Por Enrique Ismael Cardóz Castillo Cualquier creyente habrá observado que en la mayoría de los cultos el programa de una iglesia inicia con una lectura bíblica de los Salmos. A saber, ni siquiera requiere una gran antelación para escogerse dado que casi cualquier pasaje contiene una invitación a la adoración a Dios. El pueblo hebreo