El estudio bíblico puede ser algo estimulante para el creyente. Pero con muchísima frecuencia, emprendemos el estudio de la Biblia con una actitud de aburrimiento, como si se nos obligara a hacerlo. Hay quienes nunca han experimentado el gozo y el estímulo que Dios quiere que disfruten sus hijos, mientras leen la revelación de su amor por ellos. ¡Qué triste es todo esto!
Todo creyente necesita estudiar la Palabra de Dios a fin de conocer a Jesús. El tema central, tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo, es el Señor Jesucristo y su maravilloso plan de la redención. El propósito que Dios tiene para la vida del creyente le será revelado al individuo que estudia con diligencia las Sagradas Escrituras. Aquel que estudia la Palabra de Dios en forma sistemática, recibirá respuestas a sus interrogantes y desarrollará métodos para resolver problemas. A medida que la mente es iluminada por el Espíritu Santo, las verdades se convierten en una realidad en el corazón, y podrán pasar a ser parte integral de la vida del creyente.
El estudio consecuente de la Biblia no es solamente estimulante, sino vitalmente esencial para todo creyente que procura mantener una comunión íntima, constante con su Salvador.
El abocarnos al estudio de la Biblia con una actitud positiva –una actitud de expectación y anticipación –creará el ambiente, proporcionará un suelo inmejorable en el cual la Palabra de Dios hará raíces y producirá fructíferos resultados en la vida del creyente.