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Ministros como personal de salud, en tiempos de pandemia

Por publicado originalmente en CONOZCA edición 2020.3

Por Obed Rivera

 

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Pondré en ustedes un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Quitaré de ustedes ese corazón duro como la piedra y les pondré un corazón dócil. 27 Pondré en ustedes mi espíritu, y haré que cumplan mis leyes y decretos; (Ezequiel 36:26).

Dios restaura el corazón del hombre para usar al hombre de la mejor manera. Es lo que hace con todos nosotros. Lo hizo conmigo cuando lo acepté como mi Salvador en el año 2008. Era paramédico en ese entonces, pero no servía a Dios en ningún área de mi vida. Antes del 2008 mi corazón era de piedra. Hoy, con un corazón nuevo, sirvo como paramédico y como ministro de las Asambleas de Dios en el país de México.

Restaurar es levantar lo caído, componer, volver a crear, sanar, limpiar. Cuando Dios restaura a alguien – sea una familia, matrimonio o persona, lo que Él restaura siempre se mejora, crece, se multiplica, supera el estado anterior. En el Nuevo Testamento restaurar se utiliza para dar la idea de algo dañado o roto puede volver al estado original por lo cual fue diseñado. Pensemos en el relato de Mateo 4:21: habla de las redes rotas, una red rota no es útil para pescar y restaurarlas significa que vuelvan a ser de utilidad para la pesca. Dios prometió esta restauración al hombre (Ezequiel 36:26). El diablo destruye, pero Dios restaura. Lo que para muchos no servía, en las manos de Dios es útil.

Hace unos meses atrás vi un cortometraje de una subasta donde había una persona ofreciendo diversos artículos, entre ellos, un violín viejo, aflojado, destensado. La gente buscaba lo mejor, pero nadie volteaba donde estaba el violín viejo. Entre la multitud un hombre se hizo paso; tomó el violín, lo limpió, lo afinó y ejecutó con ese viejo violín la más hermosa melodía que traspasó el corazón de aquellas personas. Después de esto toda la gente quería el violín, y fue el artículo de mayor costo, porque las manos de un maestro lo restauró y volvió a ser útil para lo cual fue creado.

En las manos de Dios volvemos a ser útiles. Como ministros de Dios, durante esta pandemia, el hecho de las disposiciones de quedarnos en casa y guardar la sana distancia, ¿significa que ha terminado nuestro trabajo? ¿Ya no podemos continuar llevando el Evangelio a los demás? ¿Solo puedo ayunar, orar y leer la Biblia? Para los demás ¿ya no hay más que hacer?

Claro que no! Hay otras maneras de mostrar el amor de Dios. Podemos realizar trabajos en casa, en favor de nuestras comunidades o de otras. Con el uso de las redes sociales, podemos hacer trabajos en pro de la educación, podemos hacer grupos en las redes sociales donde se realicen la regularización a niños, adolescentes y jóvenes en materias escolares que se les complican y también para hablar de Cristo.

Podemos realizar video conferencias de ayuda psicológica y orientación, basados en los principios bíblicos, para jóvenes y adultos.

¿Por qué no buscar patrocinadores para un banco de alimento y realizar la distribución, con personas que tengan vehículos y con las disposiciones establecidas del uso de equipo de protección, poder distribuir a las puertas de las casas de los necesitados, o realizar las compras de nuestros vecinos ancianos?

El pueblo de Dios puede ofrendar para comprar equipos de protección personal para los hermanos que se encuentran trabajando en los hospitales, como son (mascarillas N 95, protectores faciales, tyvek, batas desechable, gorros desechables, guantes de nitrilo) por mencionar algunos de los equipos de protección personal para el personal sanitario.

El ayudar a suplir las necesidades físicas de los demás primero, nos permite, después, tener por completa la atención de las personas, y así entregar el mensaje de Dios con una respuesta grata. En mi comunidad hemos compartido el evangelio con una familia cuya hija se puso muy mal por el virus del Covid-19. Pero, al orar por ellos, inmediatamente después atendimos a esta familia para que tuviera lo necesario para seguir cuidando a su hija en casa. Esto era necesario para ganarles la confianza de ahora llevar a su hogar las Buenas Nuevas.

Si eres médico, enfermero, paramédico, y estás capacitado para atender casos de SARS CoV-2, puedes hacer un sitio virtual de orientación médica para los de tu comunidad que están enfermos.

También, se puede orientar y enseñar a nuestros pastores cómo desinfectar los templos, y el material necesario para el momento del retorno a la apertura de los templos. Obvio que todo esto sería dentro del protocolo establecido por las líneas gubernamentales de salud de su país.

¿Qué hacemos en México?

Como personal de salud mi compromiso es dar atención médica de calidad y calidez, bajo estándares nacionales e Internacionales, pero como ministro de las Asambleas de Dios también debo realizar el trabajo que el Divino Maestro nos encomendó.

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. 16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. 17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 18 tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. (Marcos 16:15)

Así como vino la luz a mi vida, yo tengo que estar ahí para poder, aún con mi equipo de protección puesto, abrazar, dar una palabra de aliento, dar cuidados, colocar oxígeno a quien lo necesitara, hacer acceso vasculares periféricos, suministrar medicamentos, tomar signos vitales, no solo como personal de la salud, sino también como ministro y siervo de Jesucristo. Es mi deber hablar de Jesucristo, orar para que ofrezca una oportunidad de aceptarlo, ministrar para sanidad o preparar la vida de aquellos que partirían de este mundo, pero que recibirán la vida eterna al aceptar la única provisión dada de Dios, por medio de Jesús. Tengo que ser ejemplo del amor de Dios para mis compañeros, pues Jesús jamás desechó a los leprosos. Teniendo equipo de protección personal, puedo acercarme a ellos, orar a Dios en favor del necesitado y no desechar a nadie.

No solo nos llama Dios a predicar. También nos llama a trabajar en nuestro oficio como si estuviéramos sirviendo al Señor y no a los hombres (Efesios 6:7). Para que esto ocurra en un contexto íntegro y como personal de Salud, el uso correcto y apropiado del equipo de protección personal EPP (cubre bocas, lentes o gogles, careta facial, pijama desechable, batas desechables, botas desechables y Tyvek). Dios ha provisto en donación de algunas Iglesias y hermanos que han contribuido para no contaminarme. Cuento con el respaldo espiritual de la familia, pastores, misioneros e iglesias, que oran a Dios para que nuestras vidas sean guardadas de todo peligro. Veo cómo es que el trabajo en tiempos de pandemia, no solo en hospital sino en las congregaciones, es trabajo realizado por todo el cuerpo de Cristo. Es sobrellevar las cargas los unos a los otros. Es servir con amor, los unos a los otros.

Esto implica también como ciudadano común que debo aplicar las medidas básicas para evitar contagios, y más que nada, para evitar contagiar a mi prójimo. Se ha visto que el virus se puede trasmitir de una persona que no demuestra síntomas, a otra persona que tenga problemas de salud, y con presencia del virus, el grado de enfermedad es mucho más severo. Por amor al prójimo y de protegerlos a ellos también de esta enfermedad, debemos de:

  • No saludar de abrazos, besos o estrechar las manos.
  • Mantener la sana distancia 1.5 o 2 mts.
  • No salir de casa al menos que sea necesario (ir al trabajo, comprar alimentos, o ir al médico).
  • Evitar las reuniones familiares.
  • Lavar las manos con agua y jabón durante 20 segundos, las veces que sean posible.
  • Usar gel antibacterial durante 30 segundos.
  • Estornudar o toser, en el ángulo del codo,
  • Usar cubre bocas y tapa boca Y NARIZ.
  • No automedicarse.
  • Comer saludable.
  • Desinfectar todo artículo que entre a casa.

La fe debe ir acompañada de obediencia. Seamos ministros de Dios en cada aspecto de nuestras vidas. Como dice el apóstol Pablo de nuevo en su carta a los Efesios: Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. (5:15,16). Seamos luz y bendición aún más en estos días malos de la pandemia.

 

 

Obed Rivera


 
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Comentarios: 2

  1. Gracias pastor Obed por estas sugerencias prácticas. Dios lo bendiga y lo siga usando en el hospital.

  2. Raquel

    Excelente artículo, alentador e informativo. Felicidades al ministro Obed Rivera Jiménez

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