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El uso santo del poder y la autoridad: una perspectiva del Evangelio de Lucas

Por publicado originalmente en CONOZCA edición 2013.2

Por Jairo Vásquez

En los últimos cien años la humanidad ha sido consciente de las luchas por El poder y la autoridad. En las noticias más recientes, el uso de armas químicas desnuda el corazón de los gobernadores, que sin importar el precio, procuran mantener el control.

La realidad que vive nuestra nación en cuanto a la guerra interna es una muestra del hambre por El poder y la autoridad. Nuestra amada Colombia se encuentra influenciada por la mentalidad mafiosa, hambrienta de poder y autoridad para hacer y deshacer; con unos gobernantes que poco se escapan a los tentáculos de la corrupción y que no les importa pagar el carcelazo, pues al salir tienen sus “ahorros”. Se nos plantea un desafío eclesiástico: ¿Cómo la iglesia y sus líderes harán uso dEl poder y la autoridad? ¿Nos dejaremos contagiar por la sicología de príncipe?[1]  ¿Viviremos para nuestros vientres, o realmente seremos testigos y cumpliremos la misión de ser enviados con poder y autoridad del cielo?  ¿Desdibujaremos y haremos una caricatura de la investidura?  No podemos olvidar las palabras del Maestro dichas a Jacobo y a Juan: “Entre vosotros no será así”. No será como en el gobierno del mundo; no será un querer estar por encima de otros. No será un privilegio de las élites. ¡NO!.

El poder y la autoridad divina son privilegios del pueblo de Dios; de pescadores e iletrados; de gente del vulgo. Todos son bienvenidos a la misión: ricos y pobres, letrados e iletrados.

El poder y la autoridad tienen su fundamento en Dios. Él es el origen del verdadero poder y autoridad, pero Satanás es quien los ha degradado. En el Evangelio de Lucas, capítulo 9, la propuesta de Jesús es clara donde comisiona a los doce apóstoles para su primera práctica de campo. A partir de allí la narrativa del texto nos enseña como Jesús empezó a moldear la vida de los discípulos y como usar El poder y la autoridad para dicha misión.

Es de resaltar que en el capítulo 8, los discípulos tuvieron una actitud enseñable; oían y reflexionaban; pero después de haberles sido dada la comisión, ellos comenzaron a mostrar inmadurez, propia de quien recibe semejante investidura; pero era necesario que fueran entrenados en el uso de ella.

Los relatos del contexto posterior del capítulo 9:1-6 permitirán ver las enseñanzas que en la escuela del ministerio de Jesús, nunca se olvidarán.

Ellos van a aprender lo siguiente:

En primer lugar: El poder y la autoridad son para el beneficio de  la comunidad, no para el enviado. (Lc.9:10-17)  El versículo 10  nos dice que ellos llegaron emocionados por las maravillas vistas; pero son interrumpidos por Jesús, quien los apartó al desierto, donde él los reta a  alimentar  las multitudes, esa situación es intencional, pues   el texto dice así:   “Y cuando los apóstoles regresaron, dieron cuenta a Jesús de todo lo que habían hecho. Y El, tomándolos consigo, se retiró aparte a una ciudad llamada Betsaida.”  [2]

Si El poder y la autoridad no son para el enviado, sino para el necesitado, debemos reflexionar acerca del uso que le estamos dando.

En segundo lugar ellos van a aprender que:

El poder y la autoridad sin revelación producen ignorancia. (Lc.9:18-36) Pedro hace la declaración de Jesús como el Cristo, el Hijo del Dios viviente y por los textos paralelos sabemos que el Señor le dice a Pedro que ha recibido una revelación del Padre; pero más adelante Pedro reconviene a Jesús para que no vaya a la Cruz. Seis días después toma a Jacobo, Juan y “Pedro” y los lleva al monte de la transfiguración. Allí nuevamente Pedro tiene una “idea” hacer tres enramadas, (es característico que quienes tienen poder y autoridad usen con ligereza “el  opinar”) pero él es interrumpido por  la voz del Cielo, “Este es mi Hijo, mi escogido a él oíd”. [3] El mensaje del Cielo es claro, nadie que reciba poder y autoridad puede llegar a querer dar ideas que no son de origen divino.

El poder y la autoridad parecen dar al hombre el derecho de opinar aún sin importar la voluntad de Dios. Debemos cuidarnos de nuestras buenas ideas y escuchar atentamente la voz del Padre, sólo así, la investidura que tenemos nunca será mayor que el dador de la misma.

Los discípulos pronto comenzaron a discutir quien sería el mayor y Jesús en medio de esta discusión les enseña también que:

En tercer lugar: El poder y la autoridad sin humildad producen rivalidad. (9:46-48) Jesús percibiendo los pensamientos de ellos[4] les da una lección objetiva: El poder y la autoridad necesitan de las cualidades de  un niño. El relato paralelo de Marcos nos dice que Juan y Santiago le pidieron que les permitiera sentarse a la derecha y  a la izquierda; Pero Jesús les enseñó que  la posición es un privilegio que el Padre da, pero el sufrimiento y la muerte son parte del proceso de aquellos que le siguen. El poder y la autoridad no son para evitar el sufrimiento, son para enfrentarlo y aún en medio de él, tener El poder de ser un mártir[5]

Más adelante Él les enseña que:

En cuarto lugar: El poder y la autoridad sin visión del Reino de Dios producen sectarismo. (Lc 9: 49 – 50)  Es impresionante como El poder y la autoridad nos pueden enceguecer y hacernos creer que somos el grupo exclusivo. Siempre hemos visto a las sectas como  distantes del cristianismo tradicional, pero el sectarismo puede estar muy arraigado en quienes dicen estar más cerca de Jesús; este era el caso de los fariseos. Cuando asumimos una actitud sectaria, no somos muy diferentes a ellos. Desconocer el valor de otros, que aunque no pertenezcan a nuestra denominación y descalificarlos, porque no andan con nosotros, sólo revela nuestro egoísmo y frustración.

El etnocentrismo de los judíos también fue un problema en la vida de los discípulos de Jesús, desde aquella charla de Jesús con la Samaritana[6], los discípulos tuvieron que afrontar una realidad desagradable; Los samaritanos también entran en el plan de Dios, pero para aceptar eso, es necesario un verdadero amor, amor del Cielo, amor de Dios; porque:

En quinto lugar El poder y la autoridad sin amor son un atentado al plan de Dios. (Lc 9: 51 – 56).El Señor había  dado órdenes específicas de lo que debían hacer cuando no fueran recibidos: “Y en cuanto a los que no os reciban, al salir de esa ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.”[7]  Pero, para ellos esto no era suficiente. Ellos querían algo más. El texto nos dice: “Pero no le recibieron, porque sabían que había determinado ir a Jerusalén. Al ver esto, sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los consuma?”[8]

Los discípulos querían usar la investidura al estilo de Elías, ¡qué mejor que mostrarles a esos profetas de “Samaria”! … El fuego. ¿Acaso ellos no representan a uno mayor que Elías?

El Señor  reprendiéndoles, les dijo: “vosotros no sabéis de que espíritu sois, porque el Hijo del Hombre no ha venido para destruir las almas de los hombres, sino para salvarlas”. El poder no es para el espectáculo; es para la salvación de las almas. Algunos líderes religiosos de la actualidad, han olvidado  éste principio y se han dedicado más al espectáculo, que a las almas.

Algo más que van a aprender es:

En sexto lugar: El poder y la autoridad sin entrega personal descalifican al obrero. En Lucas 9 57- 62 nos dice que una persona quería seguir a Jesús, El Señor, (quien conocía su corazón) lo desafía. Ésta persona quería una comodidad material, por eso, el Señor le responde: “Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; más  el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza”. Otro es invitado por el Señor a seguirle; pero éste se excusa, con el pretexto de ir a enterrar a su padre. Él no tenía claro su llamado; por lo tanto buscó una razón aparentemente justa, por la cual el Señor le respondió: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. Esto nos enseña que la misión es para anunciar el reino de Dios a los vivos.  Y por último invitó a otro, quien se excusó queriendo ir a despedir a su familia. El Señor le responde: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”. Es indispensable que,  quienes siguen al Señor determinen cuales son las prioridades o demandas para seguirlo y hagan una entrega absoluta.

Por último:

El poder y la autoridad sin el gozo de la salvación no son gracia de Dios.  El capítulo 10 comienza diciendo: “después de esto, el Señor  designó a otros setenta, y los envió de dos en dos delante de Él, a toda ciudad y lugar adonde Él había de ir”.

El capítulo 9 empieza con el envío de los doce apóstoles y nos relata en el versículo 10 que ellos regresaron maravillados; al igual en el capítulo 10 se inicia con el envío de los setenta y estos regresan con gozo (versículo 18). Pero en esta ocasión El Señor no toma a los setenta aparte como en el caso de los doce; sino que, les dice: “Yo veía a satanás caer del cielo como un rayo”.

¡Que respuesta! ¡que imagen en la mente de los setenta! El personaje que tenía  más poder y autoridad después de Dios,  cayó como un rayo. Quienes reciben El poder y la autoridad deben cuidarse de ser reprobados como lo dice el apóstol Pablo: “sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado”.

El Señor les afirma en el versículo 19 que les ha dado El poder y la autoridad; sin embargo les dice: “no os regocijéis en esto, de que los espíritus se os sometan, sino regocijaos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos”.

El poder y la autoridad sin acceso a la eternidad en el reino de los Cielos, no es gracia, no tiene valor, sentido, color, aroma, vida. ¿para qué la investidura sin el dador de ella? Para que hacer uso de esa investidura y al final escuchar la declaración del Señor: “jamás os conocí: APARTAOS DE MÍ, LOS QUE PRACTICAIS LA INIQUIDAD.” (Mateo 7:23)

Cuando hacemos uso correcto dEl poder y la autoridad podemos experimentar la verdadera gracia de Dios.  Que maravilloso que haciendo uso santo de ellos, nuestro nombres aún sigan escritos en los cielos.

Conclusión:

El poder y la autoridad  son privilegio de todos, pero es un desafío santo para una misión santa, en un mundo no tan santo, que quiere decirle a la iglesia como usar El poder y la autoridad; por lo cual debemos determinar el uso correcto de nuestra investidura y este es que:

El poder y la autoridad son para la gran comisión, que lleva esperanza a los necesitados; revela a Jesús, enseñándonos a vivir humildemente, sin sectarismos, que afecten el plan de Dios para otros. Esto demanda una absoluta entrega y compromiso con el llamamiento. Sólo si hacemos uso santo, nos guardaremos de ser descalificados


[1]  Ver discurso del papa Francisco en Brasil.

[2] Biblia de las Américas 9: 10; Énfasis mío.

[3] Lc.9:33-34 LBLA

[4] Lc.9 Vr 47.

[5] Hechos 1:8

[6] Juan 4:9

[7] Lc 9:5

[8] Lc 9:53-54

Jairo Vásquez

Jairo Alberto Vasquez Gonzalez, es Ministro Ordenado del Concilio de las Asambleas de Dios de Colombia y estudiante del ISUM, Casado, es padre de dos hijos. Actualmente trabaja como director del seminario Biblico Asambleas de Dios sede eje cafetero en Colombia. Lidera la fundación del Insituto Bíblico para la formación de Pastores indígenas en Colombia.


 
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Comentarios: 4

  1. imagodey

    Excelente articulo, es un estudio confrontante respecto a las pobres interpretaciones actuales acerca de la autoridad y poder de los hijos de Dios! Dios permita que nos sigas bendiciendo con con estos apuntes.

  2. Jhon Faber

    Muy bueno, es bastante pertinente para estos tiempos en donde brilla el uso abusivo del poder y la autoridad de los ministros.

  3. Alicia

    Espectacular para este tiempo del cristianismo.

  4. Espectacular y muy pertinente para el cristianismo de hoy, que mal interpreta el uso de la autoridad.

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