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Pasé un tiempo de crisis espiritual

Por publicado originalmente en CONOZCA edición 1977.2

Por Víctor Laguna

 

Durante mi pastorado pasé un tiempo de crisis espiritual. Me parecía andar por valles de sombras de muerte.

Por meses no sentía a Dios tan real como antes. Mis oraciones parecían huecas. Muchas veces dude de mi salvación.

Para preparar los sermones, oraba mucho. Pedía al Señor que hablara por mí a la congregación; pero, cuando llegaba el momento, sentía un vacío, y por meses después de los sermones sentía que Dios me decía esta no es su voluntad. Cuando la congregación se iba, subía a la casa pastoral a llorar y pedir perdón a Dios porque me sentía reargüido por su Espíritu. Quizá no comprenda usted aquellos momentos tristes que pase como pastor, un tanto fracasado en todo lo que hacía para Dios. La congregación no notaba nada de esto; estaba contenta conmigo y con mi ministerio.

Todo cambió cuando asistí al segundo seminario de ISUM en el año 1971. Hasta ahora siento el efecto que hizo en mí el estudio de la Palabra de Dios. Desde aquel momento me di cuenta que Dios me usaba en la enseñanza. Los mensajes eran electrizantes. ¡Qué fuego había en mí!

Desde aquel entonces, comencé a organizar pequeños cursillos para los miembros de la iglesia, y al evaluarlos, me di cuenta de que tenían éxito. Seguí con este sistema en diversas provincias de Ancash, Perú, todas las veces que tuve la oportunidad de salir de la iglesia. También organizamos cursillos en el grupo de los Embajadores de Cristo de la región de Lima, donde formaba parte de la Junta Directiva. Esta inquietud siguió creciendo hasta que dejé el pastorado y me traslade a Ancash Sierra, donde establecí estos Institutos Bíblicos Rurales en las cuatro regiones de esa localidad.

Han transcurrido ya dos años desde que se iniciara esta labor. Hemos visto a los hermanos sentir el efecto de estos estudios y a los obreros mejorar en todo.

Casi siempre están solicitando otros cursillos. Cuanto más pasa el tiempo, hay mayor solicitud, mayor cantidad de alumnos y los resultados son mayores.

Con la ayuda del Señor estamos procurando la formación de un cuerpo docente para que se dedique exclusivamente a la enseñanza, porque los que dejan sus iglesias para este ministerio no pueden hacerlo con tanta frecuencia como lo demandan estos institutos.

Los maestros que están enseñando en estos días son egresados de nuestro Instituto Bíblico Central. Algunos han terminado ya sus estudios de ISUM. Otros son todavía estudiantes de dicha institución.

Todo estudiante al terminar un cursillo recibe un certificado. Al concluir los ocho ciclos recibirá un diploma oficial otorgado por la región. Los alumnos tienen que cumplir todos los requisitos que demandan estos cursos.

En los primeros institutos efectuados no era muy difícil trasladarnos porque lo hacíamos a lugares cercanos. Ahora que nos vamos extendiendo hacia el interior se hace más difícil llegar a esos lugares, como por ejemplo a Yanama, ubicada a unos 60 kilómetros de Yungay donde tendremos un instituto en el mes de mayo. Para llegar a ese lugar, aunque hay carretera hasta más de la mitad del camino, tendremos que ir en acémilas porque no hay servicio de transporte.

Los gastos sufragan de la siguiente manera: Cobramos cincuenta soles (75 centavos aprox.) por matrícula incluyendo certificado, papel para exámenes, tizas, y otros gastos como los pasajes de los maestros. También cobramos por los libros, dado que así no sale tan costoso como cuando lo realiza el Instituto Bíblico Rural Nacional.

En cuanto a mi sostenimiento, la Región colabora con mil soles mensuales, que me alcanzan justo para pagar el alquiler de la casa. Otras veces tengo ofrendas de las iglesias para los gastos de viaje, aunque éstas no cubren todos los gastos la mayoría de las veces. Este trabajo es plenamente por fe. Necesitamos mucho de las oraciones de los hermanos.

De la alimentación de los maestros, tanto como de la mía, se encarga la iglesia donde se realiza el cursillo.

Además de estas actividades, realizamos campañas evangelísticas en campos blancos. También hemos traducido el libro de Los Hechos al quechua ayudando al Instituto Lingüístico de Verano. Desde el mes de febrero estamos traduciendo Gálatas y otros libros del Nuevo Testamento.

Tenemos el ofrecimiento del Instituto Lingüístico de Verano de imprimir un himnario en quechua en cuanto lo tengamos traducido. Esta traducción tiene que ser hecha plenamente por nosotros, los que hablamos quechua. Este himnario es una urgente necesidad para el pueblo evangélico porque el quechua es su lengua natal.

“Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.” (Juan 9:4)

Víctor Laguna


 

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