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El Hallel egipcio: cánticos de salvación y liberación en la tradición bíblica

Por publicado originalmente en CONOZCA edición 2025.1

Por Aurora Fabiola Hernández García

El Hallel, un conjunto de Salmos que abarca del 113 al 118, constituye una serie de cánticos de alabanza y gratitud que han sido fundamentales en la liturgia judía, especialmente durante las fiestas de los Tabernáculos y la Pascua. Estos Salmos, que ordenan intensamente al pueblo de Israel a alabar el nombre de Jehová, reflejan la memoria colectiva de la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto y las maravillas del poder divino en el éxodo.

Además, el Hallel posee un significado especial en la tradición cristiana debido a que Jesús y sus discípulos lo cantaron durante la última Pascua antes de la crucifixión y  simboliza la culminación de la salvación prometida. Este artículo explora el contexto histórico y teológico del Hallel egipcio, y su relevancia tanto en la adoración judía como en la fe cristiana.

El Hallel forma parte del Libro V de los Salmos, que comprende del 107 al 150 y está compuesto principalmente por salmos de adoración para el culto congregacional. Dentro de este libro, el Hallel egipcio destaca por su referencia explícita a la liberación de Israel de Egipto y a los prodigios del éxodo. A diferencia del Gran Hallel (Sal.146-150), este grupo está conformado por Salmos más breves y específicos (Sal.113-118) que se cantaban en momentos litúrgicos clave, como la Pascua y las fiestas de los Tabernáculos.

El Salmo 113 inicia con un llamado imperativo y enfático a la alabanza: “¡Aleluya! Alabad, siervos de Jehová, Alabad el nombre de Jehová” (Sal.113:1). Este mandato, expresado en modo piel según la gramática hebrea, enfatiza la intensidad con la que el salmista exhorta a los fieles a alabar a Dios. Según Pablo Hoff, en los hogares judíos se cantaban los Salmos 113 y 114 antes de la comida pascual, y los salmos 115 al 118 después de ella.[i] Actualmente, el pueblo judío continúa entonando estos salmos durante sus festividades y en la celebración del Shabat.

El Salmo 113 comienza con tres aleluyas que ordenan la alabanza al nombre personal de Dios, Yahweh, con quien buscaba establecer una relación única con su pueblo. Aunque Israel evitó pronunciar este nombre, sustituyéndolo por Adonay y luego Jehová, la Septuaginta lo traduce como “El Señor”. Este único Dios excelso y personal se sienta en las alturas, pero al mismo tiempo se humilla para levantar a los necesitados.

El Salmo 114 relata los milagros del Éxodo y se cantaba durante la Pascua antes de la comida del cordero para conmemorar la liberación del pueblo de Israel y el poder de Dios sobre la naturaleza en el cruce del mar Rojo. Y su pueblo eleva la voz para agradecer por su liberación, porque no hay otro como Él en prodigios y maravillas. Aun la creación se rinde a su Creador para cumplir sus propósitos.

En el Salmo 115, la gloria se atribuye exclusivamente a Jehová, nombre personal de Dios, quien supera a los ídolos, exhorta al pueblo a confiar en Él y a temerle (vocablo hebreo del sustantivo yaré), siendo “los que teméis a Jehová” (Sal.115:11) un pueblo temeroso de Dios confía plenamente en Él.

El Salmo 116 expresa un amor personal basado en una experiencia de redención:[ii]Amo a Jehová” (Sal.116:1), el verbo está en un tiempo qal perfecto, una acción realizada en el pasado que tiene efectos en el presente. Es un amor que surge de haber sido escuchado y salvado por Dios, y que se traduce en servicio y alabanza. Ese amor permanece y crece con el paso del tiempo, es un amor que no olvida de donde fue rescatado ni por quién. Jehová fue el único que con su inigualable poder pudo salvar la vida y no hay manera de pagar sus misericordias.

El Salmo 117, el más breve, ordena intensamente alabar a Dios, quien es digno de toda alabanza y sólo Él lo merece.

El Salmo 118 cierra el Hallel egipcio con júbilo y gratitud, probablemente entonado de forma antifonal, alterna entre solista y coro. El solista cantaba la primera línea de cada versículo y el coro respondía con la segunda; o quizá un coro cantaba la primera línea y la respuesta era entonada por otro.[iii] Así como lo describe el escritor sagrado: “Y cantaban, alabando y dando gracias a Jehová y diciendo: Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba con gran júbilo, alabando a Jehová porque se echaban los cimientos de la casa de Jehova” (Esd.3:11). Este Salmo proclama que Dios es bueno, fortaleza, cántico y salvación. Fue el último cántico que Jesús y sus discípulos entonaron antes de salir hacia el monte de los Olivos: “Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los olivos” (Mt.26:30).

Jesús antes de orar: “Padre mío, si es posible pase de mi esta copa…” (Mt.26:39), entonó el Salmo 118 “En mi angustia invoqué a Jehová… Jehová está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Sal.118:5-6). En pocas horas iba a vivir en carne propia tales palabras: “Me empujaste con violencia para que me cayese, pero me ayudó Jehová… No moriré, sino que viviré, y contaré las obras de Jehová” (Sal.118:13,17), al expresar la confianza en Jehová en medio de la angustia y reconocer que la salvación y la misericordia son de Dios. La celebración de la última Pascua de Jesús simbolizó la liberación definitiva del pecado y la muerte, cumplir la profecía y establecer un día de gozo y reconocimiento de la fidelidad de Jehová.

En Él, Jesús encuentra cumplimiento en la metáfora de “la piedra que desecharon los edificadores” (Sal.118:22), lo dijo claramente en Lucas 20:27 y Mateo 21:42, que se convierte en la piedra angular, como también lo afirma Pedro a la iglesia dispersa: “Para vosotros los que creéis él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo, y: piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados” (1 Pe.2:7-8). En las horas previas a su crucifixión, en plena celebración de la Pascua, la fiesta de la liberación, Jesús canta con sus discípulos: Éste es el día que hizo Jehová; Nos gozaremos y alegraremos en él” (Sal.118:24).

El Hallel egipcio trasciende su función original como serie de cantos congregacionales, pues el Mesías mismo entonó sus versos, proclamando así la llegada de la salvación prometida. Este conjunto de cánticos de salvación refleja la relación única entre Dios y su pueblo, fundamentada tanto en la liberación histórica de Egipto como en la experiencia personal de redención.

La primera Pascua celebrada en Egipto fue un día de victoria, gozo y reconocimiento de la fidelidad de Jehová por la liberación de la esclavitud. De manera análoga, la última Pascua que Jesús celebró en la tierra simbolizó el cumplimiento pleno de la profecía, al inmolarse el Cordero para otorgar liberación definitiva del pecado y de la muerte eterna. Así, la profecía se cumplió plenamente y la salvación se convirtió en una realidad para quienes la recibieran, siendo también un día para reconocer la fidelidad de Jehová.

Hoy, el pueblo redimido es llamado a continuar con la proclamación de las verdades contenidas en el Hallel, reconocer que Dios atodavía obra maravillas y ofrece salvación. Cuando un pecador se arrepiente, el cántico cobra vida: “Este es el día que hizo Jehová; nos gozaremos y alegraremos en él” (Sal.118:24). Así, el Hallel egipcio permanece como un legado vivo de alabanza y confianza en la fidelidad de Jehová al recordarnos que cada día es una oportunidad para experimentar liberación y gozo en el Señor.


Bibliografía

[i] Hoff, Pablo, Libros poéticos (Miami, Florida: Vida, 1998), 166.

[ii] Spurgeon, Charles, Samuel Vila, El tesoro de David, Tomo 2 (Barcelona, España: CLIE, 2015), 531.

[iii] Purkiser, W.T. M.A., PH.D. Comentario Bíblico Beacon, Tomo III (Lexena, Kansas: CNP, 1967), 289.

 

Aurora Hernández


 
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Comentarios: 2

  1. Roberto Jacinto Ramos

    Mucha enseñanza que ante nuestros ojos pasa desapercibido. Dios le siga guiando en su infinita sabiduría.

  2. Erick González Hernandez

    Excelente comentario, Dios bendiga a nuestra Hna. Aurora

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