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El cincel de DIos

Por publicado originalmente en CONOZCA edición 1993.2

Por Edgar Gómez Y.

 

 

Las pruebas del creyente poseen un propósito definido.

 

¡Maravilloso! ¿Quién iba a imaginarlo? Hace poco tiempo era una masa tosca y amorfa de dura piedra que pasaba desapercibida. Hoy atrae la mirada de todos. ¡Qué hermosura! Es una obra de arte.

-Maestro- dice alguien. -Lo felicito. ¿Cómo logró esculpir tanta belleza en esta roca?

El artista lleva su mano a la bata que viste y extrae una herramienta corta y filosa. Luego dice:

-Esto me ayudó a quebrantar la roca. La herí cuanto pude. Arranqué su capa externa con golpes y más golpes hasta que todo lo inservible desapareció y quedó lo que hoy ven tus ojos.

-¿Cuánto tiempo lleva hacer una obra de arte?- pregunta otro.

Medita un instante el escultor.

-Todo depende de la dureza de la roca y el filo del cincel.

* * *

 Pensemos cuánto le cuesta al Escultor eterno modelar la vida de los hombres. Él no se conforma con salvarlos. Quiere hacerlos perfectos. Su Espíritu Santo los escudriña en su ser interno. Descubre sus imperfecciones. Lo toma en sus manos eternas y los palpa. Se da cuenta de sus durezas y escoge el cincel adecuado para esculpir en ellos la imagen de Jesucristo.

¡Por cuántas pruebas pasamos en la vida! Hambre, desnudez, persecuciones, enfermedades, desprecio, espada. Pero ninguna es producto de la casualidad. Todo encaja perfectamente dentro del plan de Dios. Ellas constituyen el cincel divino.

Las pruebas del creyente poseen un propósito definido. Alguna faceta de nuestra vida necesita ser quebrantada y formada. Si el cincel nos hace gemir y llorar de dolor, recordemos que Dios nos ama y sus ojos están sobre nosotros. Encomendemos nuestra causa a él y confiemos que a los que amamos a Dios todas las cosas nos ayudan a bien.

La voluntad de Dios es nuestra santificación. Desea que crezcamos hasta la estatura de la plenitud de Cristo. Mientras más cooperemos con él y seamos sumisos, menos cincelazos recibiremos. Sometámonos bajo la poderosa mano de Dios y cuando sea el tiempo, él nos exaltará.

Recordemos que el Señor no nos dará una prueba que sea superior a nuestras fuerzas. Confiemos plenamente en él y digamos como el rey David: “Cumple, oh Dios en mí tu propósito eterno.”

 

El isumista Edgar Gómez Yance está casado con doña Coromoto Ruiz y pastorea la iglesia de Getsemaní en Atarigua, Portuguesa en el país de Venezuela. Es también profesor del Instituto Bíblico Central de Barquisimeto.

 

Edgar Gómez

El isumista venezolano Edgar Gómez es pastor en el Estado de Lara, Venezuela, y profesor del Instituto Bíblico Central de Barquisimeto.


 
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1 Comentario  comments 

Una respuesta

  1. Desde la primera vez que leí este artículo me edificó tan profundamente que se convirtió en mi referencia para entender cada momento dificil que me ha tocado vivir a lo largo de todo este peregrinar hacia el cielo. Aun me siento en el taller del escultor celestial. Se que me cincela porque la exposición de sus obras se acerca y debo estar listo. Gracias, hermano Edgar, años después de haber recibido de su mano este artículo hoy lo repaso ya con las lecciones aprendidas bajo su sombra mentora. Me complace encontrar su artículo y ver que sus edificantes y poéticas palabras inspiran a muchos más de los que hemos tenido el privilegio de ser bendecidos por Dios mediante su ministerio. Dios le siga usando hoy como pastor, profesor, predicador, instructor en plantación de iglesias y Director del Seminario Evangélico Pentecostal de las Asambleas de Dios. ¡Gracias!

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