Por Doris Carhuapoma L.
Desde el siglo pasado se catalogó a la prensa como el “cuarto poder”, agregado a los tres existentes en el Estado ‑Ejecutivo, Legislativo y Judicial‑por la enorme presión e influencia que ejerce sobre los sistemas sociales y políticos. Este calificativo hoy se extiende a los medios audiovisuales que lo han vigorizado.
¿Realmente se puede persuadir y ejercer presión sobre los hombres a través de los medios de comunicación social? Esta ha sido una interrogante constante en los estudios sobre los efectos de la información. Las conclusiones afirmativas se demuestran por la realidad.
Ejemplos históricos se pueden citar: En 1933 Hitler reconoce que la propaganda, como una de las aplicaciones de los medios de comunicación, le ha facilitado el acceso al poder y declara en el Congreso de Nurenberg: “La propaganda nos ha llevado al poder, la propaganda más aun… nos dará la oportunidad de conquistar el mundo. “Efectivamente, el Fuhrer armó un gran control informativo a través de los medios de propaganda e inculcó toda una consigna al pueblo alemán.
También puede citarse la caída del Presidente Nixon, propiciada por el espíritu crítico de dos periodistas del “Washington Post” que puso al descubierto una serie de hechos dolorosos del Presidente y de sus hombres de confianza. Este caso, más conocido como el “Escándalo de Watergate”, demostró cómo una bien montada campaña periodística puede ejercer un control social sobre los poderes del Estado.
Igualmente, el Estado Totalitario no desconoce el alcance persuasivo de los medios y lo utiliza con refinamiento y habilidad para decir al ciudadano sólo lo que el régimen desea que sepa, conozca y aprenda.
Naturaleza y contexto de los medios. Son medios de comunicación social los instrumentos técnicos puestos al servicio de la información que ponen en contacto a toda la sociedad en su conjunto, de tal manera que ejercen un gran impacto sobre los hombres que conforman su público receptor. En cuanto al contexto en el que operan estos medios, son definitorias dos características de nuestra realidad: deshumanización y desacralización. Es manifiesta en nuestra sociedad una depreciación de los valores espirituales y la promoción de un permisivismo moral que permite actuar al hombre sin límites éticos. Por supuesto, que la causa primera de esta angustia humana y relajo social es la ausencia de Dios como razón vital de la existencia del hombre.
Las adquisiciones tecnológicas otorgan a la comunicación moderna una agilidad casi absoluta: los satélites y ordenadores electrónicos ofrecen el universo “en la punta de los dedos” para un emisor dueño de un gran poder alienante. La política y la economía son los dos grandes tentáculos que pretenden dominar la mente del hombre.
Ya hemos mencionado el uso que hace el Estado Totalitario de los medios para controlar a sus ciudadanos; este control que se observa tan patentemente en los países comunistas, también se presenta en las democracias occidentales, cuando el potencial informativo es presionado tanto por el poder económico como por el político para servirse de las funciones informativa, educativa, orientadora, persuasiva e incluso de la diversión.
A pesar de que la tecnología ha iniciado una era que muchos llaman “de la sociedad de la información”, nuestro mundo es cada vez más acotado y parcial: el que nos presenta cotidianamente el caudal noticioso, y que no es procesado ni reflexionado por nuestros cerebros. El mayor acceso de nuestra sociedad a mucha información no significa necesariamente que esté bien informada.
La función educativa y orientadora es manejada con programas que encierran concepciones filosóficas y pseudocientíficas que llevan al hombre hacia un antropocentrismo materialista. Estas corrientes son patrocinadas por ideologías comunistas o liberales capitalistas, (tan diametralmente opuestas, que llegan a tocarse en sus extremos materialistas). Lo grave es que sus alienantes y “simpáticos” mensajes llegan de manera gratuita a través de la prensa escrita, revistas especializadas de interés general, radio, cine y televisión. Un caso ilustrativo es la serie televisiva “Érase una vez el hombre” que desdibujo en su público infantil la idea de un Dios creador para dar paso a teorías evolucionistas.
La función persuasiva es utilizada por la propaganda y la publicidad. La propaganda ideológica usa la página impresa para divulgar sus postulados, principalmente de corte marxista, fomentando odios y fermentos revolucionarios en nuestros países. La publicidad por su parte posee tanto poder sobre la mente de los hombres que puede crear en solo segundos “necesidades vitales”. Los grandes monopolios transnacionales. Controlan la publicidad comercial con el único interés de ampliar mercados y vender más. Prueba de que logran su objetivo es la creciente masificación y uniformización de las modas y costumbres, además de la fabricación de símbolos que hace la publicidad con personas que, por si solas poco o nada lograrían. Figuras del arte y del deporte se ven repentinamente en la cúspide y son imitados como modelos de vida, lo cual prodiga enormes ganancias a sus patrocinadores.
Un reto a la iglesia. Tal y como se presentan las cosas, cabe preguntarnos: ¿cuál es el mensaje evangélico que llega o debe llegar a los hombres a través de los medios de comunicación social? ¿Qué postura deben adoptar las Asambleas de Dios como denominación religiosa en el uso y manejo de los medios, hasta hoy tan mal empleados? Innegablemente, mucho se tiene que hacer con tan importantes canales informativos ‑prensa, radio, cine y televisión ‑que en sí mismos son medios cuya acción y función puede ser valiosa o negativa en razón de la intencionalidad del emisor; pueden ser instrumentos para el malo pueden elevarse al servicio de una noble labor.
La Iglesia en su misión difusora del mensaje de salvación se sitúa como sujeto emisor que necesita usar los modernos medios para anunciar las noticias de redención al mundo. Paralelamente, junto a esta proclamación del Evangelio del Reino y su perenne contenido de actualidad, universalidad y necesidad para los hombres, compete también a la Iglesia manifestarse como sal y luz del mundo que alumbre sobre los acontecimientos humanos y de claridad a cada hombre, con una visión cristiana que sopese y contraste todo el caudal informativo que el mundo ofrece.
Corresponde a los líderes de nuestro movimiento, orar fervientemente al Señor en busca de una sabia dirección para reflexionar al respecto y determinar acciones que involucren a la Iglesia en el uso efectivo de unos medios, que inspirados en la doctrina de Cristo, dejen oír la voz de la Iglesia a través de la radio, de la televisión y de la página impresa.
Es grande el reto, como lo es también el deber de no callar la voz de la verdad, de no esconder los principios cristianos, sino de proclamarlos para ofrecer una visión responsable, real y encauzadora que oriente a los hombres respecto a todos los acontecimientos humanos. Esto se logrará solo con el recto uso de los medios de comunicación social, cuyo valor puede elevarse como instrumentos de perfeccionamiento de los hombres según la voluntad de Dios.
Doris Carhuapoma López, autora de este artículo, se formó en la Escuela Dominical en la que enseña a un grupo de niños. Está próxima a recibir su título de periodista de la Universidad de Piura, Perú.
es un muy buen articulo
Dios les bendiga amados HNOS DE LA REVISTA CONOZCA, A LA VERDAD ESTA MUY BUENO ESTE ARTICULO. DIOS EL TODOPODEROSO LES SIGA USANDO EN ESTE GRANDIOSO MINISTERIO
SALUDOS
PS: ERIBERTO TANTALEAN
PERU