Por Daniel G. Grasso Cuando era yo adolescente, importaba poco la letra en la Iglesia pentecostal. Todo era el Espíritu. Claro, el desconocimiento de la Palabra hacía cometer errores atroces. A veces, por cada kilo de Espíritu se mezclaban 314 de kilo de carne. Es de imaginarse lo que pasaba. Para las demás denominaciones