Por Esteban Pari Mollo
Introducción
En la actualidad, muchas personas piensan que Dios no les perdonaría un pecado como el asesinato, pecados sexuales y otros similares, considerados como muy graves o pecados capitales. Inclusive aquellas faltas realizadas por negligencia o error y por esas causas se apartan de Cristo, en vez de acercarse a Él. También cuando se presentan desgracias ocasionadas por fuerzas humanas o de la naturaleza lo atribuyen como castigo de Dios y demostración de su ira por algún pecado consumado.
Otros que han obtenido el conocimiento pleno de la verdad del evangelio, pero por presiones de la familia, amigos y la influencia del mundo, han sido tentados a dejar el evangelio para seguir algún sistema religioso, filosófico, político y espiritual, el cual, no les ofrece salvación y no pueden hacer nada por ellos, más bien, les acarrea problemas de culpabilidad, pensamientos distorsionados y miedos.
Por cierto, el propósito de este artículo es prestar atención, explorar las implicaciones teológicas y pastorales, así como examinar respecto al pecado imperdonable, uno de los temas más desafiantes y discutidos en la teología cristiana. La base bíblica es Hebreos 10:26-31, donde el autor bíblico presenta una advertencia severa sobre el rechazo deliberado a Dios, describiendo este acto como un pecado que no tiene perdón. Expresado de la siguiente manera:
Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! (Heb.10:26-31, RVR60).
Antecedentes
“Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo” (Heb.10:31). Es la frase favorita de algunos predicadores y feligreses, que por lo general es malinterpretado erróneamente. Algunos lo usan para atemorizar y amenazar, otros para hacer sentir culpable a alguien cuando comete una falta o equivocación. Muy pocos son los que realizan una interpretación correcta.
Muchas más controversias existen entre distintos teólogos a partir del pasaje referido en este artículo: Lawrence Richards indica que el escritor de Hebreos “confronta la apostasía, una decisión deliberada de volver al antiguo sistema de sacrificios. Para ese tipo de pecado solo resta la certeza del juicio”.[i] Por otro lado, Paul Jong refiere a la incredulidad por “rechazar o negar que Jesucristo ha salvado a todos… Por tanto, cualquiera que comete [este pecado] no puede ser librado de sus pecados de otra manera”.[ii]
Algunos, como Raúl Zaldívar, declaran que “una persona [que] ha hablado en lenguas es una señal que ha recibido el Espíritu Santo y si esta persona peca, ha cometido el pecado imperdonable porque ha blasfemado contra el Espíritu Santo”.[iii] Existen varias apreciaciones respecto al tema en cuestión, mismas que requieren ser revisadas si están en concordancia con la Escritura.
Enfoque en la interpretación de Hebreos
Es necesario diferenciar si Hebreos 10:26–31 va relacionado o no con el pensamiento teológico de 1 Juan 5:16, 17 y Mateo 12:31, 32, respecto al pecado imperdonable. Simón Chan en su libro El hombre y el pecado, los une como un solo pensamiento teológico.[iv]
A este cuestionamiento algunos teólogos, con el uso de la técnica criterios de expertos, responden afirmativamente a la posición de esta investigación. Según Walter Nutt afirma que: “hay similaridad con Mateo 12:31–32 y 1 Juan 5:16–17 pero no hay relación directa”. En cambio, David Hunt expone: “el tema del pecado imperdonable no tiene referencia directa con el comentario de Jesús. No se limita la relación, porque más importante es la autoría divina y no obligar al autor de Hebreos interprete las palabras de Jesús”.[v]
Max Rivera prefiere que Hebreos 10:26–31 sea “interpretado en todo el contexto bíblico” que limitado a Mateo 12:31, 32 y 1 Juan 5:16, 17, puesto que en esa perspectiva “no hay fin para la salvación de las personas que no reciben al Señor Jesús”, por lo que Hebreos 10:26-31 se refiere “al rechazo final de Jesucristo que constituye el pecado imperdonable, trata con esa última realidad de creer y no creer”.[vi]
En consecuencia, existe coincidencia que el pecado imperdonable que refiere Hebreos, tiene que ver con el rechazo final a Dios, en el ofrecimiento de salvación, donde se destaca el pensamiento teológico de Hebreos respecto al pecado en una forma única y relacionada al conjunto del contexto bíblico que forzar a interpretar junto a 1 Juan 5:16, 17 y Mateo 12:31, 31 con los pasajes concordante en los Evangelios, aunque no se niega la relación con el pecado imperdonable, pero sostiene una perspectiva teológica propia del autor de Hebreos.
Contexto y propósito del texto
El pasaje de Hebreos 10:26-31 se dirige principalmente a cristianos judíos de la segunda generación, muchos de los cuales probablemente eran sacerdotes. Estos individuos estaban tentados en abandonar las iglesias cristianas y regresar a los rituales del judaísmo, ya que esta práctica era su fuente de ingresos. Sin embargo, este regreso implicaba un peligro espiritual significativo, ya que despreciar el ofrecimiento del Nuevo Pacto y rechazar la sangre del Hijo de Dios vertida en la cruz por los pecados de la humanidad no dejaba lugar para la salvación, sino un juicio inminente (Heb.10:29-31).
Además, estos cristianos judíos enfrentaron persecución por parte de los judíos no cristianos, lo que aumentó su tentación de apartarse del cristianismo. El autor de Hebreos les advirtió sobre las consecuencias de volver al judaísmo, ya que el Antiguo Pacto no podía proporcionar salvación (Heb.13:39; Gá.2:16) y no había otro sacrificio aparte de Cristo que expiara los pecados (Heb.10:26). Esto significó que los que rechazaban a Dios y el sacrificio de Jesús se convertían en enemigos de Dios (Stg.4:4) y enfrentarían un castigo horrible en el futuro, experimentando la venganza de Dios y el juicio eterno (Heb.10:29- 31).
Por lo tanto, el propósito del autor de Hebreos fue realizar una exposición extensa para mostrar los beneficios del Nuevo Pacto sobre el Antiguo Pacto y animar a estos judíos cristianos a no retroceder hacia la perdición (Heb.10:38-39), ni abandonar la fe del cristianismo para regresar al judaísmo que no podía hacer nada por ellos.
Análisis del texto en contexto bíblico
La expresión “si pecáremos” (Heb.10:26) indica una acción continua o persistente. Si después de conocer la verdad del evangelio de Cristo y se alejaban, no queda para ellos más sacrificios por los pecados, ya que los ritos del judaísmo no podían proveer perdón de pecados (Heb.10:26). Esta afirmación está respaldada por el apóstol Pablo (Gá.2:16, Hch.13:39, así como por el apóstol Pedro (Hch.4:12).
Entonces el pecado imperdonable al que se refiere Hebreos 10:26 en el contexto del Nuevo Testamento implica rechazar el sacrificio de Cristo en la cruz, lo cual es equivalente a rechazar el plan de salvación otorgado por Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo (Heb.10:29; Jud.1; 1 Pe.1:2). Rechazar la salvación significa rechazar a Cristo, el único camino de la salvación (Hch.4:12), lo que implica despreciar el ofrecimiento de Dios y el sacrificio del Hijo para la salvación del ser humano (Heb.9:28; Jn.3:16; 1 Ti.2:5-6)
En el Antiguo Testamento, quien rechazaba a Dios se convertía en su enemigo, y estar en contra de Dios involucraría cometer un pecado peligroso (Dt.32:15-17; Is.1:28; 65:12; Jr.15:6). Este rechazo no era una simple oposición, sino continuo, total y perpetuo, realizado en pleno uso de la razón y voluntad, con acciones de obstinación y rebelión contra Dios, motivadas por la incredulidad.
Por consiguiente, rechazar la salvación por obra de Cristo y del Espíritu Santo se constituye en un pecado imperdonable, ya que Dios perdona todos los pecados mientras haya oportunidad de arrepentimiento (1 Jn.1:9), excepto el rechazo a la salvación, que solo conduce al juicio eterno (Heb.10:27-31).
El rechazo a Dios no es automático, sino progresivo. Comienza con la negligencia (Heb.2:1-4), sigue con la incredulidad (Heb.3:7-19; 4:1, 11-13), prosigue con la inmadurez (Heb.5:11-6:20) y culmina con el peligro del pecado (Heb.10:26-31), con el rechazo (Heb.12:14-17). Lo que se puede advertir es que el rechazo y el pecado imperdonable están interrelacionados.
El pecado imperdonable está presente en Hebreos 10:26-31, especialmente en el contexto de los judíos que no creían en Jesús ni en el Espíritu Santo, siendo solo monoteístas en su fe en Dios Padre. Rechazar a Jesús y al Espíritu Santo es lo mismo que rechazar la salvación, ya que no es posible ser salvo sin la intervención del Espíritu Santo (Jn.6:63; 16:8) ni por medio de Cristo (Hch.4:12). Además, lo que Hebreos 10:29c refiere a “insultar al Espíritu” tiene una relación con la blasfemia contra el Espíritu Santo como pecado imperdonable (Mt.12:31-32; Mr. 3:28-29), aunque “insultar” y “blasfemar” son términos equivalentes.
Sin embargo, Hebreos 10:29a indica que “menospreciar al Hijo y tener por inmunda la sangre del pacto merecerá mayor castigo”. Esto parece contradecir Mateo 12:31-32 y Marcos 3:28-29, donde la blasfemia contra Jesús era perdonable. Esta aparente contradicción se resuelve mediante el entendimiento del progreso de la revelación divina. Mientras Jesús estuvo en la tierra, su verdadera identidad y misión no fueron plenamente reveladas, por lo que hablar contra el Hijo era perdonable.
No obstante, después de que Jesús consumó la obra expiatoria en la cruz para perdonar los pecados del mundo y resucitó entre los muertos (Ro.4:25), la declaración de Dios de que Jesús era el Hijo de Dios se hizo indiscutible (Ro.1:4). Así que la posición del autor de Hebreos refleja la revelación más completa y plena del plan de salvación hacia el hombre que Mateo y Marcos.
En resumen, el pensamiento teológico del autor de Hebreos respecto al rechazo a Dios como pecado imperdonable se resume en tres características:
Advertencia oportuna: Aquellos que rechazaron a Dios y no se arrepintieron de sus pecados mientras tuvieron oportunidad merecerán un juicio terrible, ya que no hay sacrificio aparte de Cristo para remediar el pecado (Heb.10:26-27).
Comparación evidente: Los que resistieron la ley de Moisés merecieron un grave castigo y murieron sin compasión; de la misma manera, los que rechacen la obra expiatoria de Cristo merecerán un mayor castigo (Heb.10:28-29).
Confirmación inminente: La naturaleza justa de Dios permitirá la ejecución del juicio de Dios en el futuro, porque es inevitable el cumplimiento. Esta perspectiva teológica sobre el pecado imperdonable en Hebreos es única en comparación con otros escritores del Nuevo Testamento y sostiene una concordancia más cercana con el Antiguo Testamento.
Ejemplos bíblicos del pecado imperdonable
Además de los textos en Hebreos, existen otros ejemplos bíblicos que ilustran este principio. En el Antiguo Testamento a pesar de los numerosos milagros y de su poder, puede verse la obstinación y la rebeldía de Israel contra Dios (Nm.15:30, 31; Dt.17:12; Lv.10:1, 2; 1 Sa.15:23). La apostasía de Israel, que culmina en su rechazo de los profetas (Is.63:10; Jr.28:16) y, finalmente, en la destrucción del templo, refleja una actitud de corazón endurecido y rechazo persistente a Dios (Jr.5:12).
En el Nuevo Testamento, la figura de Judas Iscariote también puede ser vista como un ejemplo de este pecado. A pesar de tener tan cerca de Jesús, ser testigo de sus milagros y oyente de sus enseñanzas, Judas elige traicionarlo, mostrando una decisión deliberada y consciente contra la verdad (Lc.22:3-6; Hch.1:17-18). El libro de Judas menciona a los que cometieron el pecado de rebelión, refiriendo a Caín, Balaam y Coré (Jud.11). También hace referencia el pecado de la negación e incredulidad, a acontecimientos como los que rebelaron en Cades Barnea, ángeles caídos y Sodoma y Gomorra (Jud.5-7; Nm.14:29–30), quienes experimentarán el castigo eterno de Dios.
Por otro lado, tenemos a Pedro quien negó a Jesús deliberadamente (Mt.26:33–37, 75; Mr.14:30–31, 72; Lc.22:61; Jn.21:3-18) y a Pablo, quien estuvo en oposición obstinada a Dios (Hch.9:1–19; 1 Co.15:9; 1 Ti.1:13). Pero ellos experimentaron el perdón de Dios por su arrepentimiento y sirvieron activamente en la proclamación de la salvación.
Comparación con otros teólogos acerca de la interpretación de Hebreos 10:26-31
La interpretación del presente artículo se compara con las conclusiones a los que arribaron con relación al pasaje de Hebreos 10:26-31. Paul Enns concluye que:
La doctrina del pecado en Hebreos es fundamental para advertir a los cristianos hebreos que no vuelvan a caer en el judaísmo y con ello pecar contra Cristo. Por eso, en 6:4-6, les advierte severamente que si alguna vez fueron iluminados y se hicieron participes de la salvación y luego cayeron, les será imposible arrepentirse y ser restaurados de nuevo… La misma advertencia severa se da en 10:26-30… Solo cabe esperar el juicio de Dios.[vii]
Por su parte, Juan Calvino afirmó que, “los que pecan… no son los que en alguna forma ofenden, sino los que abandonan la iglesia, y completamente se alejan de Cristo. Pues él no habla aquí de este o aquel pecado, si no que condena por nombre, a los que deliberadamente han renunciado al compañerismo de la iglesia”.[viii]
Por último, Willie Alvarenga concluye que “la práctica que éstos cristianos estaban llevando a cabo de irse al judaísmo, dejando y rechazando de esta manera el cristianismo, Jesús, el Nuevo Sistema. Debemos notar que el término ‘pecaremos’, denota una acción continua, o sea, continuamente estaban tentados a regresar al judaísmo con sus vanas prácticas y formas”.[ix]
Tanto Enns como Alvarenga coinciden con el resultado de la presente exégesis en que volver al judaísmo y sus prácticas es rechazar a Cristo, ya que de esta forma se invalida la obra expiatoria de Cristo en la cruz para proveer salvación al ser humano. Por el contrario, Calvino afirma que el pecado imperdonable no se refiere a pecados de hecho o palabra, sino a renunciar a Cristo deliberadamente o alejarse completamente de Él.
De esta manera, queda confirmado con el contraste de teólogos que estudiaron Hebreos 10:26-31 que el pecado imperdonable no tiene que ver con un pecado de hecho u ofensa, sino con el rechazo continuo, sin haber aceptado la salvación, el ofrecimiento de Dios para la humanidad por medio de Cristo. El rechazo a Dios es una acción continua hasta el final, es decir, hasta que llegue la muerte. Este es el pecado que no tiene perdón. Mientras tenga la oportunidad del arrepentimiento aún hay esperanza de salvación.
Implicaciones teológicas y pastorales
Rechazo deliberado de la salvación
El rechazo a Dios como pecado imperdonable es visto como un acto definitivo y total que cierra la puerta a cualquier posibilidad de arrepentimiento y perdón. Este tipo de rechazo no es simplemente una caída temporal o un error, sino una decisión consciente y persistente de apartarse de la fe. Este acto es considerado imperdonable porque implica una negación completa de la obra redentora de Cristo y de la obra del Espíritu Santo en la salvación.
Sensibilidad y discernimiento
Desde una perspectiva pastoral, es crucial abordar este tema con sensibilidad y discernimiento. Muchas personas pueden temer haber cometido el pecado imperdonable, especialmente aquellos que luchan con dudas o sentimientos de culpa. Es importante aclarar que el pecado imperdonable no se refiere a pecados cometidos por debilidad o ignorancia, sino a un rechazo consciente y deliberado de la fe después de haber conocido la verdad.
Llamado a la perseverancia
Hebreos 10:26-31 también sirve como un llamado a la perseverancia en la fe. La advertencia contra el rechazo deliberado de Dios tiene que motivar a los creyentes a mantenerse firmes en su compromiso con Cristo y a no apartarse de la fe. La comunidad cristiana tiene que ser un lugar donde se fomente la fe, se ofrezca apoyo en tiempos de duda y se anime a la perseverancia en la gracia de Dios.
Conclusión
El pecado imperdonable, según Hebreos 10:26-31 se centra en el rechazo deliberado y consciente de la obra redentora de Cristo y del Espíritu Santo. Desde una perspectiva teológica, este pecado es visto como la negación total de la verdad revelada y la resistencia persistente a la gracia divina. Es una advertencia solemne sobre la seriedad del rechazo a Dios y la necesidad de una respuesta continua y abierta a Cristo y al Espíritu Santo.
En última instancia, este artículo refuerza esta comprensión, subrayando el riesgo de rechazar a Dios después de haber conocido la verdad y nos llama a reflexionar sobre nuestra propia relación con Dios y nuestra apertura a su obra en nuestras vidas. Al mantener nuestros corazones y mentes abiertos a la guía del Espíritu Santo, podemos evitar el endurecimiento del corazón que lleva al pecado imperdonable y vivir en la plenitud de la gracia de Dios al mantenernos firmes en la fe.
Bibliografía
[i] Lawrence Richards O., Guía del lector de la Biblia: Un análisis de Génesis a Apocalipsis capítulo por capítulo (Miami, FL: Patmos, 2010), 864.
[ii] Paul C. Jong, “El pecado imperdonable y la responsabilidad de los nacidos de nuevo” en The New Life Mission. 2012. Consultado 20 de octubre de 2012. http://www.bjnewlife.org/spanish/bstudy/sermons_182_matthew.php
[iii] Raúl Zaldívar, Teología Sistemática: Desde una perspectiva latinoamericana (Barcelona , España: CLIE, 2006), 299.
[iv] Chan, Simon, El hombre y el pecado: Un libro de texto de estudio independiente (Springfield, MO: Sistema Universitario Global Berean, 1997).
[v] Respuestas de David Hunt a las preguntas planteadas por Esteban Esteban Pari, 2018.
[vi] Respuestas de Max Rivera a las preguntas planteadas por Esteban Esteban Pari, 2018
[vii] Paul Enns, Compendio de Portavoz de Teología (Grand Rapids, MI: Portavoz, 2010), 115.
[viii] Juan Calvino, Comentario a la Epístola a los Hebreos (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2011), 214.
[ix] Willie A. Alva renga , Textos difíciles de la Biblia explicados: Una breve exégesis de textos difíciles de la Biblia (Bedford, TX: Alvarenga Publications, 2015, 121.