Por David Grams
En una reunión reciente del comité administrativo recibí una sorpresa que me sigue conmoviendo el alma hasta este momento. Examinábamos las secciones del Plan Básico que tratan el nivel ministerial, en particular lo que se refiere a los libros de texto recomendados y las bibliografías (libros de consulta) que acompañan cada materia ofrecida en los Institutos Bíblicos. La sorpresa era esta: de entre los 31 libros recomendados, 5 de ellos ya están agotados. Y para mi mayor sorpresa, tratándose de las bibliografías, nos informamos que un 73% de los libros mencionados están, también, agolpados.
En medio de la gran proliferación de libros que en esta época moderna salen diariamente al mundo consumidor, nos enfrentamos con una pobreza en cuanto a libros serios, libros de estudio, libros didácticamente diseñados para ayudar tanto al profesor como al estudiante a tener una experiencia óptima de aprendizaje en las aulas de clase de los Institutos Bíblicos, lo mismo que en el estudio particular.
Hace varias semanas se envió desde esta oficina una encuesta a los directores de los 76 Institutos Bíblicos de las Asambleas de Dios de habla hispana en nuestro continente. Era un esfuerzo de enterarnos de los libros de texto que se usan para cada materia, de los libros nuevos recomendados por ellos y de problemas que existieran para seguir tales materiales de estudio. El mensaje que recibimos de estos directores es uno sólo, nos hacen falta mejores libros de texto. Y para el colmo no existe ningún libro en la actualidad para usar en varias materias.
Conscientes de esta gran necesidad, SEC redobla sus esfuerzos para servir mejor a sus colegas educadores como también a los estudiantes. El redactor de materiales educativos junto con todo el equipo hace planes para la preparación de varios libros.
Se ha confeccionado una lista de prioridades, comenzando con los textos de más urgente necesidad. Cambiamos ideas acerca de posibles autores latinoamericanos. Nos guía siempre la filosofía básica que el mejor libro de estudio lo escribe la persona que no sólo está entendida en la materia a tratar, sino que también completamente compenetrada de la cultura del lector, de su idiosincrasia y sus anhelos.
En el nombre del Señor se va a hacer. El redactor de materiales educativos solo, no lo podrá. Más que nunca se necesita la colaboración de todos. Primero en la oración. Luego, hacen falta más escritores.
¿No siente inquietud, hermano, de colaborar con este ministerio de la pluma? Es mucho más fácil viajar, predicar, estar con la gente, que sentarse frente a una máquina de escribir y un escritorio. Hace falta mucha autodisciplina para invertir las tantas horas necesarias para “dar a luz” a esa “criatura” llamada libro. ¿Tiene notas hechas y archivadas de alguna materia que ya enseñó…pensando que algún día…? Póngase en comunicación con el redactor de materiales educativos.
Para terminar me place poderles informar que dentro de poco podremos darles la grata noticia de un par de libros de texto que ya están en sus últimas etapas de preparación. Con la oración y apoyo de todos, venceremos.