Dios. Cada líder cristiano es en parte un Timoteo, necesitando un amigo maduro y sabio para amarlo, motivarlo, y guiarlo por el laberinto de la vida y el ministerio. Por otra parte todos los líderes cristianos, sin importar su edad, pueden servir como un mentor como Pablo, buscando los Timoteos que vienen atrás y escuchándolos, creyendo en ellos, y guiándolos lo mejor que pueden. Que el Señor nos use a cada uno para levantar una nueva generación de “verdaderos hijos en la fe.”
Notas finales
1. Nuevo Diccionario Bíblico, s.v. “Listra.”
2. David S. Dockery et al., Manual Bíblico Holman (Nashville, TN: Holman Bible Publishers, 1992), 649.
3. Nuevo Diccionario Bíblico, s.v. “Timoteo.”
4. F. L. Cross y Elizabeth A. Livingstone, El Diccionario Oxford de la Iglesia Cristiana, 3ra ed. rev. (Oxford, Inglaterra: Oxford University Press, 2005), 1634.
5. Gerhart Kittel. Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, s.v. “γνησίos.”
6. Nuevo Diccionario Bíblico, s.v. “Timoteo.”
7. I. Howard Marshall, “Quien es un hipócrita?” Bibliotheca Sacra 159 (April-June 2002): 131.
8. Richard A. Batey, “Jesús y el Teatro,” New Testament Studies 30 (1984): 563.
9. Johannes P. Louw y Eugene Albert Nida, eds., Léxico Griego del Nuevo Testamento, 2da ed. (New York, NY: Sociedades Bíblicos Unidos, 1988), s.v. “73. Genuino, falso.”
Excelente artículo. La influencia que tiene un mentor en la vida de un joven cristiano, marcará por siempre su ministerio. Somos un ejemplo, de ello. El doctor Dahlager ha sido mentor en la fe de mi esposo.
El mentoreo es una gran bendición que trae grandes responsabilidades de ser un ejemplo de vida con PRINCIPIOS Y VALORES MORALES Y ESPIRITUALES.
Me gustaría que me enviaran más de estos temas es excelente su desarrollo
Gracias por compartir esta información.
Es de mucha utilidad para mi vida.
Exelente material, agradecido por tu aporte en la formación de líderes. Que el Señor te siga usando en sus Reyno.
Exelente material, agradecido por tu aporte en la formación de líderes. Que el Señor te siga usando en su Reyno.