Por Vicente Ulloa
Cada vez es más frecuente encontrar creyentes con una doble vocación en el ministerio. Es decir, servir en el ministerio en la iglesia y tener además un oficio o profesión que le provee el sustento para vivir. Es difícil dar un veredicto de que es mejor, si esta modalidad de servicio o el servicio a tiempo completo. ¿La razón?, tenemos resultados positivos en ambas formas de servicio y, sin embargo, lo que ha sido más frecuente es el servicio en el ministerio a tiempo completo. Dejar todos los planes personales y aspiraciones y seguir al Señor Jesús, y depender de él en todo. Así llegué al ministerio y ese era el llamado frecuente en la iglesia.
Servir en el ministerio con una doble vocación no está mal en sí, pero presenta un desafío mayor para los que de esta manera se dedican a servir.
El ministerio a tiempo completo es sin ninguna duda una temática difícil de explicar a quienes consideran que el servicio al Señor no es una profesión u oficio como tal. Otros piensan que es una manera fácil de obtener recursos para vivir y que los que hacen esto optaron por el ministerio porque no tenían otra alternativa.
Muchas veces me preguntaron qué hacía yo, o a qué me dedicaba, la pregunta estaba orientada a saber cuál era mi trabajo, cuál era mi oficio o cuál era mi profesión, cuando les respondía soy pastor, replicaban sí, pero en qué trabaja. La idea en la mente de las personas es que el ministerio no es un trabajo, por lo tanto, hay que dedicarse también a “algo productivo”.
Volviendo al punto de los ministros con una doble vocación, es una forma de servir en el ministerio que data de algunas décadas atrás, o al menos en el contexto donde he servido al Señor. Además, producto de algunos escándalos ministeriales que tienen que ver con dinero, muchos se han cohibido de vivir del evangelio y han optado por tener la alternativa de un trabajo que sea la mayor fuente de provisión para su sustento y de la familia.
Entonces veamos lo que implica servir al Señor a tiempo completo o dedicación exclusiva:
En primer lugar, servir a Dios a tiempo completo es producto de un llamado, no es algo que uno elige como se elige una profesión, Dios es el que elige, Dios es el que llama, Dios es el que dice en qué vamos a servirle. De la misma manera como el Señor Jesús llamó a sus discípulos para que dejaran todo, y el llamado tiene propósitos específicos. En Marcos 3:13-14 dice: “Después subió al monte, (Jesús) y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar” (énfasis añadido).
Además, debemos tener en cuenta lo que dice el apóstol Pablo, “Palabra Fiel: si alguno anhela obispado buena obra desea” (1 Ti.3:1). Alguien podría eventualmente, anhelar el servicio en el ministerio, pero el mismo pasaje nos presenta el perfil de quien quiere servir al Señor en el ministerio.
En segundo lugar, el que sirve a Dios a tiempo completo es alguien que ha entendido la urgencia del llamado y que comprende la tarea asignada por el Señor a cada creyente y servidor: compartir el evangelio de esperanza a todas las personas que no han tenido un encuentro personal con Cristo. Así nos dice la Escritura: “Y les decía: La mies a la verdad es mucha, más los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies” (Lc.10:2). La urgencia no está en mis planes, sino en los planes que el Señor Jesús tiene con nosotros.
En tercer lugar, debemos decir que para servir al Señor a tiempo completo se requiere dar un paso de fe, porque se ha de depender de lo que él provea para este servicio cristiano, para este ministerio, y que en muchas ocasiones hay que esperar confiando en Dios que llegará el sustento. No es fácil esperar en las palabras de las Escrituras; “Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Ti.6:8).
En cuarto lugar, se necesita una preparación adecuada para servir al Señor a tiempo completo, no se trata solamente de decir el “Señor me llamó” y partir en alguna actividad eclesiástica que justifique el llamado que según nosotros hemos recibido. La preparación teológica y ministerial será de mucha ayuda al enfrentar las diversas situaciones en el servicio, acompañado de haber servido en la iglesia local, donde aprendemos muchas cosas que no se aprenden en otra parte.
En quinto lugar, el ministerio o el servicio a tiempo completo requiere una entrega muy importante más que cualquier otro servicio que realicemos en la iglesia. En muchas oportunidades hay que sacrificar tiempos de descanso para poder hacer lo que el Señor nos está demandando, reconocer siempre que tenemos prioridades que no se pueden trastocar y también entender que la prioridad del ministro es Dios, en segundo lugar la familia y después la iglesia, lo cual hay que considerar siempre para que ninguna de ellas sea un impedimento para la otra y para que las personas puedan entender que el ministro tiene otras funciones o tareas que son muy importantes.
Por último, la tarea del ministro que sirve a tiempo completo es la formación de otros que puedan colaborar en este servicio porque una sola persona no puede realizar todas las labores que son necesarias en la iglesia, por lo tanto, es una gran responsabilidad la formación de nuevos ministros y la proyección de estos mismos ya sea en la iglesia local o fuera de ella, en la extensión del Reino de Dios en las distintas áreas del ministerio a la cual los creyentes son llamados.
Para finalizar, se anima a los llamados, hermanos y hermanas, que tienen la certeza que Dios los ha llamado a servirle a tiempo completo, que confíen en el que llama, él tiene el control de todas las cosas.
Muy buen análisis pastor, aunque respetuosamente digo; si hubieren más ministros, obreros fieles que sirvieran a Dios a tiempo completo, es probable que los resultados de la misión en la evangelización y discipulado sería más fructífero. Hoy es un tanto difícil encontrar hermanos disponibles para atender la necesidad del otro, cada quien trabaja y ve por lo suyo. En síntesis, el balance o equilibrio es lo que falta, no se trata de dejar lo uno y atender lo otro, quizás debiéramos repasar mayordomía cristiana, aprender a administrar bien los tiempos. Por último, gracias pastor por su servicio a tiempo completo, muchos hemos usufructuado de ello, para desarrollo, crecimiento y madurez.