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Frecuentes, celebradas con regularidad y anunciadas con anticipación.
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A una hora conveniente para todos.
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No demasiado largas.
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De ambiente cordial, sin tensión.
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Caracterizadas por la participación de todos los miembros.
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Bien organizadas con orden del día, levantamiento del acta y su lectura, discusión dirigida, votación y conceptos claros de lo que se va a hacer.
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Productivas, resultando en acción acertada y proyectos realizados.
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Bendecidas del Señor.
¿Cómo son las suyas?
–Tomado de El Instituto, Nº 12, Diciembre de 1965.
Luisa Jeter de Walker